Pablo Gonzalez

Ucrania: Humillación electoral


Sin opciones de aplazar las elecciones o descalificar a su oponente, el presidente Poroshenko no fue, como ya advertían todas las encuestas, rival para el cómico Volodymyr Zelensky, que con un 73% de los votos se convirtió ayer en el presidente electo de Ucrania.
Horas antes, un abogado y observador electoral que actuó en nombre de Poroshenko había intentado, con una frívola denuncia, que los tribunales descalificaran a Zelensky por infringir la ley electoral.

Rechazada la denuncia, última opción de Poroshenko de mantenerse en el poder, las urnas únicamente confirmaron lo que ya había quedado claro en la primera vuelta: en estos cinco años, el actual presidente ha perdido gran parte de su apoyo. Poroshenko, que no necesitó segunda vuelta al conseguir más del 50% de los votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2014, se ha quedado ahora por debajo del 25% (muy lejos de los más de nueve millones de votos que obtuvo que hace cinco años). Es resultado ha sido tan claro que Poroshenko ni siquiera esperó a que comenzara el recuento de votos y concedió su derrota nada más conocerse la encuesta a pie de urna.

En unas elecciones sin grandes propuestas de campaña más allá de muestras de patriotismo y una campaña tan sucia que la esposa del candidato fue incluida durante varias horas en la web Mirotvorets, que persigue a los que considera “enemigos de Ucrania”, el proceso se había convertido en un plebiscito sobre la gestión del actual presiente. A pesar del apoyo que en las últimas semanas le ha prestado el nacionalismo ucraniano de la parte occidental del país, vinculado a los postulados de Svoboda, la situación económica que vive la mayoría del país ha pesado más que las vagas promesas del camino a la Unión Europea o la OTAN que también ha repetido Zelensky.

Sin ningún gran éxito que resaltar -la situación económica de la población no ha mejorado, las tarifas de los servicios básicos siguen por las nubes, la guerra no ha terminado y la independencia de la iglesia ucraniana no ha conseguido el gran efecto esperado-, la campaña de los partidarios de Poroshenko ha buscado presentar al actual presidente como la única garantía del país contra la malvada Rusia. Procedente del este del país, Krivoy Rog, y rusoparlante, Zelesnky ha sido calificado tanto en Ucrania como en la prensa occidental como un potencial títere de Rusia o, cuando menos, una figura débil que no podrá enfrentarse a la malvada Rusia. Al margen de los carteles de propaganda que ponían cara a cara a Poroshenko con Vladimir Putin, identificando claramente a Zelensky con el presidente ruso, con el que comparte nombre, la prensa occidental ha buscado también apoyar al actual presidente con artículos de dudoso rigor.

Hace unos días, el historiador y ferviente seguidor de Euromaidan, Timothy Snyder publicaba un artículo en Foreign Policy en el que se basaba en la serie de ficción que protagoniza Zelensky, en la que interpreta al presidente de Ucrania, para alegar las tendencias supuestamente pro-rusas del “candidato Ze”. Newsweek iba aún más lejos, y aún más lejos de la realidad, con la publicación de un artículo en el que, basado en la filtración de unos correos electrónicos de más que dudosa veracidad, afirmaba que el Kremlin estaba detrás de la candidatura de Zelensky. Según esos correos, Zelensky habría recibido financiación de Vladislav Surkov, uno de los encargados de la política rusa en Donbass. Según afirmaba el artículo de Newsweek, el Servicio de Seguridad de Ucrania había recibido esos correos electrónicos de “un grupo de hackers vinculado a la organización sin ánimo de lucro Mirotvorets Center”. 

El artículo mencionaba que las acusaciones son “difíciles de verificar”, pero evitaba mencionar que ese centro “sin ánimo de lucro” es, en realidad, una base de datos que publica información personal de aquellos que considera enemigos de Ucrania y que costó la vida al periodista Oles Buzina, asesinado a tiros a las puertas de su casa después de que su dirección fuera publicada en la web.


“Fin”

Consumada ya la durísima derrota de Poroshenko y la victoria de Zelensky, que ha basado su campaña simplemente en decir que no es Poroshenko, no se deben esperar grandes cambios en la política del país. Los compromisos con la Unión Europea, Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial implican una serie de políticas económicas y sociales que van a continuar. Zelensky ya ha mostrado también su apoyo a la OTAN -añadiendo que quiere mostrar a la población de Donbass que la OTAN no es tan mala- y Estados Unidos, en boca de Kurt Volker, ya advirtió el último día de campaña que está en Ucrania para quedarse, sea quien sea su presidente.

El traspaso de poderes no es inminente, por lo que Poroshenko dispondrá de unas semanas para finalizar su mandato y dar paso al nuevo equipo. Está por ver si Poroshenko intentará cumplir lo que prometió hace unas semanas, cuando afirmó que la nueva fase para recuperar Donbass y Crimea comenzaría el 22 de abril, cuando volvería a convocarse al Cuarteto de Normandía para acordar definitivamente la introducción de una misión de paz de Naciones Unidas en Donbass. Sentenciado por las urnas, es difícil imaginar que vaya a tener respuesta de los que hasta hace unas semanas han sido sus socios europeos. La pregunta ahora es cuál será el papel del Bloque Poroshenko y de su líder en la política ucraniana y especialmente en las próximas elecciones.

En las próximas semanas, Zelensky tendrá que terminar de configurar su equipo y decidir en qué momento se celebrarán las elecciones legislativas, que van a marcar también la configuración del Gobierno. Será entonces cuando se vea realmente la postura de personas importantes como Arsen Avakov, patrón de las facciones de extrema derecha vinculadas al movimiento Azov, que al contrario que la extrema derecha vinculada a Svoboda se han mantenido contrarios a Poroshenko, muy posiblemente en un intento de mantener su status.

https://slavyangrad.es/2019/04/22/humillacion-electoral/

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