EMMANUEL WATHELET / INVESTIG’AVTION – «La primera víctima de la guerra es la verdad» habría dicho Rudyard Kipling. Una afirmación especialmente acertada en el funesto caso de Siria.
En este artículo, me propongo desmontar la validez de una serie de gráficos, ampliamente difundidos en los medios de comunicación occidentales estos últimos días, que pretenden demostrar el carácter unilateralmente criminal de la actuación de Bachar Al-Assad en la guerra civil.
En este artículo, me propongo desmontar la validez de una serie de gráficos, ampliamente difundidos en los medios de comunicación occidentales estos últimos días, que pretenden demostrar el carácter unilateralmente criminal de la actuación de Bachar Al-Assad en la guerra civil.
El pasado 13 de septiembre, me llamó la atención un tuit de Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch, en el que se servía de un gráfico para afirmar que solo el 6 % de las operaciones de Bachar Al-Assad iban dirigidas contra Daesh. Como en la imagen no se mencionaba la fuente, pregunté por el origen de esa información y aludí al apoyo que desde el principio había dado la población siria a Assad, según revelaba un sondeo catarí publicado en el Gulf Times en diciembre de 2012.
Kenneth Roth no se dignó a responder a mi mensaje, pero un cierto «Abdul» (@al_7aleem) ―seguramente un pseudónimo― recogió el testigo y envió otra infografía, también en contra de Assad, en donde se afirmaba que «el 95,4 % de los civiles muertos en Siria» habían sido asesinados por el régimen (1).
Llevado por la necesidad de desvelar sus fuentes, indicaba que los datos procedían de una «organización de derechos humanos con sede en Siria» y que habían sido recopilados por el «Syrian Network for Human Rights» (SNHR).
Esta «red siria» no estaría, según Abdul, «financiada por gobiernos extranjeros» e «impondría medidas estrictas de verificación».
Es preciso señalar aquí que periódicos del prestigio de Le Monde reprodujeron estos gráficos, como muestra un artículo firmado por Maxime Vaudano, publicado el pasado 8 de septiembre, con un titular inequívoco que recoge las conclusiones del SNHR sin cuestionarlas:
«¿Quién ha causado más víctimas en Siria: el EI o el régimen de Bachar Al-Assad?» (2).
Hay que añadir también que el sitio de Internet del SNHR tiene una rúbrica dedicada a los diferentes medios de comunicación que le citan (3).
Como veremos a continuación, estas afirmaciones son mentiras flagrantes. Detengámonos en la famosa «Red Siria de Derechos Humanos».
En su página de presentación, aparece como una organización «independiente» que investiga sobre «las violaciones cometidas por cualquiera de las partes» en el conflicto sirio desde 2011.
Esta organización, al igual que el Observatorio Sirio de Derechos Humanos hoy totalmente desacreditado (4), está registrada en el Reino Unido ―dato que, de por sí, no es neutro.
Sin embargo, asegura que se apoya en «decenas de investigadores y activistas» en Siria. ¿Cuál es el mayor problema de esta página de información?
Que no dice nada sobre su financiación. Sin embargo, es evidente que un trabajo así necesita grandes fondos y que nadie está lo bastante loco para financiar una organización que va en contra de sus propios intereses.
Por lo tanto, averiguar quién financia al SNHR permitirá comprender cuáles son los intereses de esta organización.
Tal y como señalaba anteriormente, el SNHR elude precisar quiénes son sus proveedores de fondos.
En cambio, el sitio de Internet nos indica que esa «red siria» es miembro de la ICRtoP (International Coalition for the Responsability to Protect), como se puede ver en la siguiente captura de pantalla:
Esta «coalición internacional» se acoge a una norma que estipula la «responsabilidad de proteger» y que sirve para justificar la injerencia militar en países extranjeros.
Esta norma, que se adoptó junto con el documento final de la cumbre mundial de Naciones Unidas de 2005, es de por sí muy contestable, ya que, según las fuerzas implicadas y los intereses de los diferentes actores, autoriza a atacar a un país tercero.
En ese sentido, es contraria al derecho internacional y al principio de no injerencia, que impone el «respeto de la soberanía política de un Estado mediante la no intervención en sus asuntos internos» (5).
El ICRtoP tampoco es muy explícito en cuanto a su financiación. Pero, como en el caso del SNHR, es posible remontarse a una organización emparentada gracias a su sitio web. En efecto, la correspondencia del ICRtoP debe dirigirse al «World Federalist Movement – Institute for Global Policy», como revela esta imagen:
El «World Federalist Movement – Institute for Global Policy», en cambio, es más locuaz que las dos organizaciones-tapadera precedentes en lo que se refiere a su modo de financiarse.
En su página «about us – our funders», una lista exhaustiva de proveedores de fondos nos muestra lo «independientes» y «no gubernamentales» que son las organizaciones financiadas por el movimiento. Júzguenlo ustedes mismos (6):
Una investigación detallada de cada una de esas fuentes de financiación sería, sin duda, muy esclarecedora, pero ese no es el objeto de este artículo. ¿Qué es lo que vemos? En primer lugar, que muchos gobiernos, en contra de lo que Abdul afirmaba, financian al SNHR, a través del ICRtoP y el World Federalist Movement. Decir que esta organización no está financiada por fondos gubernamentales es, por lo tanto, una mentira obvia. Es interesante, además, constatar que esos gobiernos (entre ellos la propia Unión Europea) están todos en el bando «occidental». No hay, por ejemplo, financiación rusa o venezolana. Así, el conjunto de proveedores de fondos muestra una uniformidad ideológica patente. Ahora bien, debemos recordar que nadie desea financiar una organización que actúa contra sus intereses.
Los gobiernos no son la única fuente de financiación del World Federalist Movement (y, sin duda, tampoco la mayor, aunque no se incluyen las cifras). En primera posición, está la fundación Ford y, un poco más abajo, la Open Society Foundations del especulador multimillonario estadounidense, de origen húngaro, George Soros. Este inversionista, que se presenta como un filántropo, se dio a conocer en 1992 al dirigir un ataque especulativo contra la libra esterlina que sumió a Inglaterra en la recesión, con terribles consecuencias sociales.
Un año después, Soros fundó la Open Society Foundations que, como nos recuerda Bruno Drweski, «defiende al mismo tiempo la liberalización de la economía y la fragmentación del tejido social mediante una política que favorece, con el pretexto de la tolerancia, la emergencia de identidades culturales, étnicas, religiosas, morales yuxtapuestas y oponibles unas a otras».
Estrechamente vinculado al grupo Carlyle y al complejo militar industrial, «Soros coopera y cofinancia iniciativas promovidas por organismos como Human Rights Watch, Freedom House, National Endowment for Democracy».
Estrechamente vinculado al grupo Carlyle y al complejo militar industrial, «Soros coopera y cofinancia iniciativas promovidas por organismos como Human Rights Watch, Freedom House, National Endowment for Democracy».
En realidad, son muchas las fuentes que denuncian el grado en que esas organizaciones, vinculadas al Departamento de Estado estadounidense, han participado en la desestabilización de varios países del mundo formando y financiando a la oposición (7), con un total desprecio del derecho de no injerencia (8). Por lo tanto, estamos lejos, muy lejos, de organismos independientes cuyo objetivo sería proporcionar información sobre las violaciones cometidas por todas las partes implicadas.
¿Y qué sabemos de los dos protagonistas que han difundido esta información en Twitter? Kenneth Roth, como señalé al principio, es precisamente el director de Human Rights Watch, una organización financiada también por George Soros (9). Mientras que Abdul es el autor de un blog que se dedica a «desacreditar a los medios de comunicación assadistas» (10).
La iconografía utilizada en su blog y, en concreto, la imagen de un puño levantado no es inocente. Este icono, que identificó inicialmente al movimiento serbio Otpor! (financiado, a su vez, por George Soros), fue utilizada después durante las revueltas árabes por jóvenes activistas, que, como demuestra el autor Ahmed Bensaada en su libro Arabesque américaine (11), habían sido formados y financiados por diferentes organismos próximos a la CIA. Así, el militante en Twitter @al_7aleem también está vinculado a los intereses de Estados Unidos o, en cualquier caso, se reclama de esa filiación.
El ejército y los servicios de inteligencia sirios han cometido atropellos y, sin duda, los siguen cometiendo. No hay guerra «limpia». Sin embargo, los gráficos engañosos avalados por la prensa occidental tienden a presentar al bando sirio como el principal responsable de las masacres.
De esa manera, se encubren el apoyo de la OTAN y de sus aliados a los grupos fanáticos y la rápida usurpación del movimiento popular. Igual que se oculta el hecho de que en Siria, como en Libia, el objetivo no era, como planteaba la Open Society Foundations, «reforzar la ley, el respecto de los Derechos Humanos, de las minorías, la diversidad de opiniones y los gobiernos elegidos democráticamente», sino, por el contrario, sembrar el caos.
Notas:
1. Toda la conversación se puede seguir en twitter @manuwath.
4. Incluso Atlantico.fr subraya la «indiscutible subjetividad» de este «observatorio»: http://sn4hr.org/blog/category/inmedia/
8. Para más información sobre este tema, Investig’Action ha publicado numerosos artículos, parte de los cuales se pueden encontrar mediante una búsqueda a partir de la palabra «Soros»: http://www.michelcollon.info/spip.p...
11. Un libro del que Investig’Action ha publicado una nueva edición aumentada este mes de octubre.