Desde antes que llegáramos a ese infame 18 de abril de 2018 el problema de Nicaragua ya era el económico. Habíamos entonces andado gigantescamente con pasos que de uno en uno venían aplastando a la pobreza, aunque seguíamos empobrecidos. Aquella Nicaragua enfrentaba sus limitaciones económicas con proyectos sociales que hacían que nosotros los nicaragüenses tuviésemos una actitud más condescendiente con una realidad que no nos era desconocida y con la certeza de que, aunque mejorábamos, siempre nuestro problema seguía siendo económico.
El ingrato de Enrique Bolaños y sus colaboradores, cuando en el 2007 Daniel Ortega asume su segundo mandato presidencial, vendieron al entrante gobierno sandinista que la mesa para el despegue económico estaba servida, pero no dijeron que llena de alimentos vencidos y donde casi nada era identificable porque además el falso banquete estaba bajo la inmensa oscuridad de aquellos descomunales apagones de hasta diez horas al día.
¿QUÉ ES LO QUE REALMENTE DEJÓ SERVIDO EL TRISTEMENTE CÉLEBRE DE ENRIQUE BOLAÑOS?
Políticamente un montón de frentes de guerra creados a su imagen y semejanza donde el factor común fue la perversidad. Este señor que dejó como Niño de Teta a Adolfo Díaz, como pelele del imperio, nunca gobernó el país, sino que desayuno, almuerzo y cena se la pasó tramando contra su mentor político Arnoldo Alemán, contra el PLC que fue el instrumento por el cual desgraciadamente y contra la voluntad de los liberales de entonces lo llevó al poder y persecución que casi le cuesta la presidencia porque aquellos rojos sin mancha de entonces lo tenían al borde de un golpe de estado del que se salvó porque Daniel Ortega salió al rescate de la institucionalidad y la constitucionalidad.
Socialmente fue el que terminó de formalizar la abolición de la gratuidad en la educación y la salud; fue el que interpretó a conveniencia el 6% para las universidades; fue el desgobierno que en los 16 años de neoliberalismo nunca tuvo una sola mirada piadosa para los trabajadores.
Este Enrique Bolaños ciertamente mantuvo ajustada la macro economía, pero en los hogares del nicaragüense el impacto fue descomunalmente profundo porque a nombre de ahorro no hubo inversión pública y era tan absurdo aquello que solo me acuerdo cuando Pedro Solórzano, entonces Ministro del MTI, se jactaba de ser ahorrativo en la ejecución de su presupuesto, porque según él eso contribuía a la economía nacional.
Enrique Bolaños fue el que privilegió a los del gran capital para ahogar a las pequeñas y medianas empresas porque de ahí venía y porque tenía que pagar favores, sobre todo a los banqueros que lo ensalzaban como el gurú de un renacimiento económico falso que solo estaba en las estrategias de imagen de quienes desde el “situation room” que era una sala de conspiraciones donde los cerebros más macabros del desgobierno se reunían para afinar planes que después terminaban destruyendo la dignidad de personas que no eran del agrado del “Führer o Sumo Pontífice de la nueva era”, el mismo Mister Henry que nos sorprendió a todos cuando nos dijo que “ni modo teníamos que socarnos la faja, solo para que al final nos terminara remangando a todos.
Ese fue el país y la economía que recibió Daniel Ortega en el 2007 y aunque estaba perfectamente cierto que no pocos le dábamos el más mínimo beneficio de la duda, porque más que críticos le mirábamos como enemigos, Daniel Ortega, decidió no ser estatua de sal y puso su mirada al frente y aunque muchos seguíamos sin creer se propuso hacer efectiva la reconciliación y así poco a poco fue conquistando personas, grupos y sectores para que desde una visión nacional empujáramos todos juntos una carreta muy pesada, bien cargada, cuesta arriba y que dependía de una energía no muy fácil de conseguir la confianza y de ella surgió la voluntad y la decisión de gobernar todos para todos y de ahí ese concepto del pueblo presidente.
Cuando uno ve lo que se tiene hoy y lo que teníamos ayer dan ganas de llorar por la indignación que causa ver a los Judas de nuestra nicaraguanidad decir, por puros apetitos por un poder que además están lejos de merecer, que aquí los problemas de Nicaragua son políticos y es una percepción construida para inyectárnosla como cierta cuando la realidad habla por sí sola de las legítimas preocupaciones de éste pueblo.
¿Que preocupa a los nicaragüenses realmente?
¿Será que estamos interesados en que continúen los tres meses posteriores al 18 de abril donde reinaba el crimen, la tortura y el saqueo?
¿Será que este pueblo quiere que continúen los paros y que las empresas mandadas a la quiebra, por gente que no tiene nada que perder porque tiene sus capitales afuera, sigan mandando a más gente a sumarse al ejército de desempleados que nos dejó el golpe fallido?
¿Será que los nicaragüenses estamos desesperados por ver en la presidencia, en las diputaciones, en las alcaldías, en las magistraturas a gentes que se quieren servir con la cuchara grande del estado y que ya tienen más de un año colmando la paciencia del pueblo ante quien pretenden venderse como salvadores y libertadores de la patria?
¿Será que los nicaragüenses estamos contentos con aquellos que nos quieren arrebatar el oxígeno que nos permite luchar para salir adelante?
¿Será que este pueblo, que lucha todos los días por salir adelante y superar la pesadilla que hemos vivido está contento con ver a supuestos nicaragüenses mover sus patas para ir al imperio a pedir que se nos castigue, que se nos agreda, para que el extranjero, además de conducirnos a la miseria, con la generosa ayuda de sus peleles, nos vengan a matar?
Yo soy nicaragüense, yo soy parte de este pueblo, yo soy un nica más entre los millones de ciudadanos y campesinos que queremos paz y al menos yo no me veo en esas minorías dislocadas que creen en que el problema es cualquier otro menos el económico.
Aquí cualquiera dice lo que quiera; aquí cualquiera se reúne en cualquier parte para conspirar como se le ocurra, aunque sea para blasfemar desde un templo católico donde todas las semanas o cuando se les ocurre se dan cita hasta en las catedrales;
Aquí nadie les niega el derecho a las marchas, siempre y cuando cumplan con los requisitos para hacerlo, pero nadie quiere asumir responsabilidades porque saben lo violento que son; aquí mediáticamente hacen libertinaje político y no pasa nada.
Aquí en esta Nicaragua democrática que tenemos hay un oposicionismo que si no funciona es porque no quiere, es porque no tiene capacidad, es porque no tiene propuesta, es porque cada quien dice ser mejor que el otro y donde los que sobran son los malos, es porque todos quieres ser presidentes, es porque en ellos no hay coherencia, es porque son brutos profesionales, es porque no tienen la menor sensibilidad social y porque si ellos están bien no importa que los demás estén mal.
En Nicaragua, los hijos de este país que mayoritariamente deseamos la paz, estamos lejos de las prioridades que asumen las miserias humanas.
Las de ellos, a nombre de que el tema es político, la destrucción del país, la nuestra sabiendo que el país está destruido, es el tema es económico, porque si de política se trata en el 2021 es cuando nos veremos las caras y mientras tanto a los suspirantes con su cuento les corresponderá seguir desacreditándose ante los electores, mientras los demás la mayoría nos seguiremos preocupando por la nación que teníamos antes del 18 de abril.
http://redvolucion.net/2019/06/05/detalles-del-momento-nuestro-problema-es-economico/?fbclid=IwAR3FWaWEOHX816lKbflOZEpo6n98eUheIZwaDbYB2oRbZJAc0k9U9aNwxAE