VII
Un día, en Banagüises, una pequeña aldea,
sentí las gentes, sentí el campo, sentí la verdad de Cuba.
Son gentes viejas y tranquilas
(yo lloré con Ignacio, con Jabay, con Juanita)
las casas de madera y los portales amplios
(yo lloré con su paz y su melancolía).
Una calle asfaltada, orgullosa, atraviesa
el vecindario hasta la vía.
Cerca, los trenes jalan la caña
y cargan el mediodía.
Están allí como los árboles:
las mujeres, los niños, la panadería.
Tienen el suelo abajo y el sol encima.
Aquí las cosas pasan lentamente,
las ideas se comen, los alimentos se meditan,
los brazos salen de la tierra,
los yerbazales se agitan,
un perro de piedra corre en las calles
y corre un pozo de agua bendita.
Un joven muerto es un obelisco
y el aire es el sueño de una muchacha bonita.
Banagüises, que llevó mi padre
en el pecho como una reliquia,
es un pueblo joven y viejo
de esta nueva Cuba tan antigua.
VIII
Quiero decir que ya estaba Martí
en estas trincheras; que a su lado estaban
todos estos;
Camilo Cienfuegos tiene cien años
y cien años tiene
cada muchacho de la universidad.
(¡Es tan duro este pelear y este morirse y
este renacer y este pelear por la libertad!)
Ya estaban todos los que están ahora.
Ya estarán multiplicados mañana
porque la levadura de la justicia es buena
y sólo quieren vivir en paz.
El jovencito de la metralleta,
la muchacha del uniforme,
el niño que se cubre con el cuaderno,
el viejo que grita en el juego de pelota,
los estibadores y los panaderos,
hasta los poetas, Dios mío,
sólo quieren vivir en paz.
Los que murieron en las calles
también quieren vivir en paz.
IX
Es necesario detenerse frente al mar.
El mar oscuro es del dolor de Miriam,
tiene su mismo oleaje y su claridad.
En las playas del pueblo sentí que era sencillo,
enormemente sencillo, amar.
La arena, el viento,
los árboles, los hombres,
todos se pueden juntar.
¡Cuba, vamos a pelear
para vivir en paz!
Jaime Sabines - Yuria.
http://www.saudaderadio.com/2016/08/cuba-65.html