Puede que una celebración no responda totalmente al día que se realiza ni responda totalmente a los símbolos que se blanden, pero la fuerza de la misma no pierde por ello su valor.
Cuando nos fijamos en el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, y en aquello que es más emblemático del día, el color morado (violeta, según matices), y hacemos referencia al incendio de la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York, puede que algunos datos no nos coincidan.
Pero este baile de datos no desmerece nada el día, sus símbolos y sus reivindicaciones.
De hecho la lucha por la igual de géneros, y, especialmente, por la igualdad laboral, había comenzado años antes del fatídico incendio, y ya en 1909 el Partido Socialista de los Estados Unidos de América declaró como día de celebración el 28 de febrero, y siguieron haciéndolo coincidir con el último domingo de febrero hasta el año 1913.
Mientras tanto la Internacional Socialista unos años antes, en 1910, estaba totalmente implicada en conseguir el sufragio femenino y en defender los derechos de la mujer.
En dicha conferencia las delegadas del Partido Socialista norteamericano, Lena Morrow Lewis y May Wood Simons proponen que se celebre el último día de febrero el Día de la Mujer.
La propuesta fue apoyada por la socialista alemana Clara Zetkin, que vemos no fue la autora de la idea sino que pidió se aprobara la celebración de un Día Internacional de la Mujer “siguiendo el ejemplo de las camaradas norteamericanas (el Woman’s Day) se dedicará un día especial a las mujeres para promover el sufragio femenino.
Gracias a esta internacional el año siguiente, 1911, se celebró por primera vez el Día Internacional de la Mujer en algunos países europeos, pero en este caso la fecha elegida fue el 19 de marzo, ya que la Internacional había dejado abierto este capítulo.
Pero ese mismo año sucedió algo impacte: el incendio de Triangle Shirtwaist, justamente pocos días después un 25 de marzo.
A partir de aquí, como telón de fondo el recuerdo del incendio, los acontecimientos se precipitan, a pesar de los obstáculos que suponen las guerras mundiales.
En 1917, y como reacción a más de los dos millones de muertos como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, las mujeres rusas reaccionan, y deciden que el último domingo de febrero se declaran en huelga. Sus peticiones: paz y pan.
La Revolución Rusa está en las puertas, el Zar Nicolás II es obligado a abdicar y el nuevo gobierno ruso, el gobierno provisional, concede el voto a las mujeres.
Este hecho fue un domingo 23 de febrero, fecha del calendario juliano que se utilizaba en ese país, pero dicha fecha pasada al gregoriano era el 8 de marzo.
Finalmente llega el reconocimiento internacional, cuando, en 1975, la ONU decide que ese sea el Año Internacional de la Mujer, y su celebración, el 8 de marzo.
Pero no olvidemos que la historia comienza en Nueva York, en una fábrica de camisas, y en un incendio previsible por la falta de seguridad, y del que era prácticamente imposible escapar, ya que era una trampa mortal segura: las obreras estaban encerradas bajo llave por orden de los propietarios.
¿Qué pasó ese 25 de marzo de 1911 que supuso ese punto de inflexión?
Ese día a las 16:40h de la tarde se produce un incendio en el edificio Asch de Nueva York, en el distrito de Manhattan.
Un edificio de 10 pisos, siendo los tres últimos (8º, 9º y 10º), los que ocupa la fábrica de camisas. Fallecen 146 personas, fundamentalmente inmigrantes de la Europa del Este, muchas de ellas de familias judías, y también de origen italiano.
De las 146 personas, 123 eran mujeres. Sus edades entre los 14 y los 23 años, de hecho la víctima de más edad tenía 48 años.
Se desconoce como se inicio el incendio,
Pero las trabajadoras no pueden escapar, no había suficientes escaleras de incendios, y la única que encuentran en la novena planta no lleva a ninguna parte y es tan frágil que se dobla por el peso de las trabajadoras.
Están encerradas, según los propietarios, para evitar robos de material, la verdad es que es para una manera de controlar posibles protestas sindicales. No tienen escapatoria.
Algunas trabajadoras tiran las telas por las ventanas, la gente de la calle pensó en su momento que era para salvar las piezas, en realidad quieren salvarse ellas. Pero ninguna es lo suficientemente larga para llegar a sitio seguro. Otras trabajadoras se lanzan desde las ventanas en un intento de escapar de las llamas.
¿Cómo se llegó a esta situación?
En el sector textil la mayoría eran trabajadoras en unas condiciones de explotación. Su jornada laboral comenzaba a las 8 de la mañana y terminaba a las seis y media de la tarde. Tenían un pequeño descanso de media hora para comer.
Pero estos datos no se ajustan a la realidad. Los patrones podían retrasar a media jornada el reloj, de tal manera que se veían obligadas a trabajar una hora más, y, evidentemente, no podían cuestionarse este engaño que era patente y usado con bastante frecuencia.
Pero esta jornada semanal de cincuenta y seis horas podía aumentar, según criterios de los dueños, hasta sesenta.
Todo ello provocó una serie de huelgas entre los años 1909 y 1910. El 27 de febrero de 1909 se inicia un paro en diferentes empresas textiles, esta huelga afecta, además de Nueva York, otras ciudades de Estados Unidos.
Las demandas son claras: una jornada fija de cincuenta y dos horas semanales (no modificables a lo largo del año), y en caso de necesidad de la empresa, las horas extras no pueden afectar a más de tres días por semana y tienen que ser de inferiores a dos horas; otra petición era en aumento salarial y de las condiciones de trabajo, así como el reconocimiento de derechos sindicales.
La empresa Triangle Shirtwaist era propiedad de Judios Max Blanck y Harris Isaac, inmigrantes que habían comenzado con un pequeño comercio con este nombre.
Por el buen funcionamiento del negocio deciden trasladarse al edificio Asch, concretamente a la novena planta, y según fueron prosperando ocuparon la superior y la inferior, la octava y la décima.
Fabricaban mayoritariamente blusas de mujeres, shirtwaist, de cintura estrecha y mangas anchas.
El 15 de febrero de 1910 termina la huelga, pero las empresas de la compañía Triangle Shirtwaist, no llegan a ningún acuerdo.
En esta empresa las obreras hacían turnos de 14 horas y el promedio de su salario semanal era de unos 7 dólares.
El incendio se declaró a las 14:30h pasadas, había 600 trabajadores en la fábrica, 500 eran mujeres.
El fuego comenzó en la octava planta, los trabajadores estaban a punto de terminar parte de su jornada, recogiendo el material y sus pertenencias.
Algodón, papel de seda y madera, artículos de uso diario en la fábrica, prendieron rápidamente.
Intentaron apagar el fuego con cubos de agua, pero era incontrolable, la "manguera no funcionaba", no estaba conectada al agua.
Intentaron avisar por teléfono a los pisos superiores, a la novena planta ya había llegado el fuego y sólo la décima pueden reaccionar a tiempo.
Comienza el pánico. Corren a los ascensores que tienen una capacidad máxima de 15 personas, pero en estos momentos llegan a ser ocupados hasta por 30.
Los ascensores suben hasta tres veces evacuando trabajadoras pero el calor y el humo los hacen insoportables. El fuego llega al hueco del ascensor.
No es una vía de escape posible. Acuden a las escaleras de incendios.
El edificio debía tener tres escaleras de acceso, pero dos eran demasiado estrechas e inservibles en caso de emergencia.
Corren hacia las escaleras, unas pocas consiguen salvarse pero la escalera se desploma por el peso.
En la décima planta, que han recibido el aviso por teléfono, y es la última del edificio, consiguen llegar al tejado del inmueble. En esta última planta estaban los dueños de la fábrica.
Las trabajadoras corren por los pasillos de la fábrica para escapar, es el último camino que les queda, pero se encuentran las puertas cerradas con llaves.
La desesperación, el miedo, el humo, el fuego. Abren las ventanas y ven ella su única vía de escape. Se lanzan al vacio.
Desde la calle la gente ven aterrorizados e impotentes lo que pasa.
Ven caer los cuerpos de las 62 personas que huyen del fuego. Una testigo comentó, años más tarde, “esa sensación horrible de impotencia al ver chica tras chica asomarse a la ventana, con las llamas detrás, y lanzarse”.
Algunas, incluso, fueron alcanzadas por las llamas, y se convirtieron en bolas de fuego.
Los bomberos llegaron rápidamente, pero sus escaleras no superan la sexta planta.
Las causas de las muertes fueron el fuego, la inhalación de humo y los derrumbes en el interior del edificio, a ello hemos de añadir las que saltaron por las ventanas desde los pisos 8º al 10º.
Aunque el incendio se apagó en treinta minutos, sus consecuencias fueron abrumadoras.}
Ciento cuarenta y seis personas muertas, trece hombres y ciento veintitrés mujeres. Siete cadáveres no se pudieron identificar.
Los propietarios del Triangle shirwaist fueron juzgados por homicidio y declarados no culpables.
¿Quiénes eran Isaac Harris y Max Blanck?
Harris y Blanck llegaron a Estados Unidos en el año 1890 procedentes de Rusia de origen Judio.
De hecho no se conocían, pero ambos comenzaron a trabajar en el comercio textil. Después de diferentes trabajos por separado hacen amistad y se asocian en 1900, fundan Triangle Waist Company.
En este momento ya comienzan a ser conocidos como “los reyes de las camisas”, camisas económicas que vendían al precio de 3 dólares.
Su vida cambia radicalmente por su éxito, han pasado de su pequeña tienda al edificio en el cual se producirá el incendio.
Producen unas mil camisas diarias y ello les proporciona grandes beneficios. Cuando se produce la huelga de 1909 la viven como un ataque personal, y en vez de dialogar y negociar optan por una política de empresa más radical: despedir trabajadores, contratar policía privada, etc.
Pero al no ceder los trabajadores en su huelga aceptan una única reivindicación: acortar las horas de trabajo.
Tras el incendio se supo que no tenían ninguna medida de seguridad, y que los trabajadores estaban encerrados sin posibilidad de salir del edificio.
Como reacción del público al conocimiento de las condiciones laborales dejó de comprar sus camisas y los diarios empezaron a publicar la vida de lujo que llevaban los propietarios.
Concedieron entrevistas a la prensa, pero aún así y todo el público no les creía.
Había infinidad de testigos y testimonios de los hechos, y cuando fueron llevados a juicio la táctica de sus abogados fue desacreditar a los supervivientes, sin casi estudios y con escaso conocimiento del inglés fueron una presa fácil.
Acusados de homicidio no premeditado, y declarados inocentes por el jurado, saldaron su cuenta pagando 75 dólares a la familia de cada víctima.
Pero la jugada les salió perfecta, ya que el seguro contra incendios les pagó 200 mil dólares, aproximadamente 400 dólares por víctima, con lo cual ganaron 325 dólares por cada obrera muerta.
Los empresarios siguieron con su trabajo y sus costumbres, de hecho una inspección realizada en 1913 determinó que no tenían suficientes medidas de seguridad. Y el 1918 cerraron la compañía.
El 8 de Marzo
El 8 de marzo recordamos estos trágicos hechos que, como ya hemos dicho, sucedieron en realidad un 25 de marzo de 1911.
Algunos autores han comentado que el color de las telas era morado y de ahí la elección del mismo, pero no es seguro que sea así.
No obstante este color se convirtió en el que representa a un colectivo y recuerda un acontecimiento.
Sin embargo es gracias a la Revolución Rusa de 1917 y a la obtención del voto de las mujeres de ese país, cuando la fecha aparece ya como tal.
Fue un domingo 8 de marzo en nuestro calendario gregoriano (en juliano el 23 de febrero), y es el recuerdo de ese primer día en que fueron plenas ciudadanas con capacidad de voto.
Y la ONU, a partir de 1975, fija esta fecha como la que ya conocemos: el Día Internacional de la Mujer.
Un recuerdo a tantas mujeres que vivieron, trabajaron, reivindicaron y lucharon, y pasaron anónimas, aunque su fuerza y su esfuerzo nos haya conducido hasta hoy.
Los hechos son contundentes y tozudos, los cambios se han producido poco a poco, pero todavía hay mujeres que trabajan en unas condiciones laborables deplorables, que luchan por un futuro mejor en un horizonte negro, que ven que el beneficio empresarial es cada vez mayor, y es el único objetivo.
Y como decía el diario The New York Herald en el relato de los hechos: infierno en la tierra para 150 mujeres y chicas para beneficio de unos pocos (hell on earth for 150 women and girls for the profits of a few)
https://clubcortum.wordpress.com/2017/03/06/el-beneficio-de-unos-pocos-el-incendio-de-triangle-shirtwaist/