[...] Decenas de miembros y partidarios del movimiento anti Maidan que estaban refugiados en la Casa de los Sindicatos de Odesa el 2 de mayo de 2014, fueron quemados vivos o asfixiados.
Otros fueron rematados a golpes de barras tras arrojarse por las ventanas para escapar de las llamas.
Calificados de “pro rusos”, fueron objeto de una operación de “limpieza” instigada por grupos neo-nazis.
Ya se habían ilustrado en Kiev algunas semanas antes, en la seudo revolución orquestada en la capital para derribar por la fuerza el gobierno elegido democráticamente.
Sin estos grupos y su encuadramiento como punta de lanza de las manifestaciones, no hubiera existido nunca una “revolución” en la plaza Maidan.
En cuanto a Odesa, no solamente activistas ucranianos de obediencia fascista constituyeron las tropas de choque acorazadas y protegidas con cascos que asaltaron e invadieron la Casa de los Sindicatos para “liquidar a la chusma pro-rusa”, como testimonian numerosos vídeos filmados por personas que no tenían nada que ver con el FSB.
La operación no se hubiera podido efectuarse sin la intervención de las autoridades locales.
La policía, presente en el lugar de los hechos, dio pruebas de una notable pasividad, mientras que los bomberos, cuyo cuartel se halla cerca, batieron el récord de lentitud para acudir al lugar.
Sin duda, el gobierno de Kiev se vio obligado a proceder a algunas dimisiones de responsables locales, empezando por el gobernador de la región de Odesa, ante el peligro de perder en el exterior una legitimidad democrática ya dudosa.
Pero los culpables directos o indirectos de la carnicería parecen beneficiarse aún, dos años después de los hechos, de una impunidad total.
Algunos de ellos continúan patrullando y desfilando por las calles de Odesa, a pie o en vehículo, continuando la caza a los “pro-rusos”, amenazando a los habitantes que podrían declarar, y esto hasta en los tribunales. Resultado: los padres y amigos de las víctimas aún están a la espera de que se haga la luz sobre las condiciones de su desaparición.
Término a tomar en sus dos acepciones, ya que los cadáveres de algunos de ellos aún no han sido recuperados.
Para que se haga justicia se ha creado una Asociación de Madres de los asesinados, con el fin de realizar una investigación seria sobre lo que sucedió en Odesa el 2 de mayo de 2014. Justicia que, hasta ahora, parece desgraciadamente ser una misión imposible.
En este aspecto predomina la parodia. Únicamente un activista “pro ucraniano”, es decir, anti ruso y muy probablemente simpatizante si no militante del Pravy Sektor o de Svoboda, ha sido acusado, mientras que los asaltantes y los que asediaron la Casa de Sindicatos se contaban por docenas.
Al contrario, pero de forma complementaria, 20 manifestantes clasificados como “pro rusos” fueron investigados. “Opaca investigación judicial”, titularía un periodista de Le Monde, diario sin embargo cercano a las posiciones pro-europeas y neoliberales de los nuevos dirigentes ucranianos.
Esa investigación contemplaba la creación por un cierto número de personalidades de un “Grupo 2 de Mayo”, que llevaría sus propias investigaciones.
Sin embargo, aunque compuesto en principio por personas de “todas las opiniones políticas”, y siendo su trabajo “considerado objetivo y serio” según el mismo periodista, (que por otra parte no precisa porque este trabajo merecía esa consideración), no parece que el esclarecimiento de los hechos del 2 de mayo de 2014 al que ha llegado haya dado plena satisfacción.
Hay que decir que la versión de los hechos compilada por este “Grupo 2 de Mayo” concordaba un poco demasiado (lo que no disgusta al enviado de Le Monde) con los intentos de todos aquellos que en Odesa y Kiev desean que el vergonzoso asunto del masivo asesinato perpetrado por los ultranacionalistas en un país europeo, del que se felicitan en el extranjero por su reunión con la gran familia de las “democracias”, sea lo antes posible acallado, enterrado y olvidado.
Por ejemplo, el arranque de los enfrentamientos fue imputado a los activistas “pro rusos”, que habrían atacado una manifestación pacífica pro ucraniana, es decir, nacionalista, organizada espontáneamente por los hinchas de dos equipos de fútbol a la salida de un partido.
Los dos primeros muertos de la jornada procederían de sus filas, alcanzadas por las balas de tiradores“rusófilos”, sin que esto se haya demostrado todavía. Un escenario que recuerda el fabricado por disparos contra la multitud de la “revolución de Maidan”, antes de que se descubriera que, en realidad, los francotiradores que dispararon contra la policía y contra los manifestantes el 20 de febrero de 2014 formaban parte de un “grupo clandestino” en el “estaban implicados, directa o indirectamente, la extrema derecha (Pravy Sektor, Svoboda) y un partido oligárquico pro-occidental (Patrie)”, con el objetivo, por medio de un“asesinato masivo de falsa bandera”, de “ganar en el conflicto asimétrico de Maidan y tomar el poder en Ucrania”.
La continuación del relato no desluce su principio. Los “dos bandos” habrían después “intercambiado cócteles Molotov, provocando el incendio destructor debido a la cantidad de combustible almacenada por los anti Maidan en el edificio”.
En fin, los comandos provistos de barras o de bates que rodeaban el edificio en llamas habrían tratado “en su mayor parte de salvar a las personas atrapadas”, en lugar de rematarlas como atestiguan las escenas filmadas por múltiples vídeos […]
Un grupo de miembros del Parlamento Europeo […] preocupados por la ausencia de datos fiables relativos a la masacre, demandaron en mayo de 2015 al primer ministro Arseni Yatseniuk “hacer todo lo posible para hacer públicos los resultados de las investigaciones sobre las muertes cometidas en Maidan y las muertes masivas perpetradas en Odesa”.
No valió de nada. En un informe muy crítico publicado en octubre de 2015, los expertos europeos de un comité consultivo internacional creado a iniciativa del secretario general del Consejo de Europa, Thorbjorn Jagland, consideraban que la investigación efectuada en Ucrania con el fin de establecer las circunstancias exactas de la masacre y evaluar el trabajo de los servicios municipales de urgencia el día de los hechos “no respondía a las exigencias de la Convención Europea de Derechos del Hombre”.
Por añadidura, además de que no podía “ser calificada de independiente y eficaz”, estimaban que el “contexto general” que reinaba en Ucrania impedía a los investigadores “realizar serios progresos en la elucidación de la tragedia de Odesa”.
Es por tanto comprensible que las madres de las víctimas de la carnicería no tengan hoy otro recurso que dirigirse a las Naciones Unidas para que no quede impune.
De ahí su petición a la instancia competente de este organismo en materia de protección de derechos humanos, encargada de los casos de tortura, ejecuciones sumarias, desapariciones forzadas y detenciones arbitrarias, para que una comisión internacional, realmente independiente y objetiva pueda al fin aclarar la verdad sobre lo que pasó en Odesa el 2 de mayo de 2014, y que sus responsables sean castigados.
Todo lo anterior el motivo por el que el día 21 de marzo se ha celebrado una conferencia seguida de un debate, en los locales de la ONU en Ginebra al margen de los trabajos del Consejo de Derechos Humanos […]
El fin de esta conferencia era por un lado seguir la evolución de Ucrania desde la“revolución” de la plaza Maidan, exponer el impacto sobre el país del cambio de régimen que siguió, situar la matanza de Odesa en este contexto socio-histórico, tanto nacional como internacional, y perfilar el papel de los diferentes actores de este drama.
Por otro lado se trataba de dar a conocer a partir de testimonios no solamente el desarrollo de los sucesos, sino también los múltiples obstáculos encontrados para que se haga la luz sobre las responsabilidades directas e indirectas de las autoridades de la ciudad en la violencia sin precedentes en Odesa.
Sin embargo, hay que pensar que esta búsqueda de la verdad no gustaba a todo el mundo, y menos aún la idea de crear una comisión de investigación libre de la presión del poder en Ucrania.
Tras la tentativa de un tal Mykola Cusin, presidente de un Comité de Defensa de la Democracia en Ucrania, rama europea del Comité de Ucranianos de América del Norte, para conseguir la anulación de la conferencia […]
Recuperada la calma, Elena Radzikhovskaiya ha podido expresar, en nombre de las madres que como ella fueron privadas de sus hijos por lo que se debe denominar asesinato colectivo, su deseo de que el mayor número de personas de otros países se solidaricen con ellas para que los culpables, sean quienes sean, se identifiquen, se persigan, sean juzgados y castigados.
Que aquellas y aquellos que rechazan unirse a la cohorte de los imbéciles o de criminales, en el sentido en que Bertolt Brecht les definía, firmen esta llamada.
Las madres de los ucranianos asesinados en el 2 de mayo de 2014 se lo agradecerán.
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