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Acerca de la guerra en México: apuntes teóricos


Hasta ahora, los analistas de la guerra contra el narcotráfico en México (que abundan pero que poco aportan políticamente) han concentrado su atención en el narcotráfico y sus historias e historietas. 

Pero casi nunca atienden la guerra.

En este espacio hemos insistido en que la guerra contra el narcotráfico en México es tan sólo una guerra, dentro de otra guerra global. Que el objetivo de ésta no es la droga o su red de tráfico sino la sociedad. 

A propósito de esto, algunos académicos en Colombia han señalado que el objetivo no declarado de la “guerra contra las drogas” era configurar una sociedad contrainsurgente: es decir, una sociedad altamente domesticada e intolerante hacia cualquier manifestación social crítica o contestataria.

La guerra contra el narcotráfico es una violencia de Estado que engloba simultáneamente tres guerras: una guerra de ocupación, en un contexto de militarización de las estructuras de seguridad y los territorios; una guerra contrainsurgente, connatural a una época de creciente represión política (persecución-criminalización de la protesta en el mundo); y una guerra de exterminio, funcional a la gubernamentalidad neoliberal contemporánea en la región.

La guerra no es una estrategia autónoma o independiente de los procedimientos rutinarios que rigen los destinos del país. Las causas de la guerra sólo pueden conocerse en relación con estos otros procedimientos. Más que una patología social o política, el estallido de la violencia en torno al narcotráfico responde a una manifestación lógica de una cierta ecuación. 

La cuestión radica en conocer la ecuación, a menudo ignorada; las constantes e inconstantes que integran esa ecuación. Porque las guerras rara vez persiguen los fines u objetivos declarados. 

Más que un contenido latente y otro manifiesto, como versaría un diagnóstico psicoanalítico, lo que priva en esta trama es un contenido oculto y un contenido público, un discurso políticamente inconfesable y otro políticamente rentable. El proceso real tiene lugar en el contenido oculto e inconfesable.

Cuando revisamos cómo se ha enfocado la guerra contra el narcotráfico, encontramos variaciones poco significativas: por un lado, el relato del Estado “víctima” de la delincuencia (por “debilidad” o “incompetencia”), que se solventa teóricamente asistiendo al mito de una “disputa entre soberanías” que involucra a los cárteles y el Estado; y por otro, la persistencia de la historia del narcotráfico como presunta fuente de conocimiento para la explicación de la crisis de violencia, en detrimento de una atención más enfática en la guerra, en la red de relaciones objetivas que propiciaron el escenario bélico. 

Más recientemente, el debate sobre la legalización de las drogas ha ganado terreno en los dominios de la prensa y la investigación académica, situándose como un enfoque privilegiado en el ámbito de los estudios sobre narcotráfico, y trasladando la discusión sobre estos temas al terreno de las ideas. No estamos discutiendo la guerra.

Habría que empezar por un destierro de los obstáculos epistemológicos que inhiben inquirir en la lógica del Estado, o en los intereses del poder fáctico, el principio de la guerra y la fuente objetiva de la violencia. Habría que analizar la significación de la guerra en el proyecto general del Estado y del conglomerado de intereses reunidos en su órbita. Y hallar allí las claves de la trama. Es necesario desmitificar el objeto de estudio, reformular el andamiaje conceptual, y trasladar estos temas hacia otro terreno no-ideológico. 

E insistir que la prioridad es remover enfoques residuales, y concentrar el análisis en las conexiones que entretejen guerra, narcotráfico, Estado, militarización, paramilitarismo, apropiación de recursos naturales o territorios, y poblaciones en creciente estado de enajenación patrimonial y victimización.

Es importante tener en cuenta que el sistema económico que gobierna el planeta se basa en una concentración de las fuentes de poder, y por consiguiente, en una desposesión sistemática que afecta a la generalidad de la población. Y otro aspecto que también es primordial tener en cuenta es el que plantea Norberto Emmerich: que “para comprender al narcotráfico hay que estudiar al Estado… [A ese] Estado capitalista actual [que] nació como una organización criminal que legalizó, paulatinamente y en el transcurso de varios siglos, las rutinas de acumulación que llevaba adelante la burguesía naciente”.

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Publicado por Odio de Clase

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