
I
Según la narrativa oficial de la derecha radical, nada, a excepción de sus partidos deshabitados, es bueno en nuestra patria bendita. Para quien ve todo “malo”, una de dos: o es porque los viejos odres de la politiquería, que es el alma triste del subdesarrollo, no pueden contener la nueva Nicaragua o porque es tanta la desolación que, en esos extremos de la debacle, algún gusto le habrán encontrado al odio.
De ahí la pregunta: ¿es válido apartar la realidad nacional multicolor, para sustituirla, arbitrariamente, por sus hepáticos desahogos en blanco y negro?
La derecha mal dice cuando: si se promueve el modelo de alianzas, diálogo y consensos entre todos los sectores productivos con el Gobierno Sandinista, “terrible”, “solo piensan en el dinero”; si las relaciones con la comunidad internacional son de normales a mejor, “pésimo”, “no hay conciencia de lo que pasa en el país”.
Si todas las firmas como Cid Gallup, M&R, Borge y Asociados, certifican altos niveles de aprobación al comandante Daniel Ortega y la escritora Rosario Murillo, “las encuestas son pagadas”, denigra José Pallais, en la mala hora de unir su desierto con la soledad del Partido Liberal Independiente: 1.6% de simpatía político-partidaria. Hay amarguras comprensibles.
Si los pronósticos del FMI son óptimos, “falso”, los “economistas independientes” bla-bla-bla; pero detengámonos aquí: Nicaragua pertenece al club de las principales economías en expansión en Latinoamérica y el Caribe. Su crecimiento en 2015 alcanzará el 4.8%, de acuerdo a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Tan así es la pujanza económica, fruto de la paz larga y duradera que promueve el Frente Sandinista, que la recién concluida Exposición Pecuaria Centroamericana superó todas sus expectativas, incluyendo la edición 2014. Expica generó 15 millones de dólares en ventas, informó Canal 12.
No fue el asesor del presidente Ortega, comandante Bayardo Arce, quien resaltó las extraordinarias cifras que confirman la bienandanza del país y su estabilidad. Correspondió a Oscar Sobalvarro, aliado de la estrechísima fracción ultraconservadora del PLI, exaltar el éxito.
“El sector comercio se han manifestado muy entusiasmado porque han superado las metas que ellos tenían para esta feria”, aseguró el presidente de Expica, con el sombrero de alas anchas de la realidad.
Obviamente, sería imposible impulsar un evento ganadero con los máximos exponentes del hato de Guatemala a Panamá y, más aún, obtener un enorme rédito en moneda sólida, si Nicaragua fuera el Irak que pinta la derecha en foros extranjeros.
Gobernabilidad, Democracia, Nuevos Tiempos de Patria, no son conceptos abstractos para proyectarse en PowerPoint. La confianza en Nicaragua es tangible.
II
Continuando la narrativa de la derecha: si los índices de seguridad ciudadana son de exportación, “propaganda”.
Si el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional está pendiente de la ciudadanía por los terremotos de Nagarote y Mateare, en 2014, “mantienen al pueblo en zozobra”.
Si se edifica en tiempo record la ciudadela Belén, con todos los servicios básicos para que los damnificados de las inundaciones de Managua vivan con dignidad, el Gobierno se “robó los reales de Taiwán para el Estadio de Béisbol”.
El embajador Rolando Jer-Ming Chuang más bien respaldó la iniciativa: “Cuando el presidente Ma visitó Nicaragua, reiteró al presidente Ortega que si Taiwán estuviera en la misma situación (de emergencia), haría lo mismo (de reorientar los fondos), porque la construcción del Estadio Nacional no es tan urgente como los proyectos de emergencia”.
Si los ultraderechistas tumban las vallas de seguridad, las destrozan y se arman con tubos metálicos para romperle la madre a las fuerzas del orden, son los policías quienes “reprimen” las “protestas cívicas y pacíficas”.
Si un sacerdote, un obispo o un pastor evangélico, consecuentes con su espíritu cristiano, valoran los esfuerzos que hace el Gobierno Sandinista con diversos programas sociales y de infraestructura, la derecha segrega su ponzoña: “vendidos”.
Si otro jerarca habla de “guerras”, se le atolondra la mirada cuando contempla “pistolones hermosos” y “reza” por la “unidad liberal”, ¡bingo!, es “profeta”.
Si la sociedad no quiere confrontación y apoya el rumbo de Nicaragua, el diputado del PLI, Mauricio Díaz, no se contiene: “… recientes encuestas reflejen síntomas de hipocresía, falsedad o mojigatería”.
Pero si unas 30 personas o 200 simpatizantes de la chanfaina opositora llegan a manifestarse ante el CSE, no son ni 30 ni 200: “es el pueblo de Nicaragua”.
Si el 19 de Julio desembocó en la plaza una movilización de casi 500 mil personas de todo el país –informó, reportes en mano, la Coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía, Rosario Murillo– la derecha, actuando contra la verdad y el sentido común, da terribles voces y coces como el endemoniado de Cafarnaúm: esas multitudes siderales “no son” el pueblo.
III
Las posiciones del progreso y sus potables logros colectivos siempre son atacados por las fuerzas del mal que prefieren un mundo convulsionado, porque en sus corazones no hay reposo: su única forma de hacer “política” es la infamia.
Hace poco, agencias internacionales informaron que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, debió salir al paso a esas fuerzas, cuando defendió el acuerdo nuclear con Irán.
El Presidente de la Unión Americana pidió al público estadounidense ignorar los argumentos “perturbadores” y con frecuencia “deshonestos” por parte de sus críticos.
Da la “casualidad” que esos mismos personajes ultraconservadores son los paradigmas de la derecha local.
Patético.