Un documento de la Agencia Central de Inteligencia señaló en 1972 al almirante Luis Carrero Blanco como objetivo ya que su continuidad en el poder hubiera sido un impedimento para la transición hacia la democracia tras la muerte de Franco. Un año después, el entonces presidente del Gobierno fue asesinado por ETA
Durante la Guerra Fría fue habitual que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) provocara cambios de régimen en países que consideraba, por diferentes razones, estratégicos para la seguridad nacional de los Estados Unidos. Ejemplos hay muchos: Nicaragua, Chile, Irán, Irak o Filipinas. ¿También actuó la CIA en España en los años finales del franquismo para favorecer una democratización de España y un acercamiento a sus aliados en Europa Occidental? ¿O para evitar que España fabricara un arma nuclear?
En un documento de la Agencia Central de Inteligencia, al que ha tenido acceso Diario16, y que fue calificado como de Alto Secreto porque afectaba a la defensa de Estados Unidos, se indica claramente que Carrero Blanco iba a ser un obstáculo para un cambio de régimen político tras la muerte de Franco.
El documento, que está fechado en noviembre de 1972, indica lo siguiente: «El cambiante entorno nacional e internacional de España, junto con las actitudes alteradas de las fuerzas políticas en España, dificultará que los sucesores de Franco resistan las presiones para la liberalización del sistema político.
Al mismo tiempo, treinta años de gobierno autoritario y el temor generalizado de los peligros de restaurar la democracia parlamentaria al estilo occidental, los españoles creen firmemente que la liberalización se logrará, no acabando el sistema político establecido por Franco, pero modificándolo.
Los militares continuarán ocupar una posición clave, pero, sobre todo después de que se haya eliminado la poderosa influencia de la personalidad de Franco, incluso los militares pueden considerar más prudente ceder a las presiones más liberales que resistirse contra ellas, juzgando que tomar el rumbo posterior bien podría provocar otra convulsión política general en España.
» Debido a los cuidadosos preparativos ya hechos por el general Franco, es probable que el proceso inmediato de sucesión sea ordenado. Juan Carlos se convertirá en Jefe de Estado y los poderes de Franco se dividirán entre él y el presidente designado del Gobierno (Primer Ministro). Almirante Carrero Blanco. En el pasado, el Príncipe Juan Carlos ha sido considerado un peso ligero político, pero ahora se le toma más en serio en los círculos de liderazgo en España.
Ha dejado claro más de una vez que está a favor del cambio político liberal, pero siente que no existe suficiente margen de maniobra para tal cambio en el actual sistema político español. El Almirante Carrero Blanco parece tener opiniones políticas extremadamente conservadoras y cree que no deben hacerse concesiones a la izquierda política.
Él parece ser el responsable de las severas medidas represivas tomadas este año contra las universidades y de incrementar los poderes de la policía secreta en contra los opositores. Queda por ver que seguiría siendo conservador sin Franco allí para apoyarlo».
Sin embargo, en la nota a pie de página está el quid del señalamiento de Carrero Blanco como objetivo porque la CIA considera que puede ser un verdadero obstáculo para la democratización de España, el verdadero objetivo de Estados Unidos para que, tras la muerte de Franco, un país estratégico desde un punto de vista militar aumente las alianzas con los países de Europa Occidental y, en consecuencia, sirva de contrapeso para la Europa Orienta, entonces controlada por la Unión Soviética.
«Juan Carlos, aparentemente, heredará el cargo de Franco como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, pero el Primer Ministro controlará el «Movimiento Nacional» y probablemente las fuerzas policiales».
Este punto es importante porque, unas páginas más adelante se indica claramente que los movimientos que se puedan producir tras la muerte del dictador serán frenados por, precisamente, las fuerzas que, según la CIA, controlaba Carrero Blanco.
A todo lo anterior hay que añadir que Carrero se oponía a una renegociación del acuerdo bilateral de las bases militares, que fue firmado por Juan Carlos de Borbón en el verano 1974 cuando fue Jefe de Estado en funciones mientras Franco estaba hospitalizado, y a la entrada de España en la OTAN. Por otro lado, en esos años, la CIA estaba convencida de que existía una supuesta colaboración oculta del régimen con Francia para la fabricación de un arma nuclear, hecho que le corroboró el propio Carrero a Henry Kissinger.
Por tanto, la mano derecha de Franco se había convertido en un obstáculo importante para los intereses de Estados Unidos y, en consecuencia, estaba marcado como objetivo.
¿Dónde entra ETA en este asunto? ¿Colaboró la CIA con la banda terrorista?
Un magnicidio no es nunca producto de la casualidad. Se trata de un proyecto muy bien trabajado y perfectamente analizado. El 20 de diciembre de 1973 Carrero Blanco fue asesinado tras una fuerte explosión que llevó al coche que ocupaba a volar por encima de la residencia de los jesuitas de la calle Claudio Coello de Madrid.
Quien conozca Madrid sabe perfectamente que el lugar del atentado está a menos de 200 metros de la Embajada de los Estados Unidos. 24 horas antes había visitado España el todopoderoso secretario de Estado, Henry Kissinger.
¿Alguien piensa que este hombre, que lo controlaba todo en la Administración Nixon, desconocía operaciones de alto calibre de su aparato de inteligencia? En una visita de esta importancia, el Servicio Secreto norteamericano, junto con la Policía española, revisó cualquier posible amenaza sobre la Embajada, lugar donde pernoctaría Kissinger.
¿No detectaron un túnel excavado a menos de 200 metros o la presencia de explosivos? Evidentemente, lo dejaron pasar o no investigaron esa zona.
Por otro lado, la investigación de la explosión recayó en el juez Luis de la Torre Arredondo quien, antes de que los militares le arrebataran el sumario, comprobó que una explosión de esa magnitud no pudo haber sido provocada por la dinamita que ETA dijo que había utilizado.
La potencia fue mucho mayor y el cráter que se hizo en la calle era demasiado grande. El magistrado fue entrevistado en Interviú 10 años después del magnicidio y afirmó que «iba teniendo la convicción cada vez más sólida de que la CIA supo que iban a matar a Carrero, que la CIA estaba detrás».
El explosivo utilizado fue C4, de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos y que sólo se fabricaba allí. Por tanto, ETA no podía acceder a ese tipo de explosivo plástico por sus propios medios. Alguien se lo tuvo que suministrar o, según indicó la periodista Pilar Urbano, la CIA cambió el explosivo en el túnel.
Casualmente, en la comitiva de Kissinger, estaba incluido el Jefe de Operaciones de la CIA, William Nelson, con quien el secretario de Estado se reunió tras un largo encuentro con Carrero.
Urbano también contó que, en esa reunión con Kissinger, Carrero le advirtió que, si la OTAN no quería a España por el régimen de Franco, él se vería obligado que aceptar la propuesta de Francia de fabricar un arma nuclear de manera conjunta, ya que España contaba con yacimientos de uranio y la tecnología francesa que se había instalado en la central de Valdellós para lograr la fusión de plutonio.
Finalmente, el propio Kissinger afirmó a un representante del Ministerio de Exteriores español lo siguiente: «No quiero que suene brutal, pero, un estorbo menos para la apertura de España y, por deplorable que sea un asesinato, lo cierto es que ETA os ha hecho un gran favor».
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