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Nicaragua: Los momentos trascendentales de la historia


Todo país es lo que es por la marca de su historia. No hay forma de construir una nación si no tomamos de sus eventos, a lo largo de su existencia, los más memorables capítulos que fueron el nutriente, la base y el fundamento de su espíritu.

La historia es un almacén inmenso de conocimientos y una biblioteca inagotable desde la cual estudiamos nuestro pasado que incluye por supuesto cada segundo que vamos dejando atrás para engrosar el expediente de nuestro quehacer como humanidad.

Cuando citamos a la historia nos referíamos a lo que ha quedado escrito por la mano del hombre o sea a la crónica de los vencedores, de los vencidos, de los éxitos y los fracasos, todo, contado en sus diferentes versiones por la visión política e ideológica de quien decidió narrar un acontecimiento para la posteridad.

Modernamente la historia ya no solo se lee por lo que ha quedado escrito, sino que ahora todo es digital, todo es más comprensible, todo es más claro e inmediato porque hoy el internet nos permite explorar la historia con un solo clic porque ahí encontramos de lo que siempre nos hablaron que sucedió, pero también, sobre lo que mucho nos quisieron ocultar por lo que ahora podemos contrastar y sacar una conclusión más diáfana, transparente y objetiva de lo que en realidad nos pudo haber pasado o de lo que nos pasó.

La historia es en realidad un banco de memora es una conexión soldada con el pasado que respalda la información desde la cual deducimos el impacto y profundidad de los hechos que nos marcaron para conducirnos al presente porque ella en sí es una huella que seguimos para repetir errores garrafales o para no cometerlos y ser más ágiles en el andar hacia el éxito.

En el caso específico de lo que quiero tratar quiero concentrarme en la historia política de Nicaragua partiendo de que ella es un faro encendido que desde lejos está advirtiendo a los navegantes aquí estoy, cuidado no te estrelles y eso es un detalle que nunca quisieron ver ni entender los que desde afuera nos agreden y los que desde adentro se confabulan con el enemigo de la patria para destruirla y asesinarla, es decir para arrasarla.

La historia política de nuestra nación, desde que firmamos nuestra independencia, que por casi doscientos años ha sido solo un decir, está escrita con la sangre que generaron muchos conflictos que tuvieron que ver con reyertas partidarias, intromisiones extranjeras, ocupaciones imperiales, golpes de estado, dictaduras, dinastías y en todos esos oscuros capítulos siempre estuvo presente la mano criminal, lo digo así porque no hay otra forma de hacerlo entender, de los Estados Unidos y por supuesto con el concurso y contubernio de los traidores que siempre andan brincando como pulgas sobre el petate.

Hoy por hoy desde que a Estados Unidos se le ocurrió odiar a Nicaragua, más aun desde que el sandinismo fue gobierno gracias a la oportunidad que el nicaragüense le dio para gobernar en paz y por la vía electoral como manda nuestra constitución, continúa, como siempre y como que si nada, tratando de doblegarnos, de hundir las garras de su águila imperial sobre nuestra soberanía porque no ha podido colonizarnos, porque no ha podido poner a nuestro país como una estrella más en su bandera y ese es un objetivo sobre el cual no desiste pero que la sombra de sandino no le ha permitido.

El imperio no nos perdona que se fue vencido de nuestro país. No olvida jamás que aquí sus tropas élites, con todo y su poderío, no pudieron con el ejército loco de Sandino que nunca dejará de ser un fantasma en la cabeza de cualquier inquilino de la Casa Blanca que independientemente que se llame demócrata o republicano siempre les estará patinando el hecho de que en Nicaragua el zenzontle le dobló el pico al águila y que es un hecho tan marcado que eso no es solo parte de la historia de Nicaragua sino que es un referente de la hidalguía y arrojo de nuestros valientes que destaca en los centros de pensamiento políticos del mundo.

El imperio norteamericano fue derrotado aquí en la memorable y desigual Batalla de San Jacinto de 1856, en un choque campal de poderosas ametralladoras contra piedras y flechas que fueron disparadas desde el corazón nacionalista de nuestros hombres; 

El imperio norteamericano fue vencido cuando aquí el auto declarado presidente de Nicaragua, el ciudadano estadounidense Willian Walker, al frente de la ocupación filibustera de los llamados “Inmortales” y después de haber quemado nuestra bella Granada, unió a los ejércitos centroamericanos para expulsarlo de Nicaragua y ser fusilado posteriormente en Trujillo, Honduras; 

El imperio norteamericano se vuelve a estrellar con nuestra tenacidad nacionalista a partir de la revolución liberal del General José Santos Zelaya que en 1893 rompe el ciclo de los famosos 30 años de dominio conservador donde no pasó absolutamente nada, salvo el servilismo de sus más connotados lame botas con los mercaderes imperiales que entraban y salían como perros por sus casas y por rutas marítimas y lacustres para llevarse de nuestro país lo que quisieron; 

Exilado Zelaya, que prefirió salir antes que someter al país a un nuevo derramamiento de sangre vino la ocupación e invasión física de los marines desde 1912 hasta 1933 y en ese trecho de tiempo es que aparecen dos grandes tayacanes, el General Benjamín Zeledón, la semilla e inspiración y el General Augusto C. Sandino el fruto de nuestra esencia nacionalista y ambos, en diferentes capítulos, pero con el mismo ideal, se constituyen en las armas, en el liderazgo y el fundamento de la más grande humillación que el enemigo de la humanidad haya sufrido en Nicaragua.

Por supuesto que después del asesinato del General Augusto C. Sandino, fraguado por el imperio y ejecutado por la servidumbre nacional que tenía nos dejó en su representación a la G.N como la guardia pretoriana de una dinastía que asesinó a más de 50 mil patriotas que se una u otra forma tuvieron que ver con la semilla germinada, que surgió a través del eslabón que representó Santos López entre el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional y el naciente Frente Sandinista de Liberación Nacional que no sabe lo que es ser vencido.

Contemporáneamente hablando Nicaragua no ha dejado de ser agredida por los Estados Unidos, ya eso no es ninguna novedad. Hoy por hoy hay perros rabiosos, llenos de baba, que desde el Congreso imperial, amenazan con más agresiones, algunos son viejos fascistas y otras son también viejas fascistas, como la María Elvira Salazar, que está estrenando sus ladridos parlamentarios contra Nicaragua más por sentimientos que por realidades porque aquí uno de los traidores a la patria que está siendo procesado fue su ex y entonces la perra rabiosa reacciona furibunda queriéndonos morder cómo si para nosotros eso nos fuera ajeno, cómo si ya antes este país, el nuestro, no el de ella, no venga de vuelta de luchar y de saber luchar y cómo luchar contra ese maldito imperio al que hemos derrotado en todos los campos, porque debo recortar que políticamente el sandinismo existe, está vivo, enraizado en nuestra nacionalidad; que militarmente aquí sus diferentes modalidades interventoras e invasivas fracasaron; que jurídicamente les vencimos en la Corte Internacional de Justicia de la HAYA y que por una Chamorro que no ejecutó la sentencia, por el contrario se las perdonó sin consultarnos, es que no nos pagaron los 17 mil millones de dólares que nos causaron en pérdidas económicas cuando nos empujaron a la guerra fratricida entre hermanos nicaragüenses y si de derrotas morales se trata somos muchos mejores seres humanos que ellos porque aquí nos llenamos con el deseo de paz, con el espíritu constructivo que nos caracteriza y con una solidaridad tejida con una visión social aprueba de todo porque a pesar de nuestras limitantes, propias del empobrecimiento que nos causaron los desaparecidos gobiernos corruptos que antecedieron a este, es que no hemos logrado más, de lo más que hemos dado a Nicaragua en toda su historia desde lo que es y seguirá siendo, después del 7 de noviembre próximo, el gobierno sandinista al frente de Daniel Ortega Saavedra.

Las agresiones contra Nicaragua y los nicaragüenses se arreciaron a partir del fallido golpe de estado de 2018 concebido, fraguado, financiado y dirigido por los Estados Unidos y ejecutado por traidores que lo único que siempre quisieron fue asaltar el poder para seguir robando como lo hicieron a manos llenas de 1990 hasta el 2007 que llegó a gobernar una visión incluyente que los incorporó para que fueran parte de la transformación, pero de la que se aprovecharon para actuar como el animal echado para lanzarse sobre su víctima porque en sus mentes nunca tuvieron la conciencia cívica para organizarse, para constituirse políticamente en una verdadera opción política que tuviera planteamientos y utilizarlos para ascender al poder por la vía electoral y como nunca lo lograron por los odios internos que aun los consume, entonces el camino más fácil fue el asesinato y la destrucción y por eso el pueblo de Nicaragua come ansias para que llegue lo más rápidamente el 7 de noviembre.

Ahora mismo se oyen muchas cosas. Hay un ambiente mediáticamente explotado para hacernos creer que los poderosos, al servicio del Tío Sam, están dirigiendo sus ojivas nucleares contra nosotros y entonces el inframundo oposicionista que ha pedido tal nivel de agresión, vistiéndose falsamente como “demócratas y santas palomas” celebra en grande algo por lo cual algunos de sus cabecillas, los que no supieron lo que era la amnistía, los que no entendieron aquello de la no repetición, están siendo indagados procesados, bajo prisión preventiva y a la orden de la autoridad judicial por graves presunciones de lavado de dinero y de traición a la patria.

Por eso mismo los terroristas que gobiernan Estados Unidos, que no quieren que se sepa hasta donde el águila imperial hundió sus garras en el fallido golpe de estado de 2018, cosa que por demás es del dominio público, las pruebas sobran, defienden a capa y espada a los terroristas y patricidas que tenían aquí disfrazados de nicaragüenses para asaltar el poder y que después de haber sido los responsables de lo que hicieron hace un poco más de tres años no solo se victimizan sino que descaradamente, después de la amnistía, volvieron a mover sus patas para ir otra vez al imperio o lo han hecho desde aquí mismo, para pedir más agresiones en un abierto y descarado reto a nuestras leyes que como dijo en su oportunidad el presidente Daniel Ortega se los perdonará Dios pero jamás el pueblo, pero jamás nuestras leyes que son materia del mandado constitucional que nos rige.

Las marionetas que el titiritero imperial mueve a su antojo desde la O.E.A al frente de un tristemente célebre payaso como su secretario general Luis Almagro, son tan burdas que llegó al extremo de admitir como válido el voto del representante del nunca existente auto proclamado presidente Juan Guiado en nombre de una Venezuela que no es parte de ese desahuciado organismo hemisférico que está más cerca de un prostíbulo de conciencias que de un foro continental defensor de la democracia y que por el contrario es una cañonera dirigida contra toda democracia que se caracterice por ser socialista, por ser solidaria y lo que más duele a sus demonios por ser cristiana.

Fuera de eso como lo hicieron con la tal ley Magnitsky, concebida para castigar empresas y agredir a personas; como lo han hecho desde el departamento del tesoro para lanzarse contra sandinistas que ni tienen intereses en el imperio, ni siquiera visas para visitar al mal llamado sueño americano, hoy ladran que están calibrando la distancia donde dejaran caer el nuevo misil de la denominada ley renacer que de acuerdo a los traidores que tenemos aquí nos sacudirá de tal forma que nuestra dignidad que vamos a caer de rodillas para declinar la revolución transformadora que vive Nicaragua y que por ser mal ejemplo para los gobiernos títeres del imperio entonces la quieren derribar de las preferencias que cada nicaragüense le defiere.

Aquí no se rinde nadie porque nos sustenta un ideal contra el cual no hay misil que valga porque siempre hemos demostrado ser un pueblo renacido de cualquier evento, de cualquier batalla, de cualquier agresión originada del imperio o de sus lacayos que es lo mismo.

Por: Moisés Absalón Pastora.

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