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Escándalo de corrupción en Nigeria salpica la carrera de Jeb Bush


OSCAR R. TOLEDO / PL – Cuando John Ellis “Jeb” Bush viajó en 1989 a Nigeria para llevar a cabo algunos negocios, nunca pensó que tales acciones en ese país ensombrecerían su aspiración de ganar la presidencia de Estados Unidos en 2016.

Como uno de los 16 aspirantes del Partido Republicano a la candidatura para esos comicios, Jeb es el tercero de los Bush que trata de llegar al puesto ocupado previamente por su padre, George Herbert (1989-1992), y su hermano, George Walker (2001-2008).

Para lograr ese objetivo necesita distanciarse de hechos ocurridos hace más de 26 años en ese distante país africano, los cuales detonaron un escándalo en el cual saltan a la vista indicios de corrupción.

Importantes medios noticiosos norteamericanos, como The New York Times y The Washington Post, publicaron los resultados de investigaciones sobre su presunta participación en operaciones que incluyeron el soborno, con fondos gubernamentales, de altos funcionarios nigerianos para la firma de contratos que le reportaron cuantiosas ganancias.

En su edición del 16 de abril de 2015 el New York Times refiere que en marzo de 1989, apenas a un mes de que su padre asumiese la presidencia estadounidense, Jeb Bush arribó al país africano y se reunió en privado con el mandatario Ibrahim Babangida, quien asumió el poder en 1985 tras un golpe militar.

El reporte, firmado por Steve Elder, indica que por cinco días Jeb recorrió el país y recibió honores de jefe de Estado. Sin embargo, la visita no tenía propósitos políticos. Su principal objetivo era promover negocios por un monto de 82 millones de dólares como socio de la compañía MWI (Moving Water Industries), especializada en comercializar equipos industriales de bombeo.

De acuerdo con una investigación realizada por el Departamento de Justicia estadounidense, cuyos resultados se divulgaron el 11 de junio pasado por la analista Stephanie Mencimer, para lograr beneficios MWI cometió graves irregularidades e incluso defraudó al propio gobierno de EE.UU.

Entre los delitos se incluyó el pago de fuertes sumas a corruptos funcionarios nigerianos para viabilizar las compras de equipos a MWI, con la agravante de que el dinero para los sobornos provino de un préstamo del Banco US Export-Import (Eximbank).

El Eximbank es una entidad financiera gubernamental estadounidense destinada a promover negocios con el exterior con el empleo del dinero de los contribuyentes mediante el otorgamiento de préstamos y garantías de crédito a otras naciones con el fin de incentivar la compra de productos norteamericanos.

En 1996 Robert Purcell, ex vicepresidente de MWI, demandó a Moving Water Industries en reclamo del pago de su parte de las ganancias por los negocios con Nigeria y a partir de ese punto comenzó a salir a la luz la podredumbre oculta tras esas operaciones, en las que participó Jeb.

Todo apunta a que David Eller, dueño de MWI, firma fundada en 1926 con sede en Deerfield Beach, Florida, propuso a Jeb Bush unirse al negocio para valerse de su influencia como hijo del presidente recién electo.

Desde 1988 MWI cocinaba ese importante negocio que consistía en un paquete por 82 millones de dólares, el cual incluía ocho préstamos del Eximbank a varios estados nigerianos para la compra de bombas de agua, tuberías y otros productos. La cifra cuadruplicaba las ganancias anuales promedio de la compañía.

Sin embargo, la operación enfrentaba dos escollos. Por un lado era difícil que el Eximbank diese los fondos dados los negativos antecedentes del gobierno nigeriano de entonces en cuanto al pago de obligaciones crediticias. Por otra parte, era necesario lograr la participación en el negocio de altos funcionarios de ese país.

A inicios de 1989 Eller buscó en Jeb la ayuda que necesitaba, le ofreció crear una corporación que se denominó Bush-El, la cual obtendría un tres por ciento de comisión, y lo envió al país africano para concretar las operaciones.

De acuerdo con un artículo publicado el pasado 28 de junio por el diario The Washington Post, una investigación realizada por dos periodistas de ese medio, Robert O´Harrow y Tom Hamburger, mostró que la participación de Bush en esos sucios manejos fue crucial.

Cornelius Lang, ex directivo de MWI, afirmó que no puede cuestionarse el papel desempeñado por Jeb como hijo del presidente. “Él abrió las puertas que nosotros no podíamos”, indicó en sus declaraciones a ese medio.

En el expediente del Departamento de Justicia sobre este caso se refleja que “el hecho de que la compañía MWI obtuvo financiamiento del Eximbank sorprendió a todos dado el negativo historial del gobierno nigeriano en relación con los créditos”.

Todo indica, según Lang, que el rol de Jeb para lograr ese préstamo resultó determinante, aunque este aún sostiene que no tuvo que ver directamente con ese asunto.

Por su parte Elder cita recientes declaraciones de fuentes de MWI las cuales aseguraron al New York Times que “Jeb Bush utilizó su condición de experto en temas bancarios comerciales para evaluar y analizar esa posibilidad”, en referencia a la obtención del préstamo.

Un documento de MWI fechado en mayo de 1991, incluido por el Departamento de Justicia como evidencia en el expediente del proceso contra esa compañía, refiere la realización de otro viaje de Jeb ese año para continuar sus contactos con el gobierno nigeriano y forzar la concreción de los acuerdos.

Al año siguiente el Eximbank autorizó el préstamo por 74,3 millones de dólares a Nigeria para facilitar la compra del equipamiento a MWI por un valor total de 82 millones de dólares. Los fondos restantes para completar el monto total los debía aportar el gobierno de ese país.

El tres por ciento de esa cifra, unos dos millones 500 mil dólares, pasó a la cuenta del consorcio Bush-El. A pesar de las evidencias, Jeb sigue negando haber obtenido algún beneficio.

En 1994, cuando decidió por primera vez postularse para gobernador de Florida, Jeb Bush decidió apartarse de esos comprometedores asuntos. La venta de su participación en Bush-El le reportó otros 650 mil dólares. Perdió en esos comicios, pero en 1998 logró imponerse y ocupó el cargo al frente del gobierno de ese estado norteamericano.

En ese año Purcell presenta una nueva acusación contra sus antiguos empleadores y reveló que MWI utilizó fondos obtenidos del Eximbank para sobornar a funcionarios nigerianos por intermedio del empresario Alhaji Mohammed Indimi, uno de sus representantes en ese país.

Conforme con las pesquisas realizadas por el Departamento de Justicia estadounidense, durante su visita a Nigeria en 1989, Jeb tuvo a Indimi como anfitrión y lo calificó como “un hombre con visión”. Surgió a partir de entonces un estrecho vínculo entre ambos.

En 2002 el Departamento de Justicia estadounidense decidió no presentar cargos penales, pero se abrió un proceso civil contra MWI por fraude contra el Eximbank.

El caso cayó en un letargo y, en relación con Jeb, el Buró Federal de Investigaciones (FBI) emitió ese año un dictamen confidencial en el cual indicaba que no existían evidencias acusatorias que lo involucraran directamente, pero sin descartar esa posibilidad. Por ese entonces su hermano, George W. Bush, era presidente del país.

Once años después, un jurado de Washington D.C. halló a MWI culpable de daños ocasionados al gobierno norteamericano. Se le impuso el pago de una penalidad por 580 mil dólares.

La compañía apeló a esa sentencia, quizás con la esperanza de que Jeb Bush gane en 2016 la presidencia, para poder evadir con el apoyo del ex socio su responsabilidad ante la justicia.

Por donde sale uno, salen todos, valdría decir entonces.

Oscar R. Toledo – Prensa Latina

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