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Nicaragua: LOS ESTRELLADOS



Resulta que el oposicionismo en nicaragua, aunque no nicaragüense en lo que respecta a nuestra esencia, porque además de hablar y pensar en ingles tiene por patria al imperio norteamericano, centró su crítica reactiva al 41º aniversario de la Revolución Popular Sandinista, no contra el informe del Presidente Daniel Ortega en el contexto pandémico, sino contra el escenario que puso en el centro de la Plaza de la Revolución una inmensa estrella verde rodeada por una perfecta circunferencia humana de la sangre joven que representa el futuro.

Aquella imagen espectacularmente captada por los drones fue satanizada por las miserias humanas que francamente lo único que generan es lástima porque la ignorancia que con altísimas calificaciones proyectan solo habla de la tragedia que le pudiese ocurrir a Nicaragua en el hipotético caso que estas fichas del fracaso, Dios no lo permita, por esos accidentes históricos, alcanzaran el poder porque entonces seríamos gobernados por la estupidez. 

Para estas miserias humanas la estrella en el centro de la plaza, por tener cinco puntas es diabólica porque hasta ahí les dio la corta imaginación y al querer empañar el mensaje de que nuestra estrella es la que nos indica nuestro norte, que es una embajadora de la esperanza, que es lumínica y que nos hace brillar, al inframundo puchilámico, se le ocurrió que ara maléfica llevándose en el alma a las 52 estrellas de la bandera de los Estados Unidos que es la que adoran; las que circundan el logo de la Unión Europea: a las que están en el paseo de Hollywood incluyendo la de su amo, Donald Trump; a la que está en el dólar que reciben como mercenarios como paga por destruir a nuestro país; las que están centradas en la bandera de nuestra vecina del norte; la que tiene la gustada cerveza holandesa Heineke que refinadamente consumen por twelve-pack; la que por logo tiene la transnacional Texaco; la que distingue al Banpro que les financia sus actividades terroristas; la misma de Pollos Estrella, la que distingue al PLI donde se concentran algunos oposicionistas; la que adorna nuestros hogares en Navidad, la misma que guio a los Reyes al Nacimiento de Jesús que ni como hijo de Dios se les escapó de tanto odio.

Estos reductos oposicionistas creen que al nicaragüense lo pueden seguir confundiendo con espejitos desde su trasnochada visión colonialista y no se dan cuenta que aquí la venda de la ignorancia solo la tiene los que no quieren ver que este país es otro.

Todo gobierno requiere de opositores para los necesarios balances en el desarrollo político e institucional de cualquier país, pero una oposición existe, sí y solo sí, cuando hay materia prima que la haga potable y tiene un planteamiento serio que represente una propuesta distinta, racional y posible como programa para ganar el poder; cuando la sociedad los acepta como una fuerza que centra su energía en una organización que se perciba sólida; cuando su elemento humano es capaz de generar respeto, empatía y credibilidad; cuando sus exposiciones son capaces de convencer y no de imponer; cuando sus críticas sean parte de la solución y no fomento o cultivo de más problemas; cuando sea capaz de entender que la oposición no es estar en contra de todo y en consecuencia creerse el cuento de que todo lo demás es malo y yo soy el único bueno, lo que por supuesto es arrogantemente dañino y ofensivo.

En Nicaragua, si a los parámetros de lo que debe ser una oposición nos atenemos, no existe nada que sea ni cercanamente parecido. Tal vez pueda aceptar que hay payasos de circo barato cuyo raído disfraz de comediantes les quedó inmensamente grande porque no son capaces ni de hacer reír, pero de eso a considerar que aquí exista una oposición jamás.

Considerando que apoyo una propuesta que ya está desarrollando a Nicaragua, como la que ofrece la Alianza Unida Nicaragua Triunfa, que encabeza el FSLN, debo decir que lo que menos me preocupa, ni tantito así, es que este oposicionismo que tenemos, pueda representar, ni siquiera la remota posibilidad de hacernos cosquillas en las elecciones del 2021 y que a lo que verdaderamente debemos poner atención es a hilar fino para saber enfrentar, combatir y vencer las políticas invasivas e intervencionistas del imperio que son por las que algunos payasos que aquí se creen “líderes” apuestan a que son altos dirigentes políticos que escupen en rueda de grandes, cuando en realidad lo único que dan es lástima y ganas de llorar porque se arrastran en su propia ignorancia.

Aquí el oposicionismo tuvo que recurrir al terrorismo en abril de 2018 con el falto flete de tumbarse al gobierno constitucionalmente electo del Presidente Daniel Ortega Saavedra. Para sus efectos contó con dos grandes aliados; externamente con Estados Unidos que los entrenó y los financió e internamente por algunos Obispos y sacerdotes de la Iglesia Católica que sirvieron de capellanes para una barbarie sin precedentes que nos bañó de sangre y que utilizó y sigue usando los púlpitos de lo que en un tiempo fue la religión evangelizadora más beligerante en el país y que desde entonces pasó a ser una sigla más de esas que tanto se cuentan en la descolorida carpa del oposicionismo circense.

Este oposicionismo en la medida que avanza el tiempo y nos acercamos a noviembre del 2021, que al final será su apocalipsis definitivo, más se distancia entre sí, más se contradice, menos visible es, más disperso se capta, más enconado es su propio enfrentamiento interno y por supuesto más ridículas y absurdas son sus pretensiones cuando de lo único que son capaces es de balbucear odio y violencia.

Cada vez y cuando yo escucho a alguien referirse de otro como “un animal político” lo que salta a mi interpretación es que se habla de alguien que está dedicado a tiempo completo a hacer política, que no duerme por estarlo haciendo, que es un profesional en un campo donde cada paso que se da tiene un análisis, un tiempo, un momento, un porqué y una razón, porque el verdadero político no improvisa nada, es un sempiterno calculador que matiza con los espacios y con las posibilidades donde ni los imponderables pueden quedar como cabo suelto lo que por supuesto determina una gran diferencia entre un político de carrera y un político a la carrera.

En el oposicionismo no existe un solo animal político, pero abundan en ellos ignorantes políticos que son los que creen, que por salir ladrando en un medio de desinformación para amenazar, para mentir, para descalificar, para calumniar y poner tan el mundo al revés, como lo hacen con nuestra bandera, ya con eso se facultaron para escupir en rueda de grandes y para venderse como los eminentes pensadores que además son dueños de la verdad total y absoluta y que lo demás es puro cuento.

Francamente no me molesta la oposición, desgraciadamente no hay, pero sí me indigna la existencia de los oposicionistas porque por estos payasos de circo, que por ser tan mediocres hasta perdieron hasta el interés de su único patrocinador, el imperio, el país se pierde de gentes que para no ser confundida con los ignorantes políticos, prefieren mantenerse al margen y esta postura hay que comprenderla porque meterse con esa especie equivale a llenarse de caca porque en ese mundo es que habitan aquellos que no tienen otra cosa en la cabeza y son tan brutos que persisten en ello a pesar de que están claramente conscientes de que sus actitudes van incluso contra el interés personal de ellos mismos porque cada estupidez que hacen es hiperbólicamente ridícula.

Todo este oposicionismo, que ahora la tiene contra la estrella de la esperanza que dominó el escenario central del 41 aniversario, seguramente ya es un referente en cualquier otro país del mundo donde existan propuestas que pretendan la retoma del poder a fin de que hacer todo lo contrario a la ignorancia política, de los mercenarios de aquí pues si hay algo que reconocerles es qué en materia de estupidez, nadie, absolutamente nadie, les mete la mano.

Esa estupidez que refiero es impresionantemente perversa, tiene nombres y apellidos, tiene rostros que todos conocemos y no necesito mencionarlos porque son famosos, suenan desde hace décadas jugando a ser líderes y desde diferentes siglas estando un día aquí y otro día allá, pero todos son socios de un mismo club, de una minoría que en la cotidianidad se reduce cada vez más porque no inspiran, porque no atraen, porque hay certeza de que su veneno es tóxico y altamente letal para las esperanzas de un pueblo que no los determina y que no importa lo que digan siempre terminan ignorados y como nadie en la tierra que los vio nacer los escucha entonces se iban, cuando podían, a Washington a romancear con los enemigos de Nicaragua para prostituirse, para venderse, para que a cambio de las maldiciones que profieren contra su país ir a extender la mano para que les sigan financiando sus andanzas de falsos “paladines de la libertad”, de falsos “salvadores de la patria” y de falsos “demócratas”, pues al final el oposicionismo aquí es un negocio para una élite muy selecta de apellidos rimbombantes y un instrumento manipulador para los que duermen en las calles de San José.

El oposicionismo ve estrellado su odio porque Nicaragua vive en democracia y libertad y así lo reconoce la inmensa mayoría de sus ciudadanos, de sus campesinos y así nos lo aplaudía también el mundo que ubicaba a nuestro país como una aislada referencia de paz, de estabilidad, de seguridad y crecimiento, en medio de un mundo convulso violento y sangriento que no ha logrado cuajar como nosotros lo habíamos logrado una política de diálogo y reconciliación porque Gracias a Dios, no han tenido como nosotros, ni invasiones, ni intervenciones, ni golpes de estado, ni dinastías, ni dictaduras, ni guerras como las que hemos padecido y sobre todo ni ignorantes políticos oposicionistas, que son precisamente el origen fundamental por el cual el ideal de los nicaragüenses de bien nos llevó a la conclusión de no ver más al pasado para dejar la politiquería a un lado e ir juntos hacia la conquista del futuro dejando atrás la historia escrita con océanos de sangre, la sangre de sandinistas, de contras, de liberales, de conservadores, de social cristianos, de social demócratas, de socialistas, de comunistas, de patriotas que más allá de las ideologías, encuentran el más cercano ideal en la Nicaragua de hoy.

Sin embargo, una verdad tan real como la paz y la armonía que la mayoría deseamos, porque nos fue arrebata y porque nuevamente la estamos tejiendo, es también la existencia de quienes han hecho del oposicionismo un negocio redondo que los ha llevado toda la vida a vivir de la politiquería y de la misma manera a ser tontos útiles y lacayos nacionales de aquellos enemigos que desde Washington atacan a nuestro país, a nuestro pueblo, porque vieron en nuestro modelo, diseñado por una visión de izquierda progresista, un mal ejemplo porque en la medida que dialogábamos, que avanzábamos y crecíamos, en esa misma medida el mundo se entusiasmaba con nosotros para ayudarnos, porque nos sentían como una nación de puertas abiertas a todos los continentes, entonces en esa misma medida los que jamás se dispusieron a cambiar, los que se quedaron atrapados en la guerra fría, los que no realizan que estamos en el 2020 y que la década de los ochenta es el pasado, nos siguen torpedeando y no importa qué hagamos siempre seguirán disparándonos con el gatillo de sus asalariados en el oposicionismo que son sinvergüenzas que han encontrado en algunos medios de comunicación y en algunos periodistas, que en realidad son mercenarios, la perfecta caja de resonancia que igual se alimenta con los dólares del imperio.

Muchos de estos oposicionistas dicen lo que dicen y hacen lo que hacen no para ser presidentes de Nicaragua, al menos hasta hoy ninguno de ellos da muestra de capacidad para serlo, Dios nos libre de semejante barbaridad, pero cuando uno los escucha muy valientitos, algunos de ellos gritones ordinarios y con voces estridentes, lo hacen para alcanzar una diputación desde donde se vuelven más ácidos porque la curul les permite el protagonismo con el que siempre sueñan. Sin embargo, una vez que el periodo se les vence, después de haber vendido ser líderes con cojones y ovarios del tamaño de un huevo de avestruz, desaparecen y la tierra se los traga porque ninguno de ellos tiene carácter de permanencia en la política porque para ellos la política no es una ciencia y menos una actitud de servicio a los demás sino un medio de enriquecimiento personal a través de la más descarada corrupción.

Por: Moisés Absalón Pastora.

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