Uruguay se separó de la Iglesia Católica en 1918 y desde entonces sustituyó todas sus fiestas religiosas por celebraciones laicas. La Semana Santa pasó a ser 'Semana de Turismo', un tiempo para que las familias paseen por el país y disfruten de festivales culturales o deportivos.
Si bien la separación definitiva entre el Estado uruguayo y la Iglesia Católica se dio en 1918 con la aprobación de una nueva Constitución, el proceso de secularización había comenzado varios años antes, con los primeros gobiernos que el país suramericano tuvo en el siglo XX.
En efecto, fue durante la primera administración de José Batlle y Ordoñez (1903-1907), un político y periodista de pensamiento liberal, que se aprobó la ley de divorcio.
Los gobiernos sucesivos, también del Partido Colorado, continuaron en la misma línea, quitando crucifijos de oficinas públicas o sustituyendo a la Iglesia Católica en la administración de escuelas y hospitales.
El segundo Gobierno de Batlle y Ordoñez (1911-1915) redobló la apuesta y sentó las bases para la secularización que se plasmó en la Constitución de 1918.
En su artículo 5°, estableció que "el Estado no sostiene religión alguna".
La separación tuvo un paso más en 1919, cuando una ley eliminó los feriados de origen católico para sustituirlos por otros de denominación laica.
Así, el feriado de Reyes Magos del 6 de enero pasó a ser el 'Día de los Niños', el Día de la Virgen del 8 de diciembre se transformó en el 'Día de las Playas' y la Navidad pasó a llamarse 'Día de la Familia'.
Bajo el mismo espíritu, la ley también modificó el nombre de la Semana Santa para colocarle una denominación laica. "Declárase feriada la sexta semana siguiente a Carnaval con el nombre de Semana de Turismo", estableció la norma.
Para Nicolás Guigou, antropólogo uruguayo especializado en el estudio de religiones, la decisión de sustituir con nombres laicos las festividades católicas "fue fundamental" para el proceso de 'laicización' de la población uruguaya.
"Los seres humanos entendemos el mundo a través de símbolos y [el cambio de nombres] le otorgó una cantidad de sentidos diferentes que hicieron que un montón de colectividades no católicas pudieran integrarse y celebrar", señaló.
El éxito de las fiestas laicas fue dispar, señaló el experto. Mientras el 'Día de las Playas' o la 'Semana de Turismo' fueron adoptadas rápidamente por la sociedad, los días de Reyes o Navidad continuaron siendo celebrados bajo su denominación católica.
"La Semana de Turismo funcionó de manera fenomenal", remarcó Guigou, indicando que la consigna de "pasear con la familia" propuesta por el Estado logró imponerse sobre el sacrificio reivindicado por la liturgia católica.
Declarar como feriado toda la semana, y no solamente jueves y viernes como en la mayoría de los países católicos, también fue un punto clave. "El Estado fue vivo y vio que 'si le damos la semana libre, esta gente pierde la fe rápidamente'", bromeó el antropólogo.
La Semana de Turismo, a su vez, fue dando lugar a otro tipo de festivales y tradiciones culturales o deportivas que reforzaron la identificación no religiosa de la semana.
La 'Semana Criolla', por la realización de un festival campestre en Montevideo; la 'Semana de la Vuelta Ciclista', por una tradicional competencia de ciclismo; o la 'Semana de la Cerveza', por un histórico festival en la ciudad de Paysandú, son algunas de las otras denominaciones que se volvieron costumbre para los uruguayos, distanciados de las creencias católicas.
"Desacralizamos el catolicismo pero sacralizamos el tiempo libre, el turismo, la Semana Criolla.
Lo mundano, pasarla bien. En contra de toda la cuestión de las procesiones católicas, el martirio, la crucifixión", sintetizó.
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