En una semana repleta de importantes acontecimientos sociales y políticos, ningún otro tema ha sido objeto de tanta atención en la prensa estadounidense como el escándalo alrededor de la relación de Facebook con Cambridge Analytica, la compañía de datos electorales previamente asociada con el director de campaña de Trump, Stephen Bannon.
El New York Times ha destacado el tema en su artículo principal en tres de los últimos cinco días y con artículos en la primera plana todos los días de esta semana.
El resto de la prensa dominante le seguido el paso, promoviendo una campaña —sin ninguna popularidad evidente— para que los usuarios dejen la red social, incluso con su propia etiqueta, #DeleteFacebook (#BorraFacebook). Consecuentemente, el precio de las acciones de Facebook ha caído 11 por ciento, borrando alrededor de $50 mil millones de su capitalización bursátil.
La explotación de datos personales de aproximadamente 50 millones de usuarios de Facebook por parte de Cambridge Analytica plantea inquietudes serias sobre privacidad. Sin embargo, la tempestad de críticas en los medios desatada por la publicación sincronizada de dicha historia por el New York Times y The Guardian tiene motivos mucho más oscuros y nefastos.
Utilizando el escándalo de los datos para uso electoral como una cubierta, la prensa, colaborando con las agencias de inteligencia y los líderes demócratas en el Congreso, busca crear un clima apto para una supresión de la oposición política en la mayor red social del mundo.
Desde el punto de vista de las campañas electorales burguesas, las operaciones de recolección masiva de datos son la norma. En el 2012, la campaña de reelección de Obama hizo esencialmente lo mismo que Cambridge Analytica, animando a que los usuarios bajaran una aplicación de Facebook que recolectaba la información de toda su lista de contactos, llegando a 190 millones de perfiles.
En ese momento, se reportó dicha práctica ampliamente, pero fue celebrada por los principales medios noticieros como evidencia de la innovación y vanguardia de las campañas.
Más allá, pese a tener acceso a la enorme base de información que Cambridge Analytica obtuvo de Facebook, la campaña de Trump no optó por utilizarla ya que tenía acceso a una base de datos mucho más grande, comprensiva y precisa del Comité Republicano Nacional.
Contando con cientos de millones de dólares en efectivo de donantes multimillonarios más ricos que nunca, las campañas electorales burguesas emplean en la actualidad a cientos, sino miles, de funcionarios, muchos con grados avanzados en informática y estadística, para minar, cuantificar y analizar datos privados, con el objetivo de influenciar y transformar las opiniones políticas de los votantes.
Estas operaciones eclipsan sobradamente la presunta “injerencia” de los “rusos” en las elecciones presidenciales del 2016, la cual, según el informe de Facebook entregado a la comisión de inteligencia del Senado, consistió en la compra de unos $100.000 en anuncios de Facebook antes y después de las elecciones.
Dado el rol minúsculo de Cambridge Analytica en la campaña electoral, ¿a qué se debe la abrumadora campaña en la prensa sobre “Borrar Facebook”? Las cuestiones reales detrás de la campaña se pueden ver en otro reporte publicado en la primera plana del New York Times del miércoles, bajo el título “Hartos, los docentes en Oklahoma podrían hacer la próxima huelga”, donde advierte que el movimiento de huelgas docentes que comenzó en West Virginia, amenaza con expandirse a Oklahoma, Arizona y otros estados.
El artículo nota que “varios grupos de Facebook” han estado “presionando para una huelga” y que “las bases docentes” han estado utilizando esa red social para organizarse por fuera del marco de los sindicatos magisteriales.
El crecimiento de la oposición obrera es el verdadero blanco de la ofensiva de la prensa contra el presunto fallo en el manejo de datos de Facebook. El objetivo de la campaña mediática en cuestión es crear una atmósfera propicia para la introducción de medidas de censura aún más explícitas.
En varias entrevistas respondiendo a las acusaciones, el CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, y su directora de operaciones, Sheryl Sandberg, contradiciendo sus posturas anteriores, endosaron clamorosamente un proyecto de ley siendo considerado en el Congreso dirigido contra “la injerencia extranjera” en la política estadounidense.
El método sería restringir severamente la compra de anuncios políticos, una de las pocas avenidas que les quedan a los medios noticieros independientes para atraer a una mayor audiencia en Facebook.
“Estamos abiertos a la regulación. Trabajamos junto a legisladores en todo el mundo”, comentó Sandberg en CNBC. Por su parte, Zuckerberg le dijo a CNN que le “encantaría ver” regulaciones dirigidas en contra de los anuncios en Facebook presuntamente comprados por “rusos”.
En su entrevista para CNN, Zuckerberg prometió redoblar los esfuerzos de Facebook para combatir a “aquellos que intentan sembrar discordia”.
Dijo que la empresa “mejorará en rastrear y emplear herramientas de inteligencia artificial para poder escanear y observar mucho de lo que sucede”.
Indicó estar dispuesto a aceptar más regulaciones gubernamentales para la compañía, lo que se traduce a una mayor integración de Facebook en el Estado y sus agencias de inteligencia.
Luego, añadió que Facebook ahora cuenta con “15.000 personas trabajando en seguridad y revisión de contenidos”, una cifra que llegará a 20.000 para fines del año.
El impactante reconocimiento de que, con base en el reporte de 25.000 empleados en total a principios del año, la mayoría del personal se encarga de revisar y censurar el contenido de los usuarios.
Para una compañía que dedicada nominalmente a ayudarles a los usuarios a compartir información y aprender del mundo, Facebook está siendo transformado en un instrumento de represión policial y censura. La prensa procura crear el clima político para seguir la implementación de censura masiva en la plataforma social en línea más grande del mundo.
Detrás del escenario, la campaña fue acompañada por el anuncio de Google de una “iniciativa noticiosa” cuyo objetivo es censurar a medios noticieros independientes como el World Socialist Web Site y promover a fuentes de noticias “confiables”, como el New York Times y el Washington Post.
Este anuncio marca una escalada significativa en las medidas que han tomado desde que Google cambió su algoritmo de búsquedas en abril del año pasado y que han conllevado una caída masiva en el tráfico de búsquedas a sitios izquierdistas, socialistas y contra la guerra.
Los trabajadores que están asumiendo una lucha en defensa de sus trabajos, salarios y condiciones laborales tienen que ver esta marcha hacia la censura por lo que es: no solo una amenaza existencial a la libertad de expresión protegida constitucionalmente, sino un esfuerzo para aplastar tanto los esfuerzos de autoorganización como la lucha por librarse de las ataduras de la burocracia sindical.
Urgimos a todos los trabajadores y jóvenes que comprenden la importancia de esta lucha a contactar al World Socialist Web Site y a unirse a su campaña contra la censura del Internet.
Para exponer la campaña cada vez más extensa de censura y para organizar una resistencia, el World Socialist Web Site , los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social, y el Partido Socialista por la Igualdad están organizando encuentros en todo Estados Unidos con el tema “Organizando la resistencia a la censura del Internet”, además de una conferencia en Detroit el 22 de abril, “El resurgimiento de la lucha de clases y la batalla contra la censura del Internet”. Urgimos a nuestros lectores a atender estas reuniones, darles la publicidad más amplia posible y contactar al WSWS para organizar una reunión en tu área.
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