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Nicaragua: Libertad con responsabilidad.


La libertad, desde mi punto de vista, es el valor más preciado de la humanidad porque cienes de millones de personas, desde que hubo Creación, murieron por ella y estaremos siempre dispuestos a morir por para tenerla y una vez alcanzada para defenderla.

La libertad es tan, pero tan valiosa, que palparla es una inmensa responsabilidad y demanda mucha sabiduría para administrarla porque su existencia no es compatible con ningún tipo de excesos y el más grande de esos excesos es la mentira porque lo que hacemos entonces es poner en peligro nuestra libertad.

La libertad es un factor de felicidad y por eso no podemos permitir que nada la contamine mucho menos aceptar como válido o legítimo que a nombre de ella algunos crean poder hacer lo que se les antoja desde un concepto errado de lo que realmente representa para la humanidad.

La libertad por el hecho de que sea plena no significa que no tenga fronteras porque cuando estas se sobrepasan perdimos la libertad y pasamos al áspero y oscuro mundo del libertinaje donde la vida, la dignidad, el respeto y la tolerancia pasan a ser cualquier cosa en una sociedad corrompida por la anarquía y la sedición.

La libertad es una columna fundamental en la cotidiana construcción de la democracia y es la fortaleza de toda sociedad que con responsabilidad la goce y la fomente porque en la medida que yo sepa vivir mi libertad en esa misma medida voy a ser capaz, si luché por ella o por el solo hecho de disfrutarla a costo del sacrificio de otros, de hacer patria para los demás.

Desgraciadamente en nuestro país la libertad es poca cosa para los desadaptados e insatisfechos que creen que esta les da derecho a matar, a mentir, a plantear descaradamente desde la sicología del terror, que siendo ellos una ínfima minoría son los únicos con derecho a ser libres para hacer lo que quieran contra una inmensa mayoría a la que quieren esclavizar desde un poder que ni tienen ni tendrán.

El constante asedio contra la libertad por parte del terrorismo criollo que habita en la oscuridad del libertinaje está colmando la tolerancia de cada nicaragüense que, a pesar de ser ofendido, ultrajado y humillado, tras los eventos del 18 de abril del 2018, no se harta de tanta infamia y mentira descarada que pretende reeditar la tragedia que causaron hace dos años y a la que creo hay que poner un freno contundente.

La libertad no significa desnaturalizarnos y vivir como nos ronque. Hasta los animales en la selva tienen normas de convivencia porque saben contra qué pueden y contra qué no pueden, en que territorio habitar y en cual no. Aquí sin embargo los que hacen del libertinaje su modelo de operación estimulan sin ambages el crimen sugiriendo el asesinato contra las autoridades o contra todo aquel que encontrándose hasta en la más baja llanura, cargue por pecado ser sandinista, pensar como sandinista, apoyar desde otras corrientes al sandinismo o también contra los que no son ni chicha ni limonada, porque la delincuencia politiquera del oposicionismo criollo sustenta aquello de que “o estás conmigo o estás contra mí”.

Para mí la libertad es ser quien soy y no lo que los demás esperan que yo sea. Incluye mi libertad decidir dónde quiero estar en cada momento. Mi libertad es pensar lo que pienso y no necesariamente lo que debería sentir o lo que otros hubieran sentido o lo que esperan que yo sienta.

Mi libertad es correr los riesgos que yo decida correr, siempre y cuando esté dispuesto a afrontar por mí mismo los costos de dicho riesgo porque vivir esa libertad tiene sus normas, tiene sus responsabilidades y gozar esa libertad para nada significa ignorar la ley.

Libertad es salir al mundo a buscar lo que creo que necesito, en lugar de vivir esperando que otro me dé el permiso para conseguirlo y eso significa que si me lo propongo no voy a tener detentes para conseguir lo que quiero siempre y cuando dependa de mí valores y no de lo que otros quieren que haga por ellos.

Tenemos el derecho de pensar, de sentir, de expresarnos, de elegir, pero no el derecho de mentir ni de inocular ese odio criminal que te mata la vida o el alma.

Podemos elegir lo que sentimos y aunque no podamos hacer lo mismo con lo que nos pasa sí podemos decidir qué hacer con lo que tenemos y aquí tenemos una Nicaragua que a pesar de nuestras distancias la estamos reconstruyendo pasando por encima de las cobardes e infames maniobras de quienes la quieren hundida solo porque no son ellos quienes la gobiernan.

La libertad es una gran responsabilidad y los comunicadores tenemos una inmensa incidencia en el cuido de sus altísimos valores y por eso creo firmemente que si en otros países los medios de comunicación que promueven la muerte, el crimen, la sedición y el odio han sido cerrados y sus dueños encarcelados, aquí deberíamos comenzar a perfilar medidas de esa naturaleza porque aquellos que no entienden el valor de la libertad para los demás también ponen en riesgo la seguridad, la vida, la hacienda, también de los demás y eso simplemente no es posible porque aquí en Nicaragua un grupejo de miserias humanas se la pasan tocando los huevos al tigre creyendo que la tolerancia es ilimitada y que los que queremos la paz, por ser mansos, no somos capaces de reaccionar y se equivocan.

Hablo de la libertad con responsabilidad porque es inadmisible que sigamos viendo, sin reaccionar, tanta mentira que no solo se repite en las inhóspitas redes sociales, sino que en televisión abierta, en canales como el 10, el 12, el 14, el 23, en emisoras como la Corporación o en el partido de papel de la carretera norte, que chorrean sangre cada vez que invaden la inteligencia y el sentido común del nicaragüense que aunque sabiendo distinguir entre la luz de la verdad y la oscuridad de las tinieblas, no deja de ser sometido a un bombardeo infame y sostenido contra la paz de cada individuo y de toda la sociedad en su conjunto.

Yo soy comunicador, soy periodista, estoy consciente que por ser generador de opinión hay quienes me detestan por lo que escribo y expreso, pero saben qué, yo no hablo ni pienso con odio yo voy contra el odio y detesto porque la conozco y estuve dos veces en ella la guerra y seguramente muchísimas cosas que digo molestan a los que habitan en la infernal puchilandia, pero eso sí, no miento y si alguna vez lo hiciera y alguna miseria humana se sintiera ofendida que me demande porque eso es lo que se hace para acabar con la mentira.

Yo entiendo que las autoridades de gobierno no quieren entrar en el desgaste de perder el tiempo siendo contestatarios de tanta estupidez que se dice, pero la ciudadanía que busca cómo sobrevivir, ahora desde una realidad más compleja por lo del COVID-19, se sorprende, por casos y casos, que hemos conocido donde pandémicos en el oposicionismo traspasaron la raya de lo admisible y no pasa nada cuando lo que se afecta es la psiquis de las personas y ya no hablo de los absurdos politiqueros sino de la mentira criminal que ahora nace del Coronavirus porque todo aquel que muere es por la peste y todo porque les revuelve la vida que sigamos siendo, hasta hoy, el país que tiene las estadísticas más bajas de contaminación.

Hay muchos mecanismos de prueba de los cuales hacer uso para demandar por la vía judicial a quienes invocando la sedición ponen en riesgo la seguridad del país, la dignidad de las personas, la estabilidad y sobre todo el desarrollo económico de la nación porque todo lo que hacen es para justificar las millonarias partidas que vienen del imperio, lo que tiene una connotación mayor porque hablamos de traición a la patria.

Por: Moisés Absalón Pastora.

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