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El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

Cataluña hoy: La represión tiene más de 300 años


Hinchada del Barça con lemas y banderas de la República catalana

Cataluña fue parte del reino de Aragón desde principios del siglo XII a inicios del siglo XVIII; es decir, un centenar más de años de los que tiene el actual reino de España. 

Con el catalán de idioma oficial, se expandió por las islas Baleares, Sicilia, Córcega, Cerdeña y el sur de la península italiana. Con la posesión temporal de parte de la actual Grecia (incluyendo Atenas) gracias a las acciones de la “Gran Compañía Catalana“[i]


Entrada del catalán Roger de Flor en Constantinopla, fresco de José Moreno Carbonero

Las Cortes Catalanas o Cortes Generales de Cataluña​ a diferencia de las de Castilla (que funcionaban únicamente como órgano consultivo), fueron el órgano normativo de Cataluña desde el siglo XIII hasta el siglo XVIII. Los acuerdos de las catalanas tenían fuerza de ley, en el sentido de contrato que el monarca no podía revocar.

Cuando ya los virreinatos del Perú y Nueva España estaban en pleno apogeo, surge la guerra por toda Europa por la sucesión de la corona española (1701-1713), donde los borbones se apoyaron en los gremios de Castilla, Francia y Baviera; y los de la casa de Austria buscaron el apoyo de Cataluña, Inglaterra y el Sacro Imperio Romano Germánico.

 Los Borbones “ganan” pero a cambio de ceder ante las pretensiones de Inglaterra, que adquiere Gibraltar y Menorca (isla catalana), y se convierte a partir de esa fecha en la potencia hegemónica en detrimento de Castilla y Francia. Los borbones ceden a favor de Austria la Bélgica actual, y los territorios en Italia (Nápoles, Milán y Cerdeña).


Batalla de Rande en la ría de Vigo, óleo de Ludolf Backhuysen

Inglaterra además ganó el derecho de asiento, un asiento era un documento, que se incluía en los tratados, por el cual un conjunto de comerciantes recibía el monopolio sobre una ruta comercial o producto; en este caso Inglaterra recibe el “Asiento de Negros”, un monopolio sobre la caza de esclavos de África para la América hispana; consolidándose la costumbre de marcar con hierro candente a la “mercadería” como certificación de ingreso[ii].


Ya en el trono, Felipe V con los Decretos de Nueva Planta de 1705-1716 integra Cataluña al reino de España y comienza una amplia y sostenida represión contra las instituciones catalanas y contra sus habitantes.

Felipe V señaló que a los catalanes “se merecen ser sometidos al máximo rigor según las leyes de la guerra para que sirva de ejemplo para todos mis otros súbditos que, a semejanza suya, persisten en la rebelión” y ordenó que pagaran los gastos de guerra con sumas confiscatorias, y que todos los inmuebles sitos en el recinto de la ciudad de Barcelona sean cargados a perpetuidad con un censo anual del dos por ciento sobre su valor. 

El mandadero de Felipe V era para variar un inglés, que creó en 1714 la “Real Junta Superior de Justicia y Gobierno” que sustituyó a las históricas cortes catalanas. Cataluña dejó de existir como Estado.​ 

Los principales dirigentes catalanes fueron detenidos y encarcelados; varios fueron ejecutados, como el general Josep Moragues, que primero fue arrastrado por las calles por un caballo, luego degollado y cuarteado, y finalmente su cabeza fue colgada en una jaula en el Portal del Mar (injuria solo destinada a los piratas).


Monumento a Josep Moragues

No menos de 4.000 personas fueron condenadas a la pena de muerte (ejecutada en público para que sirviera de escarmiento) o largas condenas en las tristemente famosas galeras y los menos fueron deportados, previa confiscación de sus bienes y propiedades. 

Se ordenó la requisa de las armas y la aristocracia catalana perdió sus títulos, privilegios y dignidades. En la represión colaboró el clero, que instala una inquisición presidida por un cura afín a Felipe V. Paralelamente se inició la construcción de un fortín madrileño, “la Ciudadela”, su emplazamiento supuso echar abajo parte del barrio de la Ribera, el más rebelde y el más dinámico en términos económicos. Los borbones comenzaron la construcción de la España vertical, conservadora y centralista que se apoyó en una represión violenta. 

Los catalanes creyeron que las potencias extranjeras los ayudarían, los ingleses y austriacos (y los flamantes holandeses) pronto olvidaron sus compromisos con Cataluña.

Cataluña se revelaría en distintas oportunidades durante el siglo XVIII. A principios del siglo XIX se integra al imperio francés; dividida en 4 departamentos: Bouches-de-l’Èbre, Montserrat, Sègre y Ter. Una vez retirados los franceses, se iniciaron las guerras carlistas, muy cruentas en Cataluña. La victoria de los liberales sobre los carlistas dio pie al desarrollo de una revolución burguesa y en Cataluña se empieza a desarrollar el republicanismo. 

La industrialización avanza con gran fuerza, dando lugar al surgimiento de una nueva clase social: el proletariado. 

El Sexenio Democrático culminaría con la Primera República Española (1873) que en sus inicios se pronunció como una República Federal. Restaurado otra vez el absolutismo borbónico, los catalanes realizan su Primer Congreso Catalanista en 1880.

 La mayoría de los catalanistas apoyaron la concesión de la autonomía a Cuba, pues consideraron un precedente para conseguir la de Cataluña. Tras la derrota española en la guerra hispano-estadounidense de 1898 el regionalismo catalán experimentó un fuerte impulso, fruto del cual nació en 1901 la Liga Regionalista; la cual cometió el error de apoyar el golpe de Estado de Primo de Rivera fundamentalmente porque confió en “las promesas descentralizadoras”; en el fondo la burguesía creyó que el dictador iba a proteger su industria con la elevación de los aranceles a las importaciones. 

 La Dictadura “restableció el orden” en Cataluña, declaró el estado de guerra, que se mantuvo hasta 1925; sustituyó las autoridades provinciales y locales por militares y atribuyó a la jurisdicción militar los “delitos políticos” como ostentar banderas no nacionales o utilizar en actos oficiales lenguas que no sea el castellano[iii]. ​ 

La decisión de la dictadura de suprimir el empleo de la lengua catalana, incluso en la liturgia, pronto convirtió al clero catalán en el paladín de las libertades regionales y de la autonomía cultural. ​La resistencia cultural no sería vencida[iv].




Las columnas del arquitecto Puig i Cadafalch hoy reconstruidas y antes destruidas por acción de la dictadura por representar a la bandera republicana catalana

Con la proclamación de la segunda república, se da el Estatuto de autonomía de Cataluña de 1932, también conocido como Estatuto de Nuria, que permitía a Cataluña tener un gobierno y un parlamento propios, y ejercer determinadas competencias. 

Los sectores conservadores generaron la guerra civil en España y ante la desorganización del gobierno central, la Generalidad (gobierno de Cataluña) se hizo cargo de las aduanas, de los puertos y los ferrocarriles, de la sede del Banco de España en Barcelona, emitió moneda y concedió indultos. 

Luego se estableció una Consejería de Defensa para hacerse cargo de las cuestiones militares; creándose un Ejército Popular de Cataluña,​ independiente del Ejército republicano y con su propia organización.

La dictadura de Franco derogó el Estatuto de Cataluña bajo el lema “una sola lengua, el castellano, y una sola personalidad, la española”.

 Un periodista de la dictadura escribió: “Ya no queda… ni lliga, ni derechas, ni izquierdas, ni catalanes templados, ni catalanes radicales…, esto se acabó… La guerra se hizo para esto y se gana para esto”[v]

El triunfo franquista inició exilio forzado de políticos e intelectuales catalanes, la mayoría de los exiliados se refugió en Francia, y luego pasaron a América, dado que la ocupación nazi comenzó a perseguirlos. 

El presidente catalán, Lluís Companys fue detenido por la Gestapo alemana y entregado inmediatamente a los franquistas; interrogado y torturado, fue fusilado en secreto en el castillo de Montjuic.


Foto atribuida al fusilamiento de Lluis Companys, mientas gritaba: “¡Por Cataluña!”

Cuando se produjo la victoria de los aliados en la II Guerra Mundial en 1945 y surgida la posibilidad de que éstos intervinieran en España para poner fin a la dictadura franquista, por su alianza con Hitler; se formó un gobierno de la Generalidad en el exilio. 

 El inicio de la guerra fría favoreció a Franco y por los Pactos de Madrid de 1953 se selló la alianza entre Estados Unidos y España. Cuatro bases militares norteamericanas a cambio de ayuda económica y militar.

Tras la muerte del general Franco, en 1976 se celebró el referéndum sobre la Ley para la Reforma Política, en las primera elecciones universales, el Partit Socialista de Catalunya-Congrés, coaligado con el PSOE, fue la fuerza más votada. Los movimientos autonomistas se consolidaron y los independentistas comenzaron a crecer. 

 En el 2014, después de la celebración del Referéndum para la independencia de Escocia, el Parlamento de Cataluña aprobaba la Ley de consultas de Cataluña. 

Y se decretó la convocatoria de la Consulta sobre el futuro político de Cataluña 2014. El gobierno central de Rajoy lo bloqueó.


Resultados de la consulta del 2014, 1 861 753 votos a favor 


Los resultados de la consulta del 1 de octubre del 2017, 2 020 144 votos a favor

A pesar de las urnas boicoteadas, los que quieren la independencia son cada vez más.

Paralelamente, el señor Rajoy, peón de los Estados Unidos en cuestiones internacionales como su antecesor Franco (quien ofreció tropas españolas para pelear contra los coreanos), “experto demócrata” para cuestionar los procesos de Venezuela y Bolivia, se dedicó a reprimir de la población catalana con una dureza que hace recordar a Primo de Rivera o nuevamente a Franco. 

Con esta acción, torpe y procaz; incrementó la percepción mundial de que España solo es una entelequia, y que el actual estado español sostiene una arcaica institución monárquica en manos de unos borbones venidos a menos, y que la democracia solo es un cliché.

¡Cataluña merece ser independiente!


Policía importada impide y reprime a las personas que querían ir a … votar

[i] O gran compañía de Almogávares, grupo mercenario liderado por Roger de Flor a comienzos del Siglo XIV y contratada por el emperador bizantino Andrónico II Paleólogo, para luchar contra los turcos.

[ii] Los británicos subcontrataron a la South Sea Company. Podían llevar 4.800 esclavos anuales, un total de 144.000. 

Debía pagar a la Corona española un 25% de las ganancias, más o menos unos 33 pesos en escudos de plata por cada uno que desembarcaba en posesiones españolas y se abonaba al momento. Para certificarlo se le marcaba una señal con hierro candente al esclavo. 

 La Corona británica se llevaba otro 25% y los comerciantes el 50%. Por el acuerdo, los traficantes se obligaban a no “causar ofensa ni escándalo al ejercicio de la religión católica romana.” Gozaban de monopolio: 

“Que desde el día primero de mayo del presente años de 1713” […] “no podrá la compañía de Guinea de Francia ni otra persona alguna, introducir ningún esclavo negro en las indias”. 

Si apresaban esclavos de contrabando se confiscaban y pasaban a ser propiedad de la Corona española. La Marina española podía inspeccionar los barcos británicos que se acercaban a las costas americanas (derecho de visita).

[iii] Se prohibió a los comerciantes que anunciaran sus productos en catalán y en enero de 1928 se ordenó a la prensa que no tradujera al catalán las “notas oficiosas” del Directorio civil.

[iv] En la exposición mundial de 1929, los arquitectos catalanes construyeron un monumento remembrando la bandera de Cataluña, que fue demolida por la dictadura. Hoy reconstruida se la puede observar en su ubicación original.

[v] De la Granja, José Luis; Beramendi, Justo; Anguera, Pere (2001). La España de los nacionalismos y las autonomías. Madrid

https://surhoy.org/2017/10/02/cataluna-hoy-la-represion-tiene-mas-de-300-anos/

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