A principios de septiembre, la nicaragüense Paula Laguna recogió sus pertenencias y se marchó del apartamento con sus tres hijos para dejar atrás una relación tormentosa.
Hoy, en un viejo cuarto de Miami por el que paga más de mil dólares mensuales, lucha porque su pequeña hija sobreviva a las mordeduras de rata y picaduras de insectos
Desesperada, alquiló el primer apartamento disponible que encontró, en un viejo edificio en La Pequeña Habana. Pagó lo que para esta trabajadora de la construcción significó una pequeña fortuna: $1,050 de depósito de seguridad y $1,050 más de un mes por adelantado.
Para Laguna era evidente que el edificio, en 946 SW 4 Street, está destartalado, como muchos otros en el vecindario de bajos recursos de Miami. Pero en pocas semanas Laguna se encontró con una situación de terror que es un peligro para la salud de sus hijos y casi dos docenas de familias. El edificio está lleno de ratas y cucarachas, las paredes de los pasillos están descascaradas, hay huecos en los techos, en las paredes y en gabinetes del baño y la cocina de varios apartamentos. Otras unidades están llenas de moho.
El jueves, después que los vecinos denunciaran por televisión las condiciones insalubres y que un comisionado de Miami llamara a inspectores y a personal del Hospital Jackson Memorial, 15 menores fueron examinados y seis trasladados al hospital por mordidas de roedores e insectos. A tres les diagnosticaron sarna, una enfermedad de la piel causada por parásitos.
Las autoridades municipales estaban inspeccionando el edificio el viernes por la mañana, incluido un representante de los Bomberos de Miami. El edificio tiene un historial de multas por incumplimiento de los reglamentos municipales. En este momento pesa sobre el edificio una infracción por inseguridad estructural y podrían cerrarlo permanentemente.
Ahora, más de 20 familias de bajos recursos, que pagan entre $850 y $1,050 mensuales de alquiler, están desesperadas. Temen quedarse sin techo justo antes de la Navidad. Muchos dijeron que no encuentran viviendas que puedan pagar y no tienen dinero para un nuevo alquiler. Otros no tienen vehículos, trabajan en la construcción o en restaurantes del downtown y la Calle Ocho, y llegan a sus empleos caminando, en bicicleta o en trasporte público. Dijeron que si se mudan lejos del área podrían perder el empleo.
La situación es un reflejo del problema de falta de vivienda asequible en la zona metropolitana de Miami, una de las áreas urbanas con alquileres más caros en todo Estados Unidos y con un alto nivel de desigualdad de ingresos, según varios reportes.
“En cualquier lugar te piden primer mes, último mes y depósito. Son como $3,000 o $4,000 ”, dijo Daymara Linarte, una madre soltera de origen cubano y nacida en Miami, que trabaja de noche como cajera de un restaurante de comida rápida en la Calle Ocho. Mientras, su hijo de 15 años cuida a sus dos hermanos pequeños.
“¿Quién tiene dinero para eso?”
El comisionado del distrito, Joe Carollo, dijo que está trabajando con las autoridades municipales para ayudar a las familias. Pero reconoció que el edificio no es habitable.
Al menos media docena de niños fueron llevados al hospital tras presuntamente ser mordidos por ratas, debido a las condiciones insalubres de un edificio ubicado en 946 SW 4 Street en La Pequeña Habana.
“Ni en Miami ni en ninguna parte del mundo la gente debería estar viviendo en condiciones como esas”, dijo Carollo. El comisionado agregó que se reunirá con otros funcionarios para explorar la posibilidad de demandar a los propietarios del edificio. “Los caseros se aprovechan porque saben que la gente pobre está desesperada por vivienda y no tienen dinero para ir a un tribunal y defenderse”.
El Nuevo Herald intentó infructuosamente comunicarse con representantes del edificio, que pertenece a la compañía 946 Property Holdings LLC. La persona que cobra el alquiler no contestó a llamadas ni mensajes de texto. Tampoco respondió un agente de bienes raíces con oficinas en Brickell que aparece como agente de la empresa en los registros públicos de la Florida.
Varios vecinos mostraron huecos en sus apartamentos, que tienen que tapar con latas vacías, planchas de madera y cartones.
Niña mordida por un ratón
El aroma a limpiador en el apartamento de Laguna contrasta con el olor a humedad y cucarachas en los pasillos y escaleras. Laguna, una nicaragüense que vive en Estados Unidos desde hace 13 años, cinco de ellos en Miami, dijo que limpia y fumiga constantemente para ahuyentar los insectos.
Pero nada de eso fue suficiente para evitar que recientemente una rata terminara en la cuna de su hija Arte, de 1 año, y le mordiera el brazo izquierdo.
“Ella parece que pensó que era uno de sus peluches y lo apretó, ahí fue cuando la mordió”, contó Laguna mientras cargaba a su hija, que tiene la marca de la mordida y rochas rojas en los brazos y piernas. “En el hospital me dijeron que tiene sarna y me dieron medicina para la mordida. Pero hoy amaneció con más ronchas”.
Laguna y otros vecinos del edificio dijeron que llevan semanas buscando adónde mudarse, pero que la persona que cobra el alquiler se niega a devolverles el dinero del depósito. Varios mensajes de texto de los vecinos revisados por el Nuevo Herald confirman esa versión.
“Yo me tengo que ir de aquí mañana, porque el Departamento de Niños y Familia me lo ordenó y no quiero que me quiten a mis hijos”, dijo Laguna, quien comparte su angustia con al menos otras tres vecinas. Todas son madres solteras y no tienen dinero para mudarse a otro lugar de inmediato.
Laguna contó que antes de acudir a los medios de prensa fue al Ayuntamiento de Miami, a una oficina de inspectores y una oficina de ayuda comunitaria.
“Me mandaron al Departamento de Salud o a que llamara al 311, pero el problema es del edificio”, dijo Laguna. “¿Cuáles son los derechos que uno tiene, qué puede uno hacer cuando paga su renta y tiene ratones en su casa, mordiendo a sus hijos, cuándo no te quieren dar el dinero para irte?”
Carollo dijo que ese tipo de problemas es común en La Pequeña Habana y otros barrios de Miami, y que trabaja en un plan de acción para situaciones similares, en colaboración con el Condado Miami-Dade y el gobierno de la Florida.
“Cuando alguien llega al gobierno municipal para denunciar este tipo de cosas, debemos saber qué hacer, no podemos decirle a la gente que se vaya a otro lado, como si no fuera asunto nuestro”, dijo el comisionado.
Mientras tanto, los vecinos del edificio ya recibieron notificaciones por mensaje de texto o llamadas telefónicas cobrándoles el alquiler de diciembre, que debían pagar el día primero.
“¿Puedes creerlo?”, preguntó Jennifer González, nacida en Nueva Jersey y quien se mudó a Miami hace 5 años, madre de dos hijos pequeños.
“Nosotros no sabemos quién es el dueño de este edifico al que le damos nuestro dinero cada mes, nunca ha dado la cara, es una compañía. No limpian, no arreglan nada. Sólo viene una mujer a cobrar y no aparece hasta el próximo mes”.
Fuente: elnuevoherald.com