Periodista, camarada, hermana, amiga, mujer heroica. Cuando la mil veces genocida guardia somocista iba a capturarla durante el asalto a un cuartel en Jinotepe -el 7 de junio de 1979- hizo estallar una granada que ella portaba. Su cuerpo nunca fue encontrado y su hijo sigue buscándolo.
Antes de Jinotepe estuvo como responsable clandestina en Chinandega y su firmeza y compromiso inclaudicable con la lucha era su rasgo distintivo. Así la conocimos, entregada por completo, quienes tuvimos el privilegio de integrar con ella una célula del FER, en la que militábamos con Walter Mendoza y Ramón Cabrales.
Estaba recién casada con Ramón Cabrales (Nacho) pero su vida familiar jamás estuvo por encima de su militancia. Fue siempre su prioridad. Era del FER, del FSLN y también se ocupaba de la Asociación de Estudiantes de Periodismo (AEP).
Un día me dijo que necesitábamos buscar un candidato para Presidente de la AEP. En ese entonces la lucha era entre nosotros mismos. Andrés Valle, uno de nuestros caídos, ya había sido lanzado como candidato por el FER-ML y nosotros qué éramos del FER, así sin apellido, no teníamos aún.
Le propuse como candidata a Julia Michele Castellón Hernández , mi compañera de aula en periodismo, y a Auri le pareció bien. Hablé con Michele, la lanzamos casi a última hora...¡y ganamos!
En esos días fuimos amigas entrañables, compañeras, camaradas. Con bastante frecuencia me invitaba a su casa y allí yo disfrutaba de la dulzura y amabilidad de sus padres.
Me encantaba esa casita minifalda con un lindo jardín en el frente pero más me gustaba el calor del hogar de sus padres -carpintero don Guillermo, costurera doña Celeste- a quienes Auri amaba y respetaba profundamente. Su familia era su orgullo, gente de bien, sencillos y comprometidos. Su hermano Róger también cayó en la lucha.
Su hogar, recién formado con Nacho, fue mi primera casa de seguridad cuando pasé a la clandestinidad.
Pero ella, como cuadro valioso del Frente, tenía sus propias responsabilidades que yo desconocía.
Compartí algunos meses con ella en esa casa por el Barrio Xolotlán. Desde allí me movía en mis responsabilidades clandestinas.
Ella ya estaba embarazada y me tocó acompañarla durante los dolores del parto un 30 o 31 de mayo de 1977. Lloraba a mares pero tras sus lágrimas se advertía su fortaleza.
Era una mujer muy sensible. Se fue al hospital y al día siguiente regresó con Rodrigo Yamil en los brazos, radiante de felicidad. Para ella no hubo subsidio, continuó con su trabajo y en algunas ocasiones nos quedábamos cuidando al niño, Carlos Arroyo o yo, para que ella saliera a hacer su trabajo.
Aura Ortiz Padilla es una heroína del FSLN. Imposible olvidar su sangre derramada, su increíble valentia al estallar una granada para impedir que la guardia los cercara. Un sacrificio inmenso.
Cuando te mirábamos recorrer los pasillos de la UNAN -de la Escuela de Periodismo al CUUN y del CUUN al Auditorio 12 - jamás percibimos que detrás de esa sonrisa y alegría permanente, anidaba una mujer de tanto valor, que se enfrentó y combatió a la guardia hasta el último minuto de su vida.
Vos también fuiste como el de las Termópilas pero Leonel Rugama ya no estaba para cantártelo.
Formas parte de la Galaxia de Julio Buitrago, de Leonel Rugama y seguro que Carlos Fonseca te cuenta entre sus mejores discípulas.
Margine Gutiérrez