De California hasta Oregón, Texas, Arizona, Montana, Utah, Nuevo México, etc., eran tierras de México. Escuchen bien: TIERRAS DE MÉXICO.
Gente como Donald Trump y el contingente de descerebrados que le siguen y creen en sus estupideces, se imaginan que los migrantes desposeídos que están llegando a la frontera de Tijuana tomarán por asalto la tierra que no es de ellos.
De California hasta Oregón, Texas, Arizona, Montana, Utah, Nuevo México, etc., eran tierras de México. Escuchen bien: TIERRAS DE MÉXICO.
Pero el ladrón se hace el olvidadizo y transmite a sus descendientes, como la mayoría de empresarios guatemaltecos, que su fortuna es bien habida, ganada con el sudor de su frente, resultado de su trabajo arduo, de su emprendimiento, de su creatividad y demás vainas para consumo de los desinformados.
Sus hijos, sus descendientes, lo creen a pie juntillas y admiran a su padre ladronazo, como el arquetipo del protohombre heroico que fue capaz, gracias a su “inteligencia”, de crear tan colosal fortuna, en dinero contante y sonante y bienes inmuebles, tal como el actual presidente del Congreso de la República de Guatemala, Álvaro Arzú hijo, que tiene instalado por parte de su progenitor, en su escasa masa encefálica, el disco duro con mucha memoria ram que le hace pensar o funcionar carente de sindéresis que su Señor Padre, el difunto Álvaro Arzú, no fue el ínclito Padre de la Corrupción en Guatemala y que los criollos o blancos guatemaltecos, tan orgullosos de su blancura, tampoco descienden de las Doce Putas que trajo de España Hernán Cortez en el siglo XVI para atemperar el rijo de la soldadesca de lanceros y arcabuceros expedicionarios del rey y destaca que su antepasado ilustre es nada menos -lo cual es cierto- el autor de La verdadera historia de la conquista de Nueva España, el cronista y conquistador, Bernal Díaz del Castillo.
Solo se considera descendiente del cronista, no de las doce putas igualmente expedicionarias.
Los indígenas, enterados de ese ilustre pasado de cama, siempre que los españoles los trataban de “indios apestosos”, mascullaban y con sorna decían entre dientes: ¡PERO NO SOMOS HIJOS DE LAS DOCE PUTAS!
Donald Trump igualmente no se hace cargo de las raterías de sus antepasados galeses y alemanes. Donde hoy tiene el muro, la barrera metálica, como la línea infranqueable para que no pasen a “tierras americanas” esos integrantes de maras, ladrones, drogadictos y asesinos, y como es posible en este mundo convulso e imprevisible, si los mexicanos se descuidan, en un abrir y cerrar de ojos, como todo buen ratero, la cerca puede aparecer debajo de Jalisco o hasta en el mismo Distrito Federal y será declarada “nueva tierra americana”.
Con lo que no contaba Donald Trump es que mexicanos y gringos democráticos, abogados todos; se están movilizando para ayudar a quienes buscan refugio y cuyas enmiendas constitucionales les protegen. El asunto apenas comienza con un saldo muy triste: mexicanos enajenados por la vecindad de los Estados Unidos temen que el negocio del coyotaje, hospedaje y comida se les esté echando a perder por este contingente de migrantes con baja capacidad de consumo.
Así es siempre en cualquier parte del mundo: “No hay peor cuña que la del mismo palo! ¡Ah jijos de la chingada éstos!
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