La inmensa mayoría de los atentados terroristas que se cometen en el mundo no tienen nada que ver con el islam, ni quiera los que se cometen en Oriente Medio, según la Base de Datos de Terrorismo Mundial de la Universidad de Maryland, que sigue al detalle este fenómeno desde 1970 y es la referencia más utilizada.
No obstante, los medios de intoxicación han llevado a que el mundo tenga una percepción muy distinta: islamismo y terrorismo son lo mismo (o muy parecidos).
A partir de ahí se puede desatar una ardua discusión sobre lo que cada cual entiende por una cosa (islamismo) u otra (terrorismo), pero cuando esta polémica no se planteaba la Universidad de Maryland ya había creado su base de datos, su “vara de medir”, que (buena o mala) es la misma que ha seguido desde entonces.
Por lo demás, las conclusiones de la Universidad no pueden sorprender porque el FBI o Europol llevan otras bases de datos que conducen a la misma conclusión.
El porcentaje de atentados terroristas cometidos en nombre del islam o el yihadismo son irrisorios, en comparación con los que se cometen por otros motivos.
Entre 1980 y 2005 sólo un 6 por ciento los atentados terroristas en Estados Unidos los han cometido islamistas, mientras que el 90 por ciento proceden de otros grupos sociales, políticos y religiosos: cristianos, judíos, fascistas, racistas, ecologistas, hispanos, antiabortistas y un amplio abanico.
Lo mismo ocurre en Europa occidental: la proporción de atentados terroristas que se pueden relacionar con el islam de alguna manera es insignificante, como muestra una gráfica extraída de la base de datos, donde los atentados islamistas están en color rojo:
Si tomamos como “vara del medir” el número de víctimas en el periodo que va de 1970 a 2016, más de medio siglo, sólo hay cinco años en los que el terrorismo imputable a los islamistas haya sobrepasado a los demás.
El primero son los años 2004 y 2005 por los atentados de Atocha y Londres. El tercero es 2012 por los crímenes de Mohammed Merah en el sur de Francia. Los dos restantes son 2015 y 2016 por la serie de atentados que se iniciaron en Francia con Charlie Hebdo.
¿Cuál es el peor atentado cometido en Europa en los últimos veinte años?, ¿Atocha?, ¿Londres?, ¿Bataclán?, ¿Berlín?, ¿Niza? Déjense sorprender: si lo medimos, como parece más correcto, por el número de víctimas es el derribo del avión de Malasia Airlines el 17 de julio de 2014 sobre Ucrania: 300 pasajeros muertos.
Pero, ¿quién se acuerda de ese tipo de actos cuando habla de terrorismo?
La memoria es muy frágil cuando los medios nos aturden las neuronas...
Cuando pensamos en “terrorismo” nos acordaremos de atentados como el del maratón de Boston, del que han transcurrido ya cinco años y “sólo” hubo tres víctimas.
Pero, ¿somos capaces de recordar algún detalle del derribo del vuelo de Malasian Airlines, del que sólo han transcurrido tres años y hubo cien veces más víctimas?
Reflexione: ¿el problema está en nosotros o en los que logran que perdamos la cabeza?
Si saltamos a Oriente Medio, la conclusíon no cambia en absoluto: los atentados terroristas tampoco tienen su origen en el islam.
Según la base de datos, los peores terroristas no son Al-Qaeda ni el Califato Islámico sino el Estado de Israel, que nunca ha invocado el nombre de Alá para matar indiscriminadamente.
Ni siquiera el de Yavé.
Es difícil que caigamos en la cuenta de que entre nosotros y el mundo real hay intermediarios, como los políticos, los periodistas o los expertos, que son quienes nos ponen “una cierta realidad” delante de los ojos, o nos la quitan.
Raramente hablamos del mundo real; hablamos de lo que nos presentan como tal y del resto no hablamos porque no sabemos nada.
Publicado por Resistencia Popular