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¿Permitirán los estadounidenses una “Revolución Cultural”



Estados Unidos vive un descenso hacia el caos, en donde a las capas más vulnerables, como los jóvenes y los sectores más desesperadamente pobres, de todas las razas y de todas las orientaciones políticas habidas y por haber, se les está empujando a tomar partido en un conflicto violento previamente condicionado en el cual no puede haber ganadores y todos perderán.
Es una táctica imperial británica clásica, llamada “pandillas y contrapandillas”, del libro de ese nombre del brigadier británico Frank Kitson, un método que los británicos han reconocido desde entonces que emplearon para aplastar la oposición a su dominio colonial en Kenya, en Malasia, en Irlanda del Norte, y en muchas otras partes. 

La idea se centra en construir un conflicto artificial, mediante el cual se vuelve a una facción dentro de la población seleccionada como objetivo, en contra de otra facción, en donde hay agentes provocadores controlando a ambos bandos, lo cual conduce a generar muertes y desatar las pasiones más bestiales, y a destruir toda capacidad para dar una pelea unificada en contra del verdadero enemigo: el imperio británico.

El periodista del diario People’s Daily (Diario del Pueblo), el periódico oficial del Partido Comunista Chino, escribió un artículo en su edición del lunes 21, en la que plantea la pregunta: “¿Se haya Estados Unidos sumido en una Revolución Cultural?”. 

El autor, Curtis Stone, hace una reseña de la pesadilla que fue la Revolución Cultural de China en la década de los 1960, durante la cual turbas de jóvenes enfurecidas (las Guardias Rojas) eran instigadas a desatar la violencia callejera en contra de las instituciones del país, lo cual “hundió a china en el caos por años, durante los cuales muchos de los objetos culturales e históricos del país fueron removidos o destruidos”. 

Stone observa que “las recientes tensiones raciales en Estados Unidos ha dejado a muchos chinos preguntándose si, el país que otrora se conoció como el ‘crisol de las culturas’ del mundo, está pasando por su propia Revolución Cultural, y se han quedado perplejos ante la idea de que se pueda desatar un acontecimiento tan pavorosamente similar en Estados Unidos.

 El caos en Estados Unidos es profundamente preocupante. 

La revolución cultural americana, como se le ha denominado en algunos medios chinos, tiene todos los sellos distintivos de la turbulenta experiencia de China... 

Desde el llamado de un pastor de Chicago para remover la estatua de George Washington..., hasta el llamado de la congresista Nancy Pelosi para remover las estatuas confederadas del Capitolio de inmediato; y hasta las discusiones sobre si ya es tiempo de hacer volar el Monumento Nacional de Mount Rushmore en Keystone, Dakota del Sur, hay una presión para deshacerse cuando menos de algunos de los objetos culturales e históricos del país”.

Helga Zepp LaRouche añadió otra imagen igualmente preocupante: los últimos días de la República de Weimar en Alemania, cuando los nazis abatieron a los comunistas en las calles, generando el caos que condujo al derrumbe del gobierno legítimo y el horror de la dictadura nazi.

El intento de presentar a los patéticos grupúsculos impotentes de supremacistas blancos y neonazis como si tuviesen el respaldo del Presidente Trump, o de presentar a los anarquistas “antifas” enmascarados que lanzan bombas molotov como si fuese “manifestantes no violentos”, no es solo algo demencial, sino que se pasa por alto el hecho de que estos grupos son precisamente lo que describe el brigadier Kitson, pandillas y contrapandillas controladas totalmente, para desviar la atención de la ciudadanía de la descomposición económica de la última década, y el derrumbe financiero y económico que se nos viene encima. 

El hecho de que los controladores de ambos bandos son los mismos elementos del FBI, la CIA y otras agencias de inteligencia corruptas del gobierno de Obama, que han dirigido el fraude del “Rusiagate” primero en contra del Presidente, debería hacer desaparecer cualquier duda de que todo forma parte de la misma “revolución de color” que lanzaron George Soros y Barack Obama, dirigida a derrocar al Presidente, destruir cualquier potencial que hay de que Estados Unidos se una a la Nueva Ruta de la Seda, como lo ha indicado Trump, y llevar a Estados Unidos hacia una confrontación militar con Rusia, lo cual sería el fin de la civilización que conocemos.

El muy promocionado discurso del Presidente Trump sobre el nuevo plan para la guerra en Afganistán, tuvo carácter de estadista, aunque intencionalmente sin contenido. 

En tanto que se comenta ampliamente que aprobó un aumento en el número de efectivos estadounidense en Afganistán, lo que él informó realmente fue que la decisión del despliegue militar la ha dejado a los generales, pero que no anunciaría de manera anticipada las decisiones militares. 

Si denunció en fuertes términos el que Pakistán siga dando abrigo a los terroristas, e hizo un llamado a India para que juegue un mayor papel en Afganistán.

Pero el Secretario de Estado, Tex Tillerson, emitió de inmediato una declaración y sostuvo una rueda de prensa el martes 22, en donde dejó en claro que la intención del nuevo plan para Afganistán es doble: utilizar los métodos militares que han resultado efectivos en Siria y en Iraq para derrotar al EIIS; y facilitar las negociaciones entre el gobierno afgano y el Talibán para llegar a una paz negociada. “Nuestro propósito es convencer al Talibán que no pueden alcanzar una victoria en el campo de batalla”, dijo Tillerson. “Nosotros tampoco quizás logremos una victoria”, agregó. 

La declaración oficial del Departamento de Estado que publicó el lunes por la noche, dice que “el Talibán tiene una vía para la paz y la legitimidad política a través de un acuerdo político negociado para terminar la guerra. Estamos listos a apoyar las pláticas de paz entre el gobierno afgano y el Talibán sin precondiciones”.

Cabe señalar que con el gobierno de Trump, Estados Unidos ha colaborado estrecha y exitosamente con Rusia para derrotar al terrorismo en Siria, y en el caso de Afganistán, el nuevo enfoque del plan de Trump, negociar con el Talibán un acuerdo negociado, abarcando todas las facciones étnicas en el país, es precisamente lo que han promovido los rusos.

Este enfoque, de trabajar con Rusia y con China para crear un nuevo paradigma, con base en los objetivos comunes de la humanidad para alcanzar la paz mediante el desarrollo, y acabar con el imperio de una vez y por todas, es algo que los británicos y sus piezas en Estados Unidos no pueden tolerar, y están dispuestos a llevar a cabo un golpe y provocar una guerra nuclear para impedirlo. Estamos en un momento de gran peligro, pero de una mayor oportunidad. 

Hay que defender al Presidente, y hay que hacer realidad el nuevo paradigma.

https://es.larouchepac.com/es/20170823-3

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