Mayo de 2020, a juzgar por las declaraciones de altos funcionarios estadounidenses y las acciones en los últimos días de abril, estará marcado por la creciente sinofobia en los Estados Unidos y el desarrollo de medidas especiales contra China.
En la última semana de abril, tuvieron lugar tanto la escalada retórica como el despliegue de fuerza.
El 27 de abril, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, dijo que “estamos llevando a cabo investigaciones muy serias.
Y no estamos contentos con China. No estamos contentos con toda esta situación, porque creemos que podría detenerse inicialmente, detenerse rápidamente y no se habría extendido por todo el mundo…” (1).
Y a la pregunta del periodista sobre si Estados Unidos hará lo mismo que Alemania, al demandar a China por 130 mil millones de euros por el daño causado por el coronavirus, Trump dijo que “tenemos formas de hacer las cosas mucho más fáciles que eso… y estamos hablando de una suma mucho mayor que la de Alemania”.
Aunque no se recibió tal ultimátum del gobierno alemán, y la versión liberal de Bild lanzó la versión de la compensación, varios medios comenzaron a interpretar las palabras de Trump sobre las medidas contra China (2).
Pero dentro de los Estados Unidos, comenzaron a hablar sobre la necesidad de multar a China en marzo (3).
Las especulaciones sobre lo que hará Estados Unidos han ido tan lejos como para discutir incluso la posibilidad de cancelar la deuda de Estados Unidos con China, que supera los billones de dólares (4).
Y en algunos estados de EE. UU., ya se han presentado demandas colectivas.
China también apareció en el comunicado de prensa del 29 de abril del Secretario de Estado Mike Pompeo cuando declaró que “China y Rusia estaban vendiendo armas a Irán e Irán, a su vez, está llevando a cabo campañas terroristas con la ayuda de Hezbolá y las milicias chiítas en Irak” (5).
En respuesta a una pregunta sobre la financiación de China para la OMS, Pompeo señaló que el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular China, así como varios medios de comunicación chinos, están difundiendo información errónea sobre el coronavirus, y enfatizó que “esta no es la primera vez que un virus proviene de China”.
Paralelamente a los ataques verbales, el Pentágono envió buques de guerra al Mar del Sur de China (6). En este caso, Estados Unidos se adhiere al mito de “garantizar la navegación libre”.
El 28 de abril, el destructor de misiles USS Barry se acercó a las Islas Paracelso, que en china son conocidas como Xisha Qundao. Al día siguiente, el crucero de misiles USS Bunker Hill se dirigió a las Islas Spratly (Nansha) (7).
China se limitó a una advertencia y pidió al ejército estadounidense que abandone la región.
El mito del coronavirus nacido en China es muy adecuado para justificar una nueva presión sobre China. Washington quiere obligar a Beijing a jugar según sus reglas. Y se refieren no solo a estos dos países, sino a la distribución del poder en todo el planeta.
Los pensamientos del general de las Fuerzas Terrestres Herbert Macmaster, quien fue asesor de seguridad nacional de Donald Trump en 2017-2018, parecen bastante sintomáticos.
En una edición de mayo de The Atlantic, publicó un artículo sobre políticas para contener a China (8). Es poco probable que la publicación de este material coincida accidentalmente con la escalada actual.
En el artículo, Macmaster señala que China tiene una visión especial del mundo y la historia.
La publicación comienza en un tono bastante ingenuo. McMaster escribe que “China se ha convertido en una amenaza porque sus líderes están promoviendo un modelo cerrado y autoritario como una alternativa al gobierno democrático y una economía de libre mercado.
El Partido Comunista Chino no solo fortalece un sistema interno que sofoca la libertad humana y expande su control autoritario; también exporta este modelo y lidera el desarrollo de nuevas reglas y un nuevo orden internacional que haría al mundo menos libre y menos seguro.
Los esfuerzos de China para expandir su influencia son evidentes en la militarización de las islas artificiales en el Mar del Sur de China y el despliegue de sus capacidades militares cerca de Taiwán y el Mar del Este de China.
Pero la naturaleza compleja de las estrategias militares y económicas del Partido Comunista Chino lo hace especialmente peligroso para Estados Unidos y otras sociedades libres y abiertas”.
También menciona los logros de la dinastía Ming y el establecimiento del poder marítimo de China, cuya flota surcó los océanos más de cien años antes de los descubrimientos de Cristóbal Colón.
Por lo tanto, China debe ser percibida como un poderoso imperio. Según McMaster, en este momento, “los líderes de China creen que se les ha abierto una pequeña oportunidad para fortalecer su gobierno y revisar el orden internacional a su favor”.
Además, “los objetivos del Partido Comunista Chino están dirigidos contra los ideales e intereses estadounidenses”.
Según Macmaster, China está siguiendo una estrategia de cooptación, coerción y ocultamiento. Además, Beijing está promoviendo tres planes interconectados: “Hecho en China 2025”, “Iniciativa de la Ruta de la Seda” y “Fusión Civil-Militar”. El primero es hacer que China sea totalmente independiente en ciencia y tecnología.
El segundo se relaciona con la inversión en la infraestructura de la región del Indo-Pacífico, Eurasia y otras partes del mundo.
El tercero representa el plan más totalitario y consiste en crear una red de inteligencia global dedicada al espionaje y los ataques cibernéticos.
Lo siguiente se refiere a la necesidad de desarrollar una estrategia de respuesta adecuada. Se dice que “cualquier estrategia para reducir la amenaza de las políticas agresivas de China debería basarse en una evaluación realista de cuán fuertemente influyen los Estados Unidos y otras fuerzas externas en la evolución interna de China”.
La influencia de estas fuerzas externas tiene limitaciones estructurales porque el partido no abandonará la práctica que considere necesaria para mantener el control. Pero tenemos herramientas importantes además del poder militar y la política comercial”.
Se refiere a las herramientas de las ideas liberales, como el libre intercambio de información, la diversidad de la tolerancia en una sociedad abierta, así como a los disidentes chinos que abandonaron el país.
Además, McMaster pide medidas duras contra cualquier empresa china que de alguna manera esté relacionada con la violación de los derechos humanos en China; defenderse contra la inteligencia china y sus agentes de influencia; involucrar a todos los disidentes chinos y facilitar la salida de un gran número de jóvenes del país para que estén imbuidos de las ideas del liberalismo occidental.
El conocido autor de una serie de libros sobre geopolítica y fiscal federal Francis Sempa compara la propuesta de McMaster con el “largo telegrama” de George Kennan de 1947 (9), firmado como el Sr. X, donde propuso una gran estrategia para frenar la posible expansión comunista de la URSS, que condujo a la creación de un bloque de la OTAN y otras alianzas militares lideradas por los Estados Unidos.
Francis Sempa observa un parecido con las propuestas de Kennan para centrarse en las fortalezas de los Estados Unidos, como la libertad de expresión, la libertad de prensa y el estado de derecho, calificándolas de “una ventaja competitiva y un gran motor de innovación y prosperidad”.
Además, Sempa amplía y profundiza la visión de McMaster, señalando que “las tímidas recomendaciones de McMaster no conducirán al colapso gradual ni al debilitamiento del poder comunista de China.
Una política de contención dura y vigilante basada en la comprensión de la historia y la geografía china en la región del Indo-Pacífico será más efectiva y estará más en la línea de las tradiciones de la política exterior de Estados Unidos, que reconoce la necesidad de evitar que el poder hostil controle los centros de poder clave en la masa terrestre de Eurasia “.
Obviamente, EE. UU. ve a la China moderna como un “poder hostil” con sus iniciativas de infraestructura como la “Ruta de la Seda” y la “Ruta Digital de la Seda”, que se dirigen a Eurasia.
Por lo tanto, en el futuro cercano, debemos esperar la actividad de los Estados Unidos en la promoción de una estrategia anti-china con sus socios tradicionales en la región: Corea del Sur, India y Taiwán, así como los países de la ASEAN y la India. Habrá una mayor atención a los países de Asia Central.
Y, por supuesto, en el teatro europeo, Washington intentará en la medida de lo posible conseguir el apoyo de sus satélites para contrarrestar la expansión económica china.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Notas:
https://www.geopolitica.ru/es/article/la-operacion-de-remuneracion