El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (Tiar), invocado por Estados Unidos y otra decena de países por la crisis en Venezuela, es un texto heredado de la Guerra Fría que podría legitimar una intervención militar, pero está lejos de lograr unanimidad en América Latina.
Los cancilleres de los 19 países signatarios del Tiar fueron convocados el miércoles a reunirse durante la segunda quincena de este mes para tratar el "impacto desestabilizador" de Venezuela en la región, una cita que según el texto podría resultar en medidas que van desde la ruptura de las relaciones diplomáticas hasta el empleo de la fuerza armada.
El Tiar, firmado en 1947 en Rio de Janeiro, prevé de manera comparable al artículo 5 del tratado fundador de la Otan una asistencia mutua en caso de ataque militar lanzado desde el exterior contra uno de los firmantes.
El miércoles, en una sesión del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), doce signatarios reconocidos del TIAR votaron a favor de la activación del órgano de consulta: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Haití, Honduras, Paraguay, República Dominicana y Venezuela.
Costa Rica, Panamá, Perú, Trinidad y Tobago y Uruguay se abstuvieron, en tanto estuvieron ausentes Bahamas y Cuba, un miembro no activo de la OEA que nunca se retiró del Tiar.
Venezuela concretó su retiro en 2015, pero en julio, la Asamblea Nacional venezolana liderada por el opositor Juan Guaidó, que busca la salida de Maduro y la realización de nuevas elecciones por considerar ilegítimo su mandato, aprobó su regreso, una decisión anulada por la Suprema Corte de Venezuela.
México se retiró del Tiar en 2004, en tanto en 2012 lo hicieron Bolivia, Ecuador, Nicaragua, en ese momento bajo gobiernos de izquierda, denunciándolo como un instrumento de influencia estadounidense en la región.
El Tiar, o Pacto de Rio, fue invocado una veintena de veces desde su firma, pero nunca fue aplicado.
Argentina lo invocó en 1982 durante la guerra de las Malvinas contra el Reino Unido, pero Estados Unidos eligió apoyar a su tradicional aliado en Europa.
En 2001, cuando Washington llamó a una movilización contra los talibanes en Afganistán tras los atentados del 11 de septiembre, sufrió a su vez de un rechazo por inadmisibilidad de una parte de América Latina, con Chile y México a la cabeza.
"El hecho de que nunca haya sido aplicado es una señal de debilidad más que de fuerza para invocarlo en el caso de Venezuela.
Muestra la división de América Latina", destaca Guillaume Long, investigador asociado del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de París y canciller ecuatoriano en 2016 y 2017.
Para el investigador, "esto muestra que los países latinoamericanos no tienen verdaderamente el deseo de un conflicto militar en su región", sacudida ya por los 3,6 millones de venezolanos que abandonaron su país desde 2016, según la ONU.
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