El 9 de Mayo de 2020 se cumplen 75 años de la Victoria soviética sobre la Alemania nazi
.Sin lugar a dudas,la más grande victoria militar de todos los tiempos, contra el mayor peligro que la Humanidad ha enfrentado y que posibilitó la existencia del mundo que hoy conocemos.
La Unión Soviética, el país que derrotó al Fascismo alemán ya no existe, pero aún subsiste el efecto benéfico que la victoria trajo consigo. La " Madre de las batallas" es la heroica defensa de Moscú, que a la postre significó la primera gran derrota del hasta entonces invencible ejército nazi y que abriría el camino , cuatro años más tarde, hacia Berlín y la victoria total sobre el Fascismo alemán.
LA MADRE DE LAS BATALLAS
Parece increíble, pero todo el genio literario de Aleksandr Bek, volcado en reproducir el sufrimiento supremo y el heroísmo sobrenatural de los soldados asiáticos del general Panfílov, los batallones siberianos, los imberbes cadetes y todos los civiles (mujeres, hombres, niños y ancianos) que lucharon y murieron en los alrededores de su amada Capital, no es capaz de transmitirnos una ínfima parte de la verdadera magnitud de la Batalla por Moscú, acaecida entre Octubre de 1941 y Enero de 1942.
Tres Ejércitos Panzer (formidables y grandes unidades móviles de combate, equipadas con cientos de tanques, artillería autopropulsada, blindados ofensivos, vehículos de apoyo, fuerzas motorizadas, trenes de abastecimiento y miles de tropas élites, apertrechadas con la más alta tecnología de combate de la época), dirigidos por la crema y nata del generalato alemán (Hans Guderian, Gunter Von Kluge y Erick Von Hoeppner, entre otros) irrumpieron desde tres direcciones distintas para atenazar a la Capital de los Soviets, cumpliendo con la partitura dirigida por el jefe del Grupo Centro nazi, Mariscal Fedor Von Bock, laureado héroe alemán de la I Guerra Mundial, la Invasión a Francia y a los Países Bajos.
Los conquistadores e invasores cuentan su propia historia, la cual es presentada como una secuencia de victorias de genios militares sobre “pueblos barbaros” que merecían ser saqueados, avasallados o simplemente aniquilados. Son pocas las ocasiones en que las naciones invadidas, sobreponiéndose a sus limitaciones, han derrotado en combate a sus enemigos y preservado la vida y la libertad. Trágicos ejemplos de Pueblos y Culturas aniquilados o desplazados por invasores externos, podemos encontrarlos en todas las épocas y Continentes: Egipto y Cartago, pueblos originales centro- europeos, aztecas e incas y un larguísimo etc. La historia de las naciones “civilizadas“modernas se funda en la destrucción de otras.
Rusia ha estado en esa encrucijada mortal en varias ocasiones: La embestida de las hordas mongolas, la invasión de las tropas suecas del Carlos XII, la campaña napoleónica de 1912, la guerra civil, que llevó a todo el país el terror blanco y la invasión extranjera, posterior a la instauración del Poder Soviético, y por supuesto, la Gran Guerra Patria.
Ningún otro Estado moderno ha enfrentado tantas invasiones extranjeras y ha salido avante, aniquilando a sus agresores.
La famosa conmemoración del XXIV aniversario la Gran Revolución Socialista de Octubre en la estación del Metro de Moscú, Mayakovskaya y el desfile de tropas en la Plaza Roja, de donde las recién llegadas unidades marchaban directamente al frente de combate, en las afueras de su querida Capital, parecen un producto literario de una mente fantasiosa, sin embargo conociendo los antecedentes de patriotismo de los soviéticos, la historia se inclina, para saludar a los valientes.
La Guerra Relámpago (Blitzkrieg) se estrelló en los muros de Smolensk, Vítebsk, Orsha, Velique Luki, Moguiliov y otras ciudades, donde las tropas soviéticas del Frente Occidental frenaron el avance de la maquinaria parda e hicieron imposible la toma de Moscú “sobre la marcha”.
La batalla de Smolensk duró dos meses, tiempo precioso, aprovechado por el Alto Mando soviético para organizar la defensa de la Capital, evacuar parte de la industria estratégica y agrupar mayor cantidad de tropas, llamadas apresuradamente desde el Lejano Oriente y Siberia.
El Ejercito “Centro” alemán recibió las ordenes de pasar a la defensiva (por primera vez desde la Primera Guerra Mundial, la orgullosa Wehrmacht, era obligada a interrumpir una acción ofensiva) y preparase para iniciar la “Operación Tifón”.
El treinta de Septiembre, ya reagrupados, 77 divisiones élites con 14 mil cañones y morteros, 1,700 tanques y 950 aviones fueron lanzados contra Moscú, que en ese momento ya contaba con 95 divisiones, 6,800 cañones y morteros 780 tanques y 545 aviones (Tropas mal avitualladas y técnica obsoleta en su mayoría). Se iniciaba la más importante batalla de la historia del gran país.
No es mi intención relatarles la batalla, pues es ampliamente conocida en sus tres etapas: La defensiva, la contraofensiva y la ofensiva final, que rechazó definitivamente al enemigo, obligando a replegarse a cientos de kilómetros de la sitiada Capital.
A donde quiero llamar la atención, es a la importancia capital de esta primera gran victoria para la sobrevivencia del país y el rumbo general, que a partir de ella, tomó la Segunda Guerra Mundial.
La Victoria soviética en la Batalla de Moscú, es el más importante triunfo de toda la Gran Guerra Patria.
La lógica sencilla indica que la caída de la Capital hubiera destruido la moral de las tropas y el país entero, desorganizando y dificultando la defensa de todo el país y aniquilando a las más experimentadas tropas y mandos soviéticos.
Sin la victoria en los alrededores de Moscú, no hubiera habido victorias en Leningrado, Stalingrado, Kursk, la expulsión de los nazis de Ucrania, Bielorrusia, el Pribáltico, el Cáucaso y las jornadas liberadoras en Europa, incluyendo la invasión a Alemania y por supuesto la capitulación incondicional de los nazis el 9 de Mayo de 1945 en Berlín.
Es cierto que la victoria soviética en la Batalla de Stalingrado, es el punto de inflexión a favor de los aliados en la Segunda Guerra Mundial, pero Moscú es el principio, es donde se rompe el mito de la invencibilidad germana, refuerza la moral de combate de las Fuerzas Armadas soviéticas y se convierte en un laboratorio donde se pusieron a prueba tácticas, estrategias y nuevas armas que fueron utilizadas exitosamente en las grandes batallas en el ulterior transcurso de la Gran Guerra Patria.
Hoy en día circulan varios mitos alrededor de esta resonante victoria soviética, entre ellos que:
El “General Frio “dificultó el avance de las tropas alemanas y propició su ulterior derrota a manos soviéticas.
En realidad esta es una falsedad que no resiste ningún análisis histórico serio. Las condiciones climáticas extremas afectaron por parejo a ambos bandos, tanto a los soldados, como a las maquinas y equipos. Pero fue la defensa organizada y hábilmente ejecutada por los comandantes soviéticos de todo nivel lo que fue restándole velocidad y efectividad al ataque enemigo (por ejemplo, en tres días la aviación civil y los bombarderos soviéticos transportaron a más 5,500 soldados equipados y más de 13,000 toneladas de municiones para una sola operación militar en el transcurso de la batalla).
El ingenio y la improvisación dieron su aporte a la victoria. Las nuevas tácticas de combate como la defensa escalonada en profundidad, las primeras incursiones aéreas nocturnas de la historia, (iniciadas por el piloto V.Talajin del 6to Cuerpo de aviación de caza), el novedoso bombardeo tierra-tierra con artillería reactiva, el perfeccionamiento de la cooperación en combate de Grandes Unidades (Divisiones, Ejércitos y Frentes) oportuna, flexible, y rápida, rindieron sus frutos.
El otoño de 1941 (más que el propio invierno) fue desastroso para un plan flojamente trazado en los búnkeres berlineses que consideró que sus pesados tanques, cañones autopropulsados y vehículos, se moverían a la misma velocidad y eficiencia sobre los barrizales moscovitas, que en la campiña francesa. Esto ocasionó que las líneas de abastecimiento se alargaran y rezagaran “colaborando” con el esfuerzo combativo de las tropas soviéticas, en detrimento de la movilidad y progreso de las fuerzas atacantes alemanas.
Aquí hay que señalar lo decisivo que resultó para alcanzar la victoria en la Batalla de Moscú, el esfuerzo de la retaguardia soviética para, apresurada pero efectivamente, reconvertir el obsoleto inventario de armas y equipos y dotar a las distintas ramas de las Fuerzas Armadas de la técnica militar mas avanzada del mundo: Los Tanques de ruptura “Kliment Voroshilov” KV1 y KV2 apodados “mata-nazis”, los famosos tanques T-34, veloces, equipados con efectivo y letal cañón de 76.2 mm y cuyo diseño geométrico novedoso de planos inclinados o “en fuga” de la torreta y cuerpo (donde se desviaban impactos ofensivos) permitió reducir el grosor de las laminas del blindaje, logrando de paso, economía en los costos de producción y ventajas decisivas en el combate carro a carro. Ha sido este el mayor acierto de los diseñadores de tanques en la historia de las guerras. El PTRD (fusil antitanque sistema Dekteriov, calibre 14.5 mm, práctico, sencillo, portable y muy efectivo, hasta su reemplazo por los lanza-cohetes portátiles RPG-2) dejo cientos de tanques y vehículos blindadas nazis destrozados en los accesos a Moscú, al igual que la artillería reactiva BM-13, “katiuskas” ( montados sobre poderosos camiones todo-terreno ZIL-6 y artillados con cohetes de 82 hasta 300 mm, diseñados por los académicos Artiomov y Tokomirov) devastó las agrupaciones, equipos y fortificaciones enemigas y pudiéndose dislocar, con mucha velocidad, a cualquier escenario de la batalla. Los aviones I-16 (primer Caza monoplano y de tren de aterrizaje retráctil del mundo), IL-2 (“Shturmovik”, que se convirtió en la columna vertebral de la aviación ofensiva soviética), LA-5 (Caza de baja altitud y ataque en picada), MIG-3 (nave de reconocimiento y ataque), PE-2 (bombardero táctico, sustituido mas tarde por el YAK-2), PE-8 (bombardero cuatrimotor estratégico), lograron arrebatarle el dominio de los cielos moscovitas a los Messershmitt nazis y sembrar el pánico entre las tropas enemigas. Los cañones poli-funcionales M39 de 85 mm, los obuses autopropulsados “caza-tanques” SU-139, los morteros de 82 y 120 mm con cargas propelentes, de una potencia nunca vista, aún entre los barrizales de ese otoño, fueron superiores a la ultramoderna y letal artillería alemana.
Es larga la lista de armas que los científicos y obreros soviéticos pusieron justo a tiempo, en manos de sus Fuerzas Armadas para la defensa de su Capital, sin embargo no hay que olvidar al pequeño fusil automático de asalto denominado PPSh-41 (Pistolet Pulimiot Sháguina 1941) que hasta un niño podía disparar y cuya efectividad se aunaba a la facilidad de su producción masiva.
Los innovadores y efectivos artilugios de guerra soviéticos y la moral combativa de las tropas, fueron el verdadero “General Frio” contra el que lucharon y perdieron las hordas fascistas en los accesos a Moscú en 1941.
El ímpetu de la primera ofensiva sobre la dirección Moscú de las tropas teutonas fue frenado paulatinamente por la táctica coordinada de tres frentes soviéticos: El Occidental, el de Briansk y el de Reserva. Correctamente dirigidos por jefes, cuya aplicación de las tácticas y estrategias de dirección del combate es, hasta hoy en día, profundamente estudiada en todas las Academias militares del mundo.
La rápida incorporación de tropas llamadas desde todo el país (principalmente del Lejano Oriente, Kazajstán y Siberia), dio pié a la conformación de nuevas grandes unidades y posibilitó el traslado de soldados y equipos a otros Frentes de guerra (Frente de Kalinin y al Suroccidental y más tarde, al Noroccidental) que pasaron a integrarse al plan general de defensa de la capital.
El borde exterior de este poderoso anillo defensivo incluía, entre otras, a ciudades como Zvienagorsk, Kalinin, Kolomna, Kashira y Tula, cuya inexpugnable defensa empantanó el ataque alemán y marcó, a finales de Octubre, el fin de la ofensiva inicial contra Moscú. Este fue un respiro crucial, que dio oportunidad a estabilizar los sectores débiles o más golpeados por los nazis y reabastecer y reforzar con tropas frescas, a los defensores de la Capital. Cientos de kilómetros de trincheras y líneas defensivas fueron construidos en esos días, por los ciudadanos y reclutas voluntarios alrededor de la ciudad.
La segunda ofensiva general contra Moscú inicio a mediados de Noviembre, registrándose los más fieros combates en la dirección de Klim, Volokolask, Gusenovo y otras pequeñas poblaciones, alcanzando a llegar la avanzada alemana a tan solo 27 kilómetros de la Capital. Sin embargo los Ejércitos invasores fueron frenados definitivamente en las riberas del río Nara.
En los principales escenarios de lucha del (llamado por los alemanes) “Frente Oriental”, los soviéticos iniciaron con regular éxito, su primera contraofensiva, llegando a propinar severas derrotas al enemigo en Rostov.
En estas primeras batallas, en el transcurso de cuatro meses (invierno del 41-42) y con el concurso de nueve Frentes y tres Flotas, se lograron las primeras victorias sobre la - hasta entonces - invicta maquinaria bélica alemana. La onda expansiva de la gloriosa defensa de Moscú, llegaba entonces a todo el país.
El 5 de Diciembre se inicio la contraofensiva general de las Fuerzas Armadas soviéticas en la dirección principal: Moscú.
El Ejercito Rojo, a costa de grandes pérdidas y actos heroicos individuales, fue rechazando al enemigo y liberando poblaciones alrededor de la Capital. Para comienzos de Enero de 1942 la batalla por Moscú, había terminado, con una aplastante victoria soviética: 38 divisiones enemigas habían sido aniquiladas y 12 fueron diezmadas a las puertas de la Capital.
Si hipotéticamente Moscú hubiera sido tomado por el enemigo, la defensa exitosa del País hubiera sido imposible. La feliz táctica kutuziana, utilizada contra las huestes napoleónicas de abandonar -sin lucha- la ciudad a la invasión enemiga, para luego hostigarlo y plantearle batalla en un sitio estratégicamente favorable a la causa, aquí no era una opción viable. Moscú, no solo era la capital administrativa y política del gran Estado soviético, si no, su capital industrial, el mayor nudo ferroviario y fluvial del país.
Aquí se construía o se completaba mas del cincuenta por ciento de los productos, bienes y equipo soviéticos (las fábricas evacuadas apresuradamente, correspondían a un bajo porcentaje de tecnología estratégica, al igual que la cantidad de técnicos, científicos y obreros altamente calificados, que se contaban por millones.
Además recordemos que en los meses tempranos de la invasión, los alemanes habían ocupado los principales centros productivos de Ucrania, Bielorrusia, el Cáucaso y la mayor parte del Pribáltico soviético, con sus reservas de metales, hidrocarburos, alimentos y mano de obra calificada). Las reservas de hidrocarburos y metales estratégicos provenientes de Siberia y zonas alejadas del conflicto, convergían en los parques industriales de los “Oblasts” (Distritos) de Moscú, Tula y Kuibyshev (Hoy Samara, Distrito Federal del Volga) y eran el sustento básico del abastecimiento de combustibles, equipos, armas y municiones para las Fuerzas Armadas soviéticas. Las tropas enemigas liberadas de la misión de la toma de Moscú, sumamente experimentadas y equipadas, seguramente (como lo preveía el “Plan Barbaroja” original) hubieran cruzado los Urales, forzado el Volga y atacado, con todo su poderío, la retaguardia industrial soviética. Este, precisamente, también era el principal objetivo de la Operación “Tifón”.
Estas Grandes Unidades, de haber cumplido su misión, hubieran volcado la balanza estratégica a favor de los nazis, en cualquiera de los frentes de lucha en el territorio soviético. Aniquilada la defensa de Moscú, la caída de todo el país hubiera sido cuestión de tiempo.
La batalla por Moscú, primera gran derrota de los Ejércitos alemanes en la II Guerra Mundial, es sin duda la “Madre de las Batallas” modernas, no solo por su importancia estratégica y política, los sacrificios de su población, la heroicidad de sus defensores, el talento de sus jefes, la cantidad de soldados y armamento involucrados y bajas por ambos bandos, si no, por su enorme carga motivadora, para el resto de soldados que para entonces luchaban por todo Europa contra los invasores fascistas y para todos los Pueblos del Mundo que hasta el día de hoy, luchan contra cualquier forma de opresión, en circunstancias desventajosas e inicuas.
La historia esta construida de hechos y no palabras, pero hay palabras respaldadas convenientemente por los hechos.
El héroe póstumo de la Unión Soviética, comisario político de una escuadra de cazadores de tanques del 1075 Regimiento, V. Klochkov, al ser atacados por veinte tanques alemanes en la aldea de Dubóseko, en los alrededores de la asediada ciudad de Moscú, dijo a sus soldados: “La cosa no es tan terrible, nos toca a menos de un tanque por hombre”.
El enemigo, en cuatro horas que parecieron siglos, perdió 18 tanques. Esa era la moral de aquellos fatigados soldados soviéticos que defendían entonces a su Capital, a su País y al Socialismo.
Edelberto Matus