Pablo Gonzalez

Nicaragua: ¿Con que licencia Humberto Belli nos viene a interpelar a los que venimos de la escuela pública?



“El cinismo dice ser la única forma posible de realismo” (Galeano).

Frente a la indulgencia que parece darle exponer su opinión desde un palco sordomudo en la parte más elevada de un periódico de circulación nacional, un palco hecho monólogo, otras veces más descaro, otras veces más olvido, escribe Humberto Belli, recubriéndose de una especie de amnesia intencionada, exorcizando los demonios más sombríos de una memoria que en su tiempo significaron represión, injusticias y atropellos ejecutadas por el mismo ex ministro que ahora nos pregunta en ese mismo periódico, tratando de ridiculizar el intelecto de quienes procedemos de la educación pública “¿De qué nacionalidad era Kant? y el nombre de la teoría asociada con Einstein”.














Y como si la bandera de la degradación no la hubiese izado hasta lo más alto, permite tomar otro impulso para elevarla a lo más deplorable sugiriendo:

 “Escoja al azar un bachiller egresado de escuela pública…pídale que estime cuántos kilómetros por galón hace el vehículo que se llenó con veinte y que tras correr 90 kilómetros quedó con un cuarto de tanque”.

¿Con que licencia Humberto Belli nos viene a interpelar a los que venimos de la escuela pública cuando el mutiló los derechos precisamente de esta educación pública?

Cuando se estableció el sistema arancelario en las escuelas, en ese momento entre comillas “públicas” a muchos de nosotros se nos iba a sacar de las aulas en periodo de exámenes por no haber pagado la cuota mensual. 


Diez o quince pesos, quizás insignificantes para aquellos que tenían como llenar un vehículo con veinte galones y luego recorrer 90 kilómetros como el ejemplo que cita Belli. 

Pero para algunas personas significaba sacrificar varios tiempos de alimentos, por cierto, factores que Belli cita como elementos influyentes en la calidad educativa, para poder subirnos aunque sea en la cola de ese tren de “desarrollo educativo” medido por pruebas Terce, el cual queremos alcanzar corriendo sobre un terreno pedregoso y con los pies descalzos.

Recuerdo cuando algunas profesoras en mi centro “público”, aparecían dominantes a la orilla de las puertas de nuestra aula de clases, con las tarjetas rosaditas en mano de los aranceles, para mencionar los nombres de los alumnos que no habían pagado, la pobreza nos inhabilitaba para medirnos el “intelecto” en los exámenes semestrales. 

Me sudaban las manos y las aferraba el pupitre para que mi nombre no fuese mencionado a todo pulmón por una de esas profesoras, en una especie de planilla de fusilamiento de la vergüenza.

 Como los mencionaban en orden alfabético, me generaba nervios y esperanza que la afiliación de mi nombre con las últimas letras del alfabeto, fuese olvidado en un intento de compasión cuando ya la mitad de mis compañeros habían sido retirados del aula de clases.


Como si aquellos cincuenta pesos que quizás ya tenía acumulados hasta ese momento y que debía, iban a salvar las arcas del Estado o ser el faltante para llenar el galón del vehículo en el que se movilizaban los ministros o aquel carro que manejaba el delegado de Gobernación en Juigalpa y en el cual viajaba Humberto Belli, atropellando a propósito a un grupo de maestros que estaban en una huelga en Chontales, luego Belli huyó.

Las ilusiones caían desperdigadas por el terreno seco y árido de la privatización. Ahí aparecía mi nombre de nuevo, retirada de todo examen al que me presentara, resentida sobre todo de las expulsiones de las pruebas de Historia.

Haciendo un “Check List” (al exministro le han de gustar estas palabras en inglés) de los ingredientes de la receta que nos propone Belli, la verdad que al menos en mi caso, parezco tener militancia segura en esas historias de bachilleres “no exitosas” que ha de cuestionar Belli:

- Hogar desintegrado sin mayor ingreso, en la hazaña de echarle algo al estómago aunque fuese una vez al día.

- No haber pasado por prescolar, porque en mi escuela rural cerraban los grados en las que no habían muchos niños.

- Con limitado insumo escolar, improvisando cuadernos en hojas recicladas de papel bond que los profesores desechaban. 

- Ausentismo docente: Mi profesora a veces no podía llegar a la escuela en invierno porque el rio crecía de caudal y corría el riesgo de ahogarse, porque no había puente que conectara.

Ahora, con que facultad nos viene Belli a dar lecciones después de aquellas brutales represiones de los noventa y retener los cheques a los docentes ¿Cómo expone de que uno de los factores importantes para hablar de calidad educativa sea considerar los altos ingresos, ese privilegio que no tienen los hogares desintegrados?

 Por cierto, de ¿Qué ingresos podrían hablar aquellos maestros que Belli arbitrariamente despidió?

 Negándoles a su vez a los hijos de estos docentes, acceder a la educación porque la fuente de ingresos había sido descabezada.

Marlene Valdivia fue una docente despedida cuando Belli era ministro, maestra humilde que quedó desempleada y con tres hijos luego de brindar 25 años de servicio a la docencia ¿Qué pasaría con eso tres niños después de que a su mama se le negó el derecho a ejercer la docencia?

 ¿Será que esos niños ahora adultos sepan la nacionalidad de Kant o el nombre de la teoría asociada con Einstein por la que pregunta Belli? ¿O Solo sobrevivan y para colmo no sean bachilleres exitosos? 

¿Qué pasaría con la pequeña hijita de Nuryts Vanegas? mujer de sonrisa amplia y de origen proletario 

¿Será que esa niña si sepa cuántos kilómetros por galón hace el vehículo que se llenó con veinte y que tras correr 90 kilómetros quedó con un cuarto de tanque?


https://www.facebook.com/profile.php?id=100005491025311&hc_ref=ARQryJUrdGh7-OlW6V_9myYyKcPvSqQHGJluL8vY9fKKWDz-Kk7gUe2HTl0e4hAchlQ

Related Posts

Subscribe Our Newsletter