EL FIN DE LA NEP Y EL INICIO DE LA INDUSTRIALIZACIÓN
A mediados de la década de 1920, la economía soviética era —en gran parte— una economía campesina.
En 1925, aproximadamente la mitad de la renta nacional se generaba en la agricultura.
Tras la aplicación de la NEP (Nueva Política Económica), el sector agrario conoció una rápida expansión de las relaciones mercantiles de producción e intercambio, pero seguía sumido en un profundo atraso tecnológico.
La industria apenas alcanzaba los niveles de los años anteriores a la guerra mundial, mientras en la esfera de la circulación se sufrían fuertes perturbaciones monetarias.
La magnitud de la producción global progresaba lentamente, el excedente económico (básicamente agrícola) era reducido y, en consecuencia, la base de acumulación era precaria.
La joven revolución era igualmente inestable en sus instancias políticas y sociales, de manera que carecía de mecanismos de acumulación económica suficientemente capaces de garantizar la reproducción y ampliación del proyecto político socialista.
A pesar de las adversidades, la guerra e intervención extranjera, tras la aplicación de la NEP, la agricultura fue recuperando los niveles de producción anteriores a la Revolución.
Sin embargo, el predominio de la pequeña producción campesina se convirtió en un obstáculo para el crecimiento del excedente.
La insuficiencia del excedente agrícola era el principal problema económico que tenía que afrontar la Revolución.
La mayor capacidad de autoconsumo del propietario agrícola reducía su producción comercializable dirigida a los centros urbanos e industriales; la reducida presión tributaria tampoco favorecía el aumento de la producción; mientras que el estancamiento del sector industrial impedía que llegasen los bienes de consumo y de producción básicos para la expansión del sector agrícola y el aumento de la productividad del trabajo campesino.
Como consecuencia, no existían las condiciones, ni objetivas (progreso técnico) ni subjetivas (incentivos materiales) para el aumento de la producción y del excedente agrícola, elemento central para la industrialización del país.
Por otro lado, la estructura industrial heredada del zarismo apenas sobrevivió entre crecientes dificultades durante los primeros años de la Revolución.
La recuperación de los niveles de producción fue inferior a los del sector agrícola, siendo en 1925 la producción industrial sensiblemente inferior a la de 1913.
Dentro del sector, son las ramas de bienes de consumo las que disfrutaron de cierto grado de recuperación, centrándose el atraso en las ramas de la industria básica y de bienes de equipo, que se mantuvieron rezagadas.
Hay que recordar que la NEP tenía como objetivo táctico suspender el proceso de industrialización pesada del país, en favor del aumento de la producción agrícola y del consumo de la mayoría de la población (campesina), como mecanismo de superación de las secuelas sociales producidas por la guerra civil y de recuperación de la alianza política que permitió el triunfo de la Revolución de Octubre, la alianza obrero/campesina.
Sin embargo, aunque la recuperación de grados de actividad económica y comercial era evidente, existían importantes límites a la industrialización del país.
Sin posibilidades de obtener financiación internacional y con una reducida capacidad de exportación para cubrir nuevas importaciones, la industria soviética disponía de márgenes muy limitados de desarrollo, condenando al resto de la economía a un fuerte atraso tecnológico.
Las bases materiales que posibilitaban el avance político de la Revolución quedaban limitadas.
‘La crisis de las tijeras’
Hasta el verano de 1922, las relaciones de intercambio entre precios agrarios e industriales favorecía a los primeros, debido a la mejora relativa experimentada por la agricultura, frente a las dificultades del sector industrial. Sin embargo, a partir de ese momento la relación de intercambio se fue invirtiendo en favor de los bienes industriales.
Las razones de ese fenómeno residían en lo que se conoció como La crisis de las tijeras, hecho económico aún hoy analizado y básico en los debates sobre modelos de desarrollo llevados a cabo en los países de la periferia en las décadas de los años 60 y 70 o en experiencias como la sandinista en los años 80.
Debido a que la producción de bienes de equipo (los medios de producción) era menor, sus precios eran más altos debidos a su escasez; mientras que en el caso de los productos agrícolas, más numerosos, los precios eran más reducidos; además, la deficiente red de bienes de consumo manufacturados, que encarecía su precio, aumentaba la inflación.
Como consecuencia de la crisis, por el lado de la industria se sufría el problema de los altos precios industriales que afectaban, sobre todo, a los bienes necesarios para el impulso de la industria pesada; mientras que por el lado del sector agrícola, los bajos precios, la insuficiente demanda de los trabajadores de la ciudad (afectados por bajos salarios) y la imposibilidad de exportar, provocó la aparición del mercado negro, del acaparamiento y la reaparición hacia 1927 del problema del insuficiente excedente agrícola, que lastraba cualquier intento de salto tecnológico e industrial del país.
En términos políticos, las viejas clases propietarias del campo encuentran las condiciones económicas (mercado negro, acaparamiento) para rearticularse políticamente, suponiendo de nuevo uno de los principales problemas políticos para Revolución.
La crisis de las tijeras abrió el debate dentro del Partido a propósito de la estrategia a seguir, centrando su reflexión en la estrategia más favorable hacia la industrialización y en la función que para ello debía jugar la agricultura.
Las secuelas inmediatas de la Primera Guerra Mundial, la guerra civil y la intervención de las grandes potencias extranjeras se entendían como superadas.
De esta forma, en 1928 el Partido decide dar por terminado el período de la NEP y toma una decisión: dar prioridad a la industrialización del país.
https://octubre1917.net/2016/12/28/construccion-socialismo-5/