El 8 de diciembre fueron ascendidos al grado de Mayor General los brigadieres generales Marcos Evangelista Pinto Lizarazo, Édgar Alberto Rodríguez Sánchez y Mauricio Moreno.
La ceremonia militar se llevó a cabo después de que el pasado 24 de noviembre la comisión segunda del Senado votó a favor de 46 ascensos, incluidos los ya mencionados. Lo grave del hecho, es que los dos primeros tienen sendas investigaciones por ser ejecutores e instigadores de sus tropas en relación con crímenes de ejecuciones extrajudiciales o mal llamados “falsos positivos”. El tercero, está investigado por torturar miembros de contrainteligencia para determinar quiénes estarían entregando información a los medios de comunicación.
Fiel a su política de exacerbar el terrorismo de Estado contra las masas populares, el sanguinario régimen uribista, en cabeza de su Ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, respaldó en su momento a los militares cuestionados, por medio de emotivos y acalorados discursos en los que defendió la honra y moral de estos asesinos de niños, campesinos y trabajadores agrícolas, diciendo con cinismo que todo se trata de “una campaña de estigmatización de miembros de la fuerza pública”.
Son muchas y gravísimas las investigaciones que cursan en contra de estos uniformados. Por un lado, Marcos Evangelista Pinto Lizarazo, reconocido por promover la estigmatización de las organizaciones campesinas del Catatumbo, fue comandante del Batallón Atanasio Girardot, de la Cuarta Brigada entre octubre de 2006 y abril de 2007, periodo en que están contabilizados 45 casos de ejecuciones extrajudiciales perpetradas por soldados de ese batallón.
Pinto también estuvo a cargo del batallón Magdalena de la Novena Brigada del Ejército, periodo en el cual se investigan 18 ejecuciones ilegales. El general Édgar Alberto Rodríguez Sánchez también es investigado por presuntas ejecuciones extrajudiciales mientras comandó el batallón Magdalena de la Novena Brigada, que según la Fiscalía habría cometido 32 ejecuciones entre 2006 y 2007. ¡Todos unos carniceros ejecutores de la más sangrienta y tenebrosa violencia estatal contra las masas desarmadas!
Otro aberrante caso, lo protagoniza el general Óscar Reinaldo Rey Linares, compinche del famoso narcotraficante amigo del régimen, el “Ñeñe” Hernández, al que el militar le permitió hacer viajes en aviones del Ejército. Pero además, este militar es investigado porque fue el segundo comandante del Batallón La Popa en el Cesar, entre los años 2004 y 2005, el cual cometió 34 ejecuciones extrajudiciales en ese periodo, entre los que se cuenta el caso de una niña indígena de 13 años perteneciente a la comunidad wiwa-kakuma, asesinada por el Ejército junto a su hermano.
Mientras el régimen asciende criminales a los más altos rangos militares, reina la impunidad, no solo para ellos, sino para los autores intelectuales de las ejecuciones extrajudiciales: banqueros, industriales, terratenientes, en contubernio con la capa mafiosa de la burguesía representada en el uribismo.
La justicia burguesa apenas ha sentenciado a algunos soldados de bajo rango, mientras los criminales que dan las órdenes son ascendidos con honores. Ante esto, la oposición oficial apenas atinó a denunciar el hecho y a retirarse de la sesión en que fueron votados los ascensos de estos asesinos. ¡“Gran desplante” que no sirve para nada, solo para legitimar la dictadura de los explotadores!
El Estado burgués-terrateniente es una máquina de opresión contra las masas trabajadoras y con este tipo de afrentas quedó demostrada una vez más esta gran verdad. Mientras la maquinaria estatal le pertenezca a las clases reaccionarias, nada diferente puede esperar el pueblo de ella, que no sea el horror, la muerte, el desplazamiento y la impunidad para los verdugos, materiales e intelectuales.
Estos nombramientos, se convierten en más motivos para destruir el Estado de los ricos por medio de la violencia revolucionaria, propósito que debe ser guiado por el dispositivo estratégico del proletariado, su Partido político que debe ser construido en Colombia para que organice la Revolución Socialista, resguardada con el armamento general del pueblo, única garantía de que el terrorismo de Estado en contra de las masas populares, sea cosa del pasado.
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