En 1971 Daniel Ellsberg, de la inteligencia de EE.UU., reveló miles de documentos que demostraban que su Gobierno le había mentido al Congreso y al pueblo sobre Vietnam.
En septiembre de 1975 participé junto a Ellsberg en una Mesa Redonda sobre la Autodeterminación y la Independencia de América Latina, en la UNAM.
Le pregunté: ¿Por qué se les llama "Documentos del Pentágono" '?. Porque se originaron en el Pentágono, aunque el estudio que yo divulgué se hizo en la Rand Corporation, contestó. Los medios no los bautizaron como "Los Papeles de EE.UU.", pero hubiera sido más justo llamarlos así, ya que Washington mintió a su pueblo haciéndole creer que la guerra podía ser ganada y le ocultó la cifra de las víctimas.
En 1972 se destapó un escándalo cuando se descubrió que el presidente Richard Nixon había intervenido las oficinas del Partido Demócrata y grabado miles de conversaciones. Nixon renunció en 1974 para evitar un juicio político, y ese incidente fue conocido como el "Escándalo Watergate".
No se le llamó "El affaire Nixon", "Las cintas de la Casa Blanca" o "El escándalo de EE.UU.".
El 28 de noviembre de 2010 Julian Assange filtró miles de documentos diplomáticos de EE.UU., conocidos como "WikiLeaks"', en defensa del derecho a la información.
Su labor fue de la misma jerarquía moral y ética que animó a Daniel Ellsberg en 1971. A pesar de que los documentos diplomáticos eran del Departamento de Estado, a esas filtraciones no se les denominó "Los papeles de EE.UU.", sino "WikiLeaks"'.
Cuando Edward Snowden, de la CIA y la NSA, filtró, en 2013, miles de documentos clasificados como secretos sobre programas de espionaje masivo, su denuncia fue conocida como ‘Revelaciones sobre la Red de Vigilancia Mundial, no se les llamó, "Los papeles de EE.UU.", título bien merecido, pues eran para vigilar a todo el mundo y no solo a ciudadanos de ese país.
Si a los "Papeles del Pentágono" de Ellsberg no se les llamó "Papeles de EE.UU.". Si al "Escándalo de Watergate" no se le etiquetó como "El escándalo de EE.UU.". Si a los "WikiLeaks" de Assange no se les conoció como "Los papeles de EE.UU.".
Si a los papeles que divulgó Snowden tampoco se les llamó "Los Papeles de EE.UU.", siendo todos exclusivamente de EE.UU., entonces, ¿por qué los "Papeles Mossack-Fonseca", que no son ni del Gobierno de Panamá ni de Panamá, sino de una firma de abogados, se les bautiza como "Los Papeles de Panamá" '?
Usar el nombre de nuestro país para vincularlo a una actividad de escabroso perfil es enlodarlo. Que la idea provenga de panameños es traición nacional. Que venga de Gobiernos extranjeros es una conspiración.
Solo quienes tienen mentalidad de colonia no se inmutan ante el insulto a Panamá. Por eso los panameños debemos contrarrestar y denunciar la malévola campaña, exigir a nuestras autoridades que se desvincule nacional y mundialmente el nombre de nuestro país del affaire Mossack-Fonseca y castigar a los medios que se refieran a los "Panamá Papers".
Que se investigue a fondo esta conspiración y se determinen los recursos legales internacionales disponibles para resarcirnos de este ataque calumnioso a la personalidad internacional de Panamá.
El Gobierno de EE.UU. ha aceptado haber financiado la filtración de los 11,5 millones de los papeles Mossack-Fonseca y habérselos entregado al diario alemán.
De aquí dan un salto y caen en manos de un Consorcio Internacional de Periodistas Investigativos (CIPI) apoyado por el multibillonario George Soros, Rockefeller y Ford, que se dedican a atacar a los países de la antigua Unión Soviética.
Curiosamente no han desnudado a ciudadanos de EE.UU. que surfean alegremente en la offshore Mossack-Fonseca, sino selectivamente a algunos personajes engorrosos de los países emergentes de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). La casualidad existe, pero no entre discípulos de Maquiavelo.
Panamá ocupa el 13º lugar entre las más grandes empresas offshore del mundo. Relativamente no somos tan importantes. La conspiración va más allá: quieren enlodarnos para provocar una estampida mundial hacia los paraísos fiscales de EE.UU., Gran Bretaña, Holanda e Israel, más "confiables" que los panameños.
Como la conjura no dejaría inmune nuestra plataforma de servicios múltiples, la conspiración buscará erosionar y arrastrar una significativa parte de nuestra economía (centro financiero, ampliación, zona Libre, conectividad mundial), llevándonos a la bancarrota.
Podrán descansar los sicarios económicos, los John Perkins de antaño. Lograrán sus fines (endeudar a nuestros países) por otros medios.
Julio Yao Villalaz. Analista internacional y escritor.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.