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¿Por qué un déspota como Juan Carlos I no ha terminado en prisión?

Si atendemos al diccionario de la RAE un déspota es “el soberano que gobierna sin sujeción a ley alguna”, “la persona que trata con dureza a sus subordinados y abusa de su poder o autoridad” y/o “el hombre que ejercía el mando supremo en algunos pueblos antiguos”.

Por desgracia, Juan Carlos I ha encajado claramente en dos de esas acepciones durante su reinado: careció de sujeción a ley alguna y abusó de su poder o autoridad (en la actualidad se encuentra aforado y solo puede ser juzgado por el Tribunal Supremo).

La Constitución deja muy claro que el Rey (Juan Carlos I mientras lo fue y en la actualidad Felipe VI) son figuras inviolables jurídicamente, es decir, en esencia son personas que se encuentran al margen de la ley. 

Podrían entrar en un centro comercial y aniquilar a centenares o miles de personas sin que fuera posible condenarles con la legislación actual (solo responderían patrimonialmente y no lo harían ellos).

 Se trata, evidentemente, de un dislate más propio de regímenes crueles como Arabia Saudí que de un país europeo.

 Quizá sea este uno los motivos de la bella amistad que une a nuestra Familia Real con la monarquía de las 350 decapitaciones en tres años.

El último de un largo listado de antecedentes escandalosos (al finalizar el texto se puede leer un breve listado) ha sido la publicación en la que se afirma que Bárbara Rey recibió 500 millones de pesetas de los ciudadanos para callar sobre unas supuestas conversaciones que podrían haber hecho mucho daño a la monarquía, aunque tal y como está configurado este país ello parece altamente improbable.

 El asunto de Bárbara Rey era un secreto a voces desde hace muchos años, pero nadie se atrevió a procesar a la más que posible chantajista ni a investigar si el supuesto chantajeado habría pagado por su silencio y de dónde habría surgido el dinero.

Lamentablemente, ni siquiera este último escándalo y su acumulación a los anteriores ha propiciado que los grandes medios de comunicación, la clase política, los órganos competentes, la clase jurídica o los intelectuales de este país planteen la necesidad de terminar con la inviolabilidad jurídica del rey, la cual permiten comportarse al monarca de turno como un déspota al margen de la legalidad, la moral y la ética. 

Parece increíble que en nuestro país el rey no pueda ser juzgado como un ciudadano más.

Por otro lado, cabría preguntarse qué habría pasado si cualquiera de los escándalos de Juan Carlos I hubieran sido atribuidos a un jefe de Estado de cualquier país europeo.

 Dado que en Europa se avanza en el sentido de juzgar y condenar a un ex jefe de Estado o un expresidente en caso de ser necesario, siendo Silvio Berlusconi o Jacques Chirac dos ejemplos de ello, habría sido más que difícil que Juan Carlos I hubiera permanecido alejado de los juzgados y las rejas en la mayoría de Europa. 

Mientras en Europa se avanza, en la siempre retrógrada España sería inimaginable que Juan Carlos I o José María Aznar fuesen juzgados, aunque es evidente que ambos lo merecen (junto a muchos otros ex altos cargos políticos). 

Si somos honestos resulta innegable que Juan Carlos I ha hecho méritos más que suficientes para sentarse frente a un tribunal jurídico y, no tengo la menor duda, para enfundarse el pijama de rayas y pasar una larga temporada entre rejas. 

Solo la inviolabilidad jurídica y la connivencia de los grandes poderes ha evitado, por ejemplo, que su comportamiento entre julio de 1980 y el 23 de febrero de 1981 le hubiera costado 30 años a la sombra.

Por desgracia, España sigue siendo diferente y esa diferencia es clave en nuestro retraso con respecto a Europa en muchos sentidos.

Más de 10 ocasiones en las que Juan Carlos I debería haber sido investigo y posiblemente condenado:

La hermana de Juan Carlos I, Pilar de Borbón, ha tenido una cuenta en Panamá cuyas fechas de apertura y cancelación coinciden casualmente con las de ascenso al poder del rey emérito y su abdicación (con reunión de la junta una hora y media antes). 


Corinna, otra amiga entrañable del rey emérito, también tenía una cuenta en Panamá y otra en Malta (y en unos cuantos sitios más).


Las presiones y su comportamiento antidemocrático con Adolfo Suárez no pueden ser calificadas de otra forma que golpistas y ello sin entrar a analizar a fondo su comportamiento el 23-F.


Manuel Prado y Colón de Carvajal, el administrador privado del rey durante más de 20 años, fue condenado en varias ocasiones y por varios delitos (dos años por el caso Wardbase en el año 2004, un año de prisión por apropiación indebida por un desvío de dinero del Grupo Torras en 2007 y tres meses por apropiación indebida por el Grand Tibidado en 2008).

 Por no hablar de la cantidad de líos en los que anduvo involucrado o el indulto por razonas humanitarias que recibió.

La hija y el yerno de Juan Carlos I se encuentran involucrados en un escándalos de corrupción y no han faltado los que han sugerido de forma velada que Juan Carlos pudiera haber sido conocedor y/o partícipe de dicha trama.

Más de 1.800 millones de euros de fortuna son atribuidas a Juan Carlos I sin que se haya emprendido investigación alguna, aunque se trate de una cantidad más que injustificable.

El Rey Emérito cuenta con conocidos comerciantes de armas, como es el caso de El Assir, y no es extraño que visite Arabia Saudí para vender armas.

Juan, el padre del anterior rey, dejó una fortuna en Suiza que fue repartida entre sus hijos. Un total de 728 millones de pesetas en tres cuentas en Suiza, paraíso fiscal, fueron repartidos entre Juan Carlos, Margarita y Pilar. 

La Casa Real jamás documentó las justificaciones que ofreció ni el caso fue investigado.

La cuenta Soleado y la Gürtel son sombras evidentes sobre Juan Carlos I: “Javier de la Rosa confesó al pequeño Nicolás, cuando éste se hacía pasar por alto cargo, que había un depósito de 300 millones del rey Juan Carlos I en la cuenta Soleado”. 

La cuenta Soleado está vinculada, ni más ni menos, que con la mismísima trama de corrupción Gürtel.

El rey emérito, por si no fuera poco, cuenta en su haber con episodios oscuros que han dado lugar a una gran variedad de rumores: denuncias de paternidad, la muerte accidental de una de tantas ‘amigas’ del rey (Sandra Mozarowski, casualmente embarazada), las comisiones de Corinna y su vinculación con los servicios secretos o el fallecimiento de su hermano en un accidente tan desgraciado como beneficioso.

Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra.

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