La derecha venezolana busca mostrar haber participado de la Asamblea General de Naciones Unidas. Se trata, en realidad, de una simulación sostenida por medios de comunicación y el gobierno norteamericano. En conversación con Sputnik, Olga Álvarez, abogada constitucionalista, explica la estrategia de la simulación y el balance diplomático real.
La arquitectura de asedio diplomático contra Venezuela planteó una avanzada en el marco de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en Nueva York, en reuniones con representantes enviados por el autoproclamado presidente Guaidó, en un esquema que la abogada constitucionalista Olga Álvarez llama de "simulación".
"Se utilizan espacios paralelos de ONU como forma de simular que se está dando en el marco de la ONU, pero ninguno de estos temas se está dando dentro del espacio diplomático de Naciones Unidas, son espacios paralelos para simular que son temas de agenda dentro de ONU", explica Álvarez.
Esos espacios paralelos "los puede utilizar cualquier grupo medianamente organizado que los solicite teniendo dinero y relación con una ONG con estatus consultivo", agrega.
La estrategia de simulación cuenta con el apoyo de los medios de comunicación aliados que reportan las reuniones como si ocurrieran en la ONU, sin aclarar que no forman parte de la agenda del encuentro multilateral. Así los partidos Voluntad Popular y Primero Justicia, buscan ser presentados como "Gobierno legítimo de Venezuela" reconocido en la reunión principal de la diplomacia mundial. La realidad es otra.
Tres acciones y una declaración inesperada
La primera reunión fue la del denominado Grupo de Lima, un espacio de articulación de gobiernos de derecha del continente latinoamericano y de Estados Unidos (EEUU) conformado en el 2017 con el único fin de atacar diplomáticamente al gobierno de Venezuela.
El Grupo fue una de las primeras simulaciones de legalidad diplomática: "No es una institución jurídica, no existe en el derecho internacional, es un club de amigos que tiene como objetivo común ser enemigo del gobierno bolivariano, eso es lo único que los une", analiza Álvarez.
El resultado de esa reunión fue una repetición de las declaraciones anteriores: acusaciones al Gobierno venezolano y anuncio de nuevas medidas económicas y diplomáticas para "aumentar la presión". En la reunión estuvo Elliot Abrams, el enviado especial de EEUU para el caso Venezuela.
"Necesitamos más presión aún, más sanciones y ustedes verán más sanciones por parte de EEUU", afirmó, y, volvió a subrayar como en la mayoría de sus declaraciones que: "no estamos hablando de un paso militar".
La segunda reunión fue la de cancilleres de países miembros del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) que "sí existe en el derecho internacional como un tratado previo a la constitución de la Organización de Estados Americanos (OEA), que perdió su vigencia hace mucho tiempo", analiza la abogada.
La reunión del TIAR fue la más esperada por parte de la derecha que apuesta a una salida intervencionista a la crisis venezolana. Su reciente activación, el 11 de septiembre, significó un nuevo paso en el intento de asfixia diplomática combinada con amenaza de uso de la fuerza.
"La naturaleza del TIAR no es atacar a un país dentro del continente, la posibilidad de levantar listas con supuestos terroristas o narcoparamilitares para acusar de forma difamatoria autoridades del Gobierno nacional tiene como objetivo tener, desde la simulación, unos instrumentos para justificar nuevas agresiones contra Venezuela", analiza la abogada constitucionalista.
En la declaración firmada, fueron aprobados diferentes mecanismos para amplificar el cerco económico, financiero, y permitir posibles pasos peligrosos en la persecución ilegal contra funcionarios venezolanos, en particular a través de las extradiciones.
La tercera reunión fue el miércoles en un encuentro con doce presidentes latinoamericanos, el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, y el presidente Donald Trump. La misma contó con el peso simbólico de la presencia del jefe de Estado de EEUU y tuvo entre sus resultados la aprobación de un desembolso de 119 millones de dólares.
Entre esas reuniones ocurrió una declaración inesperada: Lilian Tintori, de la dirección del partido Voluntad Popular, del cual forma parte Juan Guaidó, afirmó públicamente su colaboración con paramilitares durante la Cumbre Concordia de las Américas desarrollada en Nueva York, una de las actividades organizadas en las afueras de la Asamblea General.
"Nuestra fundación tiene la capacidad de tener manos humanitarias en cada estado de nuestro país, y la gente que nos ayudó a hacer esto, es gente alrededor del Estado, grupos irregulares, y paramilitares también". Tintori, quien luego se excusó en lo que calificó como un error en su manejo del inglés, volvió a confirmar lo que había quedado en evidencia con las fotos de Juan Guaidó y el grupo paramilitar Los Rastrojos.
La frontera entre la simulación y la realidad
La simulación ha sido la estrategia medular desde el 23 de enero de este año, cuando Guaidó se autoproclamó presidente encargado de Venezuela y fue reconocido inmediatamente por Trump. Si bien nunca conformó un gobierno ni ejerció poder, su reconocimiento como presidente legítimo por parte de EEUU le permitió a Washington justificar, por ejemplo, el robo de la empresa petrolera CITGO.
"Hay un juego de simulación dentro de esta guerra dando la apariencia de legalidad a actuaciones o a organizaciones, empezando por la proclamación de Guaidó", explica Álvarez.
Ese mecanismo ha sido replicado en espacios diplomáticos, como en la OEA y en el TIAR, donde fue reconocido el "gobierno" de Guaidó. "La OEA acabó con la propia OEA al haber cometido fraudes internos donde se vulneró el propio reglamento, se actuó contra la carta fundacional, eso acabó con la credibilidad de la OEA".
La derrota ante la ONU
El mecanismo ha podido ser aplicado en espacios "controlados por EEUU que pueden generar las condiciones desde la simulación". Sin embargo, no han logrado trasladarlo a las Naciones Unidas, donde el único presidente es Nicolás Maduro, y, quienes están en la Asamblea General son los representantes del gobierno, como el canciller Jorge Arreaza.
"El Gobierno tiene reconocimiento en el mayor espacio multilateral que existe que es el de la ONU, y en el Movimiento de Países No Alineados, allí hay un reconocimiento de la constitucionalidad y legalidad venezolana, y al presidente Maduro porque fue electo dentro del marco que establecen las leyes", explica la abogada venezolana.
Según Álvarez, no se trata únicamente de una victoria de Maduro, sino de Naciones Unidas, de los países que allí hacen vida, "porque hoy es contra Venezuela, pero mañana puede ser contra cualquier otro, los países están tratando de sostener el derecho internacional para tratar de no verse involucrados adelante en una situación parecida a la que vivió Libia".
La simulación tiene entonces límites, pues a pesar de construir una imagen para presentarse como Gobierno legítimo de Venezuela ante el mundo, la actuación de la oposición se dio por fuera de la Asamblea General y solo se sostuvo por la acción de Washington.
Los que apuestan a la salida por la fuerza de Maduro buscan mostrar su actuación en Nueva York como victoriosa. El balance real es en cambio de pocos avances, a excepción de más apoyo económico, fotografías, declaraciones sin mayor contundencia, y un nuevo error que evidenció, una vez más, la relación entre esa derecha y el paramilitarismo.
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