Estas operaciones psicológicas tienen el objetivo en Nicaragua de orientar la percepción de las mayorías poblacionales a través de manipulaciones mediáticas y las noticias falsas (fake news) sobre temas sensibles para todos, interceptando las incertidumbres estratégicas del pueblo trabajador.
Todos somos diferentes, pero igualmente todos tenemos algo en común. Ese algo en común que es inconsciente, y es a su vez colectivo, es lo que en psicología llaman el inconsciente colectivo; que es un sentido común latente en las mayorías, un código común simbólico de la masa.
Las operaciones de guerra psicológica, PSYOPS, como las denominan los manuales del Departamento de Estado de los Estados Unidos, tienen en nuestro caso el objetivo de arrinconar a la mayoría de la población nicaragüense a ese poco más de un millón doscientas mil familias nicaragüenses a la esquina del miedo, de manipular ese inconsciente colectivo para que ese temor y a veces terror, tome el control de todas nuestras emociones, decisiones y acciones políticas.
Esta operación de manipulación tiene su explicación en la geografía de cada decisión política y en la forma en la que está conformado nuestro cerebro, en la política misma que está en todo lo que hacemos, porque en lo que estamos pensando en eso nos estamos convirtiendo.
Cada decisión política tiene tres componentes: el primero es racional el 15% (cerebro córtex), luego está la parte emocional que representa el 35% (cerebro límbico) y luego está el restante 50% que corresponde al cerebro reptilio, es el cerebro que poseen los reptiles, con todo lo necesario para sobrevivir, y es justamente este último donde se encuentran los instintos más básicos, el terror, la auto conservación y es este el objetivo de las operaciones de guerra psicológica, para que esta parte del cerebro llamado reptilio, tome el control de nuestra percepción de la realidad, para adormecer el cerebro racional y emocional y despertar el cerebro reptiliar, para que este dirija nuestra conducta en dos direcciones: el miedo y la rabia.
Pero como popularmente se dice, “las mentiras tienen piernas cortas” y así mismo las manipulaciones mediáticas.
Es en este sentido que el Comandante Chávez hablaba de la Paciencia Estratégica, de esperar que poco a poco las personas una a una desenmascaren estas manipulaciones psicológicas y que se muevan dentro de la geografía de nuestra percepción de la realidad, del miedo y la rabia hacia la razón y el sentimiento, hacia la zona racional y emocional de nuestras decisiones, sentimientos y acciones políticas.
Esta migración en la percepción de la rabia y el miedo hacia la razón y el sentimiento, viene acompañada de un proceso de reelaboración psicológica que comenzó en los primeros días del intento fallido de golpe de estado.
Comenzó con un periodo de negación: “No puede ser que esté sucediendo esto!”. Luego, fue seguido por un periodo de luto político: “Es cierto, Nicaragua no volverá a ser lo que era antes de abril”. Nos tocó asumir esta nueva realidad con sus complejidades para interpretar los tiempos y saber cómo reaccionar ante la nueva correlación de fuerzas.
Luego entramos en un periodo traumático ya que no habíamos visto ni vivido los niveles de violencia en las calles, las torturas públicas, los asesinatos de nuestros compañeros, no estábamos preparados…
En realidad ninguna sociedad está preparada para las operaciones de guerra psicológica.
Sólo una sociedad paranoica lo podría estar y nosotros éramos uno de los países más seguros del continente en términos de asesinatos, robos con fuerza, robos con violencia por cada cien mil habitantes--lo cual es un método de medición aceptado internacionalmente. Managua era la segunda capital más segura del continente, sólo después de Ottawa en Canadá.
Luego de ese difícil período traumático para todas las familias, pasamos a uno postraumático, en el que comenzamos a reelaborar psicológicamente lo vivido.
Es en esta fase que se dieron las cientos de caminatas a nivel nacional donde se exigió Justicia y Reparación, donde exigimos y denunciamos la desaparición de Bismark Martínez. En este periodo se exigió justicia y reparación para todas las víctimas, pero fue y es indispensable el Perdón. En esta fase que inaugura la reconciliación entre las familias, ya que la víctima que odia es víctima dos veces.
Poco a poco, nuestras familias y su percepción ha migrado del miedo hacia la razón y el sentimiento y actualmente estamos batallando en este período de reconciliación para construir la armonía entre esa razón y ese sentimiento.
Es aquí donde la Cultura de Paz es indispensable como el andamiaje de la construcción de la Paz para construir para todos, desde la intimidad de cada uno de nosotros, pasando por el tamiz de la cultura familiar y luego se comparte en la comunidad donde esa cultura se amalgama y se hace pueblo.
Las comunidades juntas conforman nuestra nación, donde esta Cultura de Paz representa la propuesta común de un nuevo destino humano, un nuevo horizonte civilizatorio Cristiano, Socialista y Solidario.
Es claro que no es tarea fácil porque las revoluciones se construyen cuesta arriba en oposición al sistema, porque el sistema hegemónico no es ni cristiano, ni solidario y mucho menos socialista.
Al contrario, el sistema hegemónico genera desigualdades e injusticias, destruye el medio ambiente, empobrece ética y moralmente a las mayorías, promueve el individualismo y la acumulación de la riqueza en pocas manos; el sistema destruye sistemáticamente los valores revolucionarios, es enemigo de la dignidad de los pueblos.
Por eso esta nueva cultura es más que nunca necesaria para trascender en la evolución y en la revolución, porque si seguimos haciendo lo que hacíamos, seguiremos siendo lo que éramos y lo que éramos no es suficiente para construir y ser consecuentes con esta nueva fase revolucionaria, inédita en la que ya nos encontramos viviendo.
No hay un método único ni un método que dure para siempre. Nos toca quizás aprender experimentando y enseñar haciendo con el ejemplo.
Se trata de un desafío íntimo, familiar y comunitario que está presente en todo lo que hacemos, como en un sistema donde todos somos necesarios.
La cultura de paz es más que integral, es aún más, se podría decir que es holística, ya que se encuentra, como la cultura, en cada cosa que pensamos, en la praxis de la vida misma, en cada gesto movimiento o palabra.
La “cultura es precisar las ideas que han de cristalizar la voluntad popular para el combate” escribió Ricardo Morales Avilés, y hoy nuestro combate es por la paz, la armonía y la construcción compartida de una verdad abierta donde todos y todas quepan y sean capaces de materializar cada uno de sus objetivos y sueños, a través del trabajo y la paz, construyendo nuevas formas de sentir alegría y nuevas formas de libertad compartida.
José Carlos Bonino Jasaui
Ene 3, 2019 | Análisis Barricada