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Nicaragua: Más agredidos, más dignos


Hay individuos que, por nunca haber tenido razón, por no tener capacidad para tenerla, pero que envidian lo que otros por muy pequeño que sean tienen, usan la fuerza bruta desde el poder de la soberbia para arrebatar lo que nunca les fue suyo.

Este es el comportamiento típico del delincuente, del ladrón que te vapulea, te sangra o te mata, en el peor de los casos, para robarte, para intimidarte a vos o dejar un mensaje a los demás de que él representa el poder y que lo que corresponde a la víctima es callar, someterse, dejar que se le lleven lo que tanto le costó y una vez esclavizado nunca levantar la cabeza porque te va peor.

Sin embargo, los individuos como tales no necesariamente reaccionan por sí solos de esa manera, muchas veces hasta los indeseables son víctimas de malos ejemplos que los inducen a ser malos, perversos y hasta diabólicos pues fueron inducidos a habitar en el mundo oscuro del crimen donde la vida no vale nada ni para el malo ni para el bueno porque el criminal si tiene desprecio por su propia vida, porque no tiene a quien dejar que no sea su propia maldad, pues menos que le importa la vida de los demás, la que cobra y arranca sin menos estupor.

Este perfil que caracteriza al asesino, al que medra en un ambiente de odio, es casi siempre el resultado de la imagen captada en un espejo y tomada, no de otras calañas, sino de colectivos verdaderamente poderosos que con ese mismo perfil actúan ya no contra personas, sino que contra naciones débiles que por querer ser libres e independientes se convierten en un enemigo a destruir.

Digo lo anterior porque se me vienen a la mente dos referentes gansteriles que marcaron, tanto en Europa como en América, épocas sangrientas, famosas por haber sido destapadas por el séptimo arte hollywoodense, como fueron las mafias Sicilianas, de Italia, donde reinaba “El Capo”, di tutti capi. Aquel era el jefe de una familia que, al ser más poderoso o por haber asesinado a los otros jefes de las demás familias, se convirtió en el más poderoso miembro de la mafia.

La otra imagen que se me vienen del control mafioso de los poderosos, que a su paso dejaron tendaladas de víctimas, es la de Alphonse Gabriel Capone, Al “Scarface” Capone cuyo alias fue “AlCapone” quien en los años más duro se la recesión de los años 30s en Estados Unidos, construyó un imperio desde Chicago a base de sangre.

Pues bien, los gobiernos históricamente del imperio norteamericano han sido siempre una mafia a lo largo de su existencia y este último, el de Donald Trump, es el peor y lo es porque su fascismo está conduciendo a la tragedia, tal es el caso de El Salvador, Bolivia, Ecuador y Brasil, a pueblos gobernados por dementes que tienen a esos países destruidos, como Trump tienen al suyo, pero, además agrediendo con saña a países pequeños como el nuestro que es un dolor de cabeza para la Casa Blanca porque a pesar del esfuerzo que Washington hace con los lacayos nacionales, que tiene aquí, ni nos ha visto de rodillas, ni nos verán jamás en la condición de esclavos, porque aquí entre más agredidos somos más dignos resultamos y eso es parte intrínseca de nuestro ADN que se blinda cada vez que la soberbia nos levanta la mano.

Lo más reciente del imperio son las sanciones al Jefe del Ejército de Nicaragua, el General Julio Cesar Avilez y el Ministro de Hacienda y Crédito Público, Iván Acosta, que no son los primeros, ni van a ser los últimos, pero les aseguro que son nicaragüenses que se saben premiados, que se saben con una medalla en el pecho, que son envidiados por el 95% de los nicaragüenses que aman su nacionalidad, porque el imperio los puso en su mira no por corruptos, ni por criminales, sino por razones eminentemente políticas, porque son parte de una visión social y humana que por supuesto no entienden no digieren, no interpretan esos que con toda razón han sido llamados como los enemigos de la humanidad.

¿La más rancia expresión del fascismo imperial, por supuesto solo aplaudida aquí por los coprófagos del oposicionismo, acusa al General del Ejército de Nicaragua y al Ministro de Finanzas como violadores a los derechos humanos, pero entonces quién le confirió autoridad al imperio para sancionar, en realidad agredir a personas o países, quien los ungió como corte de justicia, que autoridad competente juzgó y con qué pruebas condenaron a estos nuestros Nicas?

El fascismo imperial cree que todos somos de su misma condición, pero con nosotros, me perdonan la expresión, se jodieron, porque aquí gobiernan quienes jamás, por atavismo de la historia sobre la cual se formaron, nunca van a condescender ni con la miseria humana externa, ni con la miseria humana interna y porque además se saben respaldados por un pueblo que carga con los dolores de sus ancestros y las cicatrices de la intervención, de la invasión, de la guardia nacional, de la dinastía y la dictadura somocista que fue frustrada por nuestras propias ansias de libertad e independencia, en la asquerosa idea de ubicar a Nicaragua como una estrella más en la bandera de las barras que simboliza a los enemigos de la humanidad.

Basado en lo anterior me pregunto: ¿El Comandante en Jefe del Ejército de Nicaragua y el Ministro de Hacienda y Crédito Público a quien asesinaron, a quien robaron, a quien torturaron, a quien desnudaron, a quien violaron en los tranques, a quien destruyeron su economía, cuando usaron los púlpitos para llamar a bañar de sangre al país, cuantas instituciones quemaron, a cuantos hospitales y ambulancias le pegaron fuego?

A los nuestros, Estados Unidos, únicamente puede mostrar una posición política absurda y vacía, pero los pueblos, sí pueden acusar al imperio norteamericano por crímenes de lesa humanidad y abundan las acusaciones sobre quienes falsamente han querido vender como libertadores y salvadores de un planeta que solo existe en la imaginación peliculera del cada vez más alienante Hollywood.

El imperio norteamericano es culpable, ante el tribunal de la historia, de cienes de miles de muertos, heridos y generaciones afectadas y perdidas, por las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.

Es culpable de la hambruna de Bengala de la India Británica en 1943 durante la Segunda Guerra Mundial que provocó la muerte de alrededor de 3 a 4 millones de hindúes por inanición o por enfermedades relacionadas con la hambruna.

Estados Unidos es culpable de la extensa campaña de bombardeos contra Corea del Norte, de 1950 a 1953, que dejó un total de 1,500,000 víctimas civiles incluidas muertes, lesiones y desaparecidos.

Resumen Latinoamericano revela en un estudio que las fuerzas militares eran directamente responsables de unos 10 a 15 millones de muertes durante las guerras de Corea y Vietnam y las dos guerras de Irak.

La Guerra de Corea también incluye muertes chinas, mientras que la guerra de Vietnam también incluye muertes en Camboya y Laos.

 El público estadounidense probablemente no es consciente de estos números y sabe aún menos sobre las guerras de poder para los que los Estados Unidos también es responsable.

En las últimas guerras hubo entre nueve y 14 millones de muertes en Afganistán, Angola, República Democrática del Congo, Timor Oriental, Guatemala, Indonesia, Pakistán y Sudán.

Los Estados Unidos son los culpables de las masacres en Chicago contra los trabajadores y las mujeres por los cuales las Naciones Unidas declararon el Primero de mayo y el 8 de marzo como Día Internacional del Trabajador y Día Internacional de la Mujer respectivamente.

La historia de las intervenciones de Estados Unidos en América Latina y el Caribe, mediante el empleo de su Agencia Central de Inteligencia, la CIA, otros servicios especiales y sus fuerzas armadas, son harto conocidas y se encuentran bien argumentadas, incluso en documentos oficiales desclasificados por los mismos yanquis.

Desde que México fue la primera víctima de la tristemente célebre doctrina Monroe léase “américa para los estadounidenses”, entre 1846 hasta este mes de mayo de 2020, que sus mercenarios intentaron un operativo invasivo para promover un golpe de estado y secuestrar al presidente Nicolás Maduro de Venezuela y llevarlo al imperio, hay contabilizadas 43 operaciones magnicidas y genocidas en diferentes partes del mundo que no puedo pormenorizar porque pasaría toda una semana mencionándolas por lo que todo lo dicho es apenas una muestra, la punta del iceberg, de todas las barbaridades que el imperio norteamericano, el poder más oscuro, malvado y dañino a lo lardo de la humanidad, pero es quien nos quiere juzgar a nosotros, cuando nuestro país almacena en su memoria histórica escenas trágicas y dantescas de todas las atrocidades que nos hicieron en tanto nunca hubo o entró en acción un pensamiento liberador, nacionalista y celoso de nuestra verdadera independencia que le golpeara la mesa como lo hace nuestro pueblo y su dirigencia.

Por: Moisés Absalón Pastora.

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