Pablo Gonzalez

Nicaragua: Postalita al ordinario y mediocre microfonero Miguel Mendoza.

Miguel Mendoza Urbina sin duda alguna el más ordinario y mediocre microfonero que desde la radio dice llamarse cronista deportivo, de un tiempo a ésta parte, en un hemorrágico resentimiento que solo él puede descifrar en sus periodos menstruales viene lanzándose contra mi persona cuando en apenas una sola ocasión tuve el desagrado de verle personalmente sin que en el momento tuviera el valor de verme a los ojos y decir lo que “valientemente” eructa desde su indiscutible reducto de cobardía.
El limonado espécimen es una bacteria dentro de la crónica deportiva descrita por quienes se avergüenzan de él como una “Chepa” que ha pretendido erigirse en la conciencia de los demás sin ver en el propio ojo las toneladas de concreto que lo sangran y lo perfilan como el clásico antisocial o anti motín pues todo lo que tiene cerca lo dispersa.

No acostumbro a derrochar mi tiempo en zopilotadas porque la basura no tiene más lugar que el basurero que es donde habita un tipejo que cómo éste juega a libertador pero incapaz de liberarse a sí mismo pues obviamente vive atado a los grilletes de la brutalidad y de la estupidez porque desea que el sentido común sienta oloroso el estercolero que habita, porque apuesta a que veamos con naturalidad la promiscuidad politiquera en la que se mueve como si su andar torcido, nocivo y vulgar fuese una línea recta hacia el éxito.

La sabiduría que advierte a la imbecilidad no tirar piedras al techo ajeno porque el tuyo puede ser de cristal debería llamar a la reflexión al que al menos tiene un dedo de frente y más cuidadoso debería ser aquel que ni siquiera techo tiene porque entonces el expediente podría nutrirse de una y otra historia donde campea la indecencia, la deslealtad y los actos que te proyectan al desnudo, como una radiografía, de todo aquello que se oculta pero que refleja la maldad y la perversidad contra los ajenos y lo peor que hasta con los propios.

Decirle somocista a quien luchó contra el tirano mientras una tapa suelta como éste se orinaba bajo la cama; poner en duda a quien fue “contra” mientras seguramente este era un prófugo cobarde del servicio militar o fue incapaz de sumarse a la Resistencia o decirme sandia porque hoy vivo la libertad por la que toda la vida luche para continuar defendiéndola es un estado contrastante para el agrio y triste personaje que me ataca porque quien lanza desde su lengua serpentera bocanadas de fuego -peores que las que amenazaron la Reserva Indio Maiz- es en realidad un miserable esclavo atado a sus odios y resentimientos que juzga a los demás de acuerdo al infierno que el mismo habita.

No creo que un sujeto como el que me ocupa merezca tantas letras de mi parte. Como dije mi tiempo es valioso. 

Lo dedico enteramente a cultivar valores, pero en este caso hago un alto para realizar un exorcismo y a lo mejor llamar a la decencia a quien no mide su bocatería y piensa que tiene licencia para vestirse de “gallito” cuando en su mundo es reconocido únicamente como un patán al que han tenido que correrlo de diversos medios como el Canal 14 donde enredó su condición de empleado lanzándose contra la autoridad o de Canal 2 donde se sacudió el palo para que lo más malo y podrido cayera y se fuera.

Yo estoy claro que como figura pública estoy expuesto a la crítica de quienes no comparten ni lo que digo o escribo y debo de aceptarlo si estoy en lo que estoy, pero los ataques de este sujeto -reincidentes y continuos- tienen una dosis de odio enfermizo sin que jamás haya existido un no o un sí entre ambos, sin conocerme, sin saber quién soy en realidad.

 ¿Qué tengo yo que no tenga él?, , , a lo mejor inteligencia, amigos, respeto, dignidad, don de gente, carisma, guapura y hermosura a pesar de mis libras, que pueden ser una limitante física, pero jamás una enfermedad mental como la de éste ordinario acémila. 

Yo estoy en mis cabales, me estimula esta pequeña postal la honra que no permito me sea manoseada a ultranza y habiendo fijado posición perdono y sí en alguna ocasión hice algo que molestó a mi detractor, a quien no conozco y jamás he tratado, pido perdón, pero si quiere más, aún hay más

Moises Absalon Pastora

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