Un día como hoy en 1993, el embajador de EEUU en Bolivia, Charles Bowers, manifestó que “es una realidad inocultable que la mayor parte del cultivo de la hoja de coca del Chapare se destina a la producción de cocaína y, por ello, debemos terminar con el MITO DE LA HOJA SAGRADA”. Estas declaraciones fueron condenadas en el país porque la hoja de coca es parte de la cultura nacional, de la dieta alimenticia y cuenta con altas cualidades medicinales.
El diplomático vertió estas palabras en oportunidad de visitar la región cochabambina del Chapare junto a 20 empresarios cruceños, con la finalidad de comprobar las condiciones en que se desarrollaban las actividades productivas que eran apoyadas por USAID bajo el programa de desarrollo alternativo.
En esa línea, Bowers “no solo cree en el apoyo de los empresarios al programa de desarrollo alternativo, sino que considera que a la larga la solución de la lucha contra el narcotráfico deberá estar en manos del sector privado”.
A su vez, el embajador insistió en la “necesidad de que todos los sectores nacionales participen decididamente en la estrategia antidrogas que comprende erradicación de cocales, interdicción y desarrollo alternativo”.
Por otro lado, las declaraciones no fueron bien recibidas por algunos políticos bolivianos. Tal es el caso de los diputados del MBL, CONDEPA y ADN. En el caso del diputado condepista, Ricardo Paz, propuso un proyecto de declaración camaral condenando las ofensas contra las tradiciones y la cultura milenaria del país.
Por su lado, el diputado adenista y presidente de la Comisión de Narcotráfico, Guido Camacho, sostuvo que “no debe terminar el mito de la hoja sagrada, sino la satanización de la hoja de coca que ha convertido a ese vegetal en sinónimo de cocaína”.
En relación a la propuesta del embajador Bowers en torno a privatizar la lucha antidroga, los diputados Camacho y Sandoval, repudiaron la propuesta indicando que este planteamiento va en contra de la Ley 1.008, normativa que determina que es el Estado boliviano el responsable de esta tarea.
“Creo que la fiebre de la privatización está obnubilando a algunos diplomáticos y podría convertirse en un boomerang contra las estructuras sociales de las potencias y de los países del tercer mundo”, aseguro el diputado adenista Camacho.
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