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Ecuador: Cedatos y Ecuavisa pudieron provocar un caos político


Un Estado, sus instituciones y la misma ciudadanía no pueden depender de una encuestadora privada y de un medio de comunicación comercial para definir su decisión electoral y su destino político.

 Y el domingo último Cedatos y Ecuavisa proclamaron presidente del Ecuador a un candidato sin contar con los datos oficiales. 

Ya no queda duda de que Guillermo Lasso era SU candidato: los millonarios pagos realizados a la encuestadora, las entrevistas y los espacios concedidos con tanta generosidad son la prueba del modo en que actuaron antes, durante y después de la campaña electoral. 

 ¿Más pruebas? Ayer Ecuavisa copó sus emisiones informativas con las declaraciones y tesis de Lasso, las de su binomio, las de su jefe de campaña, y con una entrevista concesiva al dueño de Cedatos, sin reconocer los resultados oficiales del Consejo Nacional Electoral (CNE). 

Lo de ayer solo es una prueba más de las tantas mostradas desde hace varios años (es de suponer a cambio de la publicidad del Banco de Guayaquil y otras empresas de Lasso y sus socios).

 Ecuavisa desconoció la otra versión de la encuestadora Perfiles de Opinión y no esperó prudentemente los datos oficiales del CNE que a esa misma hora ya entraban en su página web, donde se verificaba una tendencia a favor del binomio Lenín Moreno-Jorge Glas. 

Y fue tal la proclamación que las entrevistas a su candidato Lasso y los análisis y enfoques legitimaban a alguien que no estaba confirmado como presidente electo. Incluso, si fuese por un asunto de matemática, el exit poll presentado por Perfiles de Opinión se hallaba dentro del margen del resultado que surgía en los datos del CNE. 

Pero no, había una intención política muy clara: proclamar, por encima de la institucionalidad pública, a Guillermo Lasso como presidente de la República, desconocer cualquier otra opción o datos y al mismo tiempo confirmar su propio deseo antes que el pronóstico técnico. 

Cuando en este espacio hemos hablado del aparato político y mediático de la oposición nos referimos precisamente a lo ocurrido este domingo último: la confluencia, coordinación, pagos cruzados y militancia de empresas privadas, encuestadoras, medios de comunicación, analistas y supuestos expertos trabajando a favor de una corriente ideológica.

 Por tanto no es extraño que Cedatos y Ecuavisa hayan confluido estos meses en la misma dirección para que Lasso sea el candidato finalista. 

Y eso cuesta mucho dinero, planificación y coordinación política.

 ¿Por eso Lasso no empezaba sus ruedas de prensa si no estaba Ecuavisa?

 ¿Por eso tampoco aceptaba otras encuestas y datos de la realidad? En la práctica las dos empresas le hacen mucho daño a sus propios clientes y audiencias. 

No solo pierden credibilidad y prestigio. 

Pero lo más grave: han dado un golpe bajo a la democracia ecuatoriana porque pudieron provocar caos político y actos de violencia con impredecibles consecuencias. 

Entre el domingo en la noche y el lunes en la madrugada hubo pequeños brotes de violencia, precisamente porque las dos empresas dieron un dato falso de la realidad, crearon una expectativa ficticia y promovieron una falaz situación política. 

Ahora, mientras se cierra el conteo oficial, no hay un solo indicio o prueba para señalar la posibilidad, por mínima que fuera, de fraude electoral y mucho menos que algunas inconsistencias puedan variar el resultado oficial. 

Por lo tanto, Cedatos quedará señalada como una encuestadora fraudulenta y Ecuavisa como una pieza clave del libreto de la alianza CREO-SUMA. 

Tal como lo han hecho, por ejemplo, con Mauricio Rodas o Jaime Nebot. 

Y al hacerle un grave daño a la democracia, a la estabilidad política y a la gobernabilidad las dos empresas están en la obligación de transparentar sus cuentas, doctrinas y principios políticos, pero también abrir el debate nacional sobre su comportamiento político ante sus audiencias.



Claro, si se les obliga dirán que es un atentado a la libertad de prensa y de empresa.

Lo cierto es que el domingo último quedará marcado en la historia del Ecuador como el día en que quisieron imponernos un Presidente de la República. (O)


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