Fui este sábado al juego que de la serie internacional Cuba-Nicaragua correspondió a nuestra capital y que hermoso fue sentirnos, después de más de dos décadas no solo vencedores por 4 a 1 sino que además en esa tarde y noche mágica un poquito más y los dejamos blanqueados y sin hit.
Antes sin embargo empatamos en León 1 a 1 y ayer domingo en Matagalpa volvimos a ganar 4 por 3 y ya veremos mañana martes qué pasa en Rivas, pero de todas formas ya nos fue bien, ya ganamos la serie y eso significa, por lo menos así lo veo yo que nuestro béisbol otra vez escupe en rueda de grandes porque en otros tiempos con solo ver el uniforme de Cuba ya perdíamos.
Aprovecho para saludar a ese gran equipo y a esos geniales peloteros cubanos, siempre serán grandes y respetados en éste deporte al que siempre y con mucho honor han hecho trascender para constituirse en todo un espectáculo lleguen a donde lleguen.
Lo de este sábado en el Estadio Nacional, que creo debería tener otro nombre y tema sobre el cual hablaré próximamente, fue un plato de entretenimiento de primer mundo porque estaba casi a reventar y porque logré ver rostros que nos hicieron mucho daño, pero estaban ahí disfrutando de la paz que ahora tenemos y por la cual tenemos que hacer mucho para la familia siga disfrutando de ambientes como este a costos regalados porque algo así no lo vemos todos los días y el nicaragüense, en su inmensa mayoría lo goza, porque sabe que hay un esfuerzo detrás evento que como éste nos eleva el espíritu de la nacionalidad que solo para pocos que viven de la mentira tiene algún tiene algún significado.
Lo expreso porque un elemento fundamental que en nuestra sociedad fue masacrado desde el fracasado golpe de estado fue la verdad.
Esta fue asesinada por la desinformación panfletaria que algunos generaron desde el disfraz periodístico para finalmente envolverla en la mortaja de la mentira y tirarla como cualquier cosa y en cualquier lugar para tapar el crimen que cometieron contra Nicaragua, algo que ya se les volvió costumbre.
Cuando uno busca una razón que justifique todo lo que hicieron, los muertos que generaron, la economía que destruyeron, el desempleo que dispararon y el daño moral que nos causaron para dividir desde la mentira que proyectaron a la familia nicaragüense, solo se encuentra un diseño perverso y malévolo que tiene su principal base en la desinformación.
La desinformación es la ausencia de información verdadera, de información veraz.
La desinformación es chisme, es cuento, es rumor, es novela y al final un veneno mortal en la mente humana.
Una persona desinformada es un tóxico ambulante con una lengua dislocada que se mueve repitiendo mentiras, desfigurando realidades y sirviendo de agente, intencional o no, a quienes inventan las mentiras para causar daños que por su propia maldad no son capaces de calcular.
La desinformación puede producirse sin intención cuando la naturaleza de alguien es atrevida y afirma cosas que no son solo porque lo escuchó de otros, igualmente perdido sobre cualquier tema, pero cuando esta se genera desde un medio de comunicación, donde se supone que debe haber un periodista responsable y además de mentir a cada cosa le da una dimensión apocalíptica ahí las cosas cambian porque claramente hay una intención dolosa y hasta sediciosa en el caso de lo que pasó en Nicaragua después del 18 de abril.
La desinformación es un concepto muy cercano a la propaganda y tiene en consecuencia un hermano que se llama manipulación y juntos son capaces de crear situaciones que han llevado a derramamientos de sangre de niveles oceánicos en otros países.
La desinformación, como la conocemos aquí, tiene la intención de desacreditar al gobierno y falsificar la realidad y lo grave es que no se miente sobre la propaganda de una marca comercial, sino que aquí se miente desde la plataforma que les representa la desinformación, pero alrededor de la vida o muerte de las personas, sobre quienes torturaron, sobre quienes secuestraron o hicieron cualquier barbaridad, pero que a través de la mentira endosan a quien en realidad fue víctima y no victimario.
La desinformación genera consecuencias serias que te pueden matar, que puede dañar irreversiblemente la honra de una persona o empezar simplemente una guerra que no tenemos idea cómo puede terminar y que para colmo no hará ganador a nadie, pero sí perdedores a todos y los primeros que saldrán corriendo al dimensionar lo que hicieron a través de sus mentiras serán los desinformadores que ya fuera del país se declararán cínicamente perseguidos políticos, cantata que nos sonará bastante familiar porque eso es lo que repiten todas las gárgolas o murcielaguitos que hicieron lo que hicieron a partir del 18 de abril a base de mentiras.
Es tal el daño que causa la desinformación que se comienza a pensar, sobre todo en Europa, en legislar sobre esta peste.
Los que viven de la desinformación y reciben importantes presupuestos para lo que hacen no escucharan agradable que se comience a legislar sobre la desinformación porque no es necesario ser sabio para estar claro que lo primero que gritaran es “violación a la libertad de expresión”.
Óigase alto y claro nada tiene que ver la libertad de expresión con la desinformación. Aquí en éste país, donde se goza de un gigantesco libertinaje todo el mundo dice cualquier cosa, cualquier bascosidad contra cualquier persona, pero eso no tiene que ver con la libertad de expresión, aunque sí mucho con la calumnia, la injuria y la difamación y todo eso está penado.
Libertad de expresión es decir todo lo que queramos, pero siempre y cuando tengamos certeza de tener soporte de lo que afirmamos y como en muchos casos eso no sucede, incluso pasa entre la misma gremialidad periodística, muchos países están considerando legislar sobre el tema de la desinformación.
Hoy las redes sociales y quienes son parte de ella han construido un mundo peligroso a su alrededor y desde ahí se cometen delitos y quienes los hacen o los estimulan se creen intocables. Menos mal esos criterios descerebrados ya las tienen claras ante la preocupación compartida de muchísimos gobiernos que están en la línea de la regulación del internet y todo lo que represente.
Hay que legislar sobre la desinformación porque esta nos puede matar, nos puede enfermar y puede convertir en asesinos a los que por tener una mente dúctil caigan en esas redes tenebrosas.
Es el mal de los nuevos tiempos porque quienes lo hacen con más recurrencia son “periodistas” que no entiendo, menos que comprenda, cómo puedan ser capaces de llamar a baños de sangre cuando éste apostolado siempre ha ido en el sentido contrario de la muerte.
Escrito por: Moisés Absalón Pastora
https://redvolucion.net/2019/07/15/detalles-del-momento-la-desinformacion/