Pablo Gonzalez

La larga historia del terror sureño


El tiroteo del miércoles 17 de junio en Charleston es parte de una larga historia de terrorismo blanco en el Sur.

Por Heather Cox Richardson


El horrible asesinato el miércoles de nueve personas congregadas en la Iglesia Metodista Episcopal Africana de Charleston, repite un tema central en la historia de Estados Unidos. 

Es la pregunta, con la que se ha reñido por siglos con palabras y armas: ¿a quién pertenece este país?

El presunto asesino, Dylan Roof, un hombre blanco de veintiún años de edad, mató a seis mujeres y tres hombres, entre ellos el pastor Clementa Pinckney, que también era un senador del estado de Carolina del Sur. 

Un testigo del tiroteo informó que el asesino dijo: “Tengo que hacerlo, ustedes violan a nuestras mujeres y se están apoderando de nuestro país, y se tienen que ir”.

Que un terrorista blanco haya asesinado a un político afroamericano y a varios creyentes afroamericanos en una iglesia negra, utilizando un lenguaje de los tiempos de la Reconstrucción, no es un accidente. Refleja la intersección vital de la política estadounidense, la raza y la religión desde 1866.

A raíz de la Guerra Civil, los demócratas sureños blancos inicialmente se negaron a enfrentar la realidad de que tendrían que compartir cualquier tipo de poder económico, político o social con sus antiguos esclavos.

 Con el apoyo del presidente Andrew Johnson, que había tomado el mando tras el asesinato del presidente Abraham Lincoln durante el largo receso veraniego del Congreso, las legislaturas blancas en el Sur ratificaron la Decimotercera Enmienda que abolía la esclavitud, pero luego se dedicaron con prontitud a recrear las condiciones de servidumbre.

En la mayoría de los estados, los negros no podían congregarse, tenían que firmar contratos de trabajo por todo el año, y podían ser arrestados por cargos de "vagancia", multados, y luego atados a quien pagó su multa. 

En ninguna parte podía un negro testificar en la corte en contra de una persona blanca, por lo que en ninguna parte podía un negro estadounidense reclamar la protección de la ley contra el robo, la violación o el asesinato.

Cuando el Congreso se reunió en diciembre de 1865, los congresistas se negaron a retornar a sus aliados de guerra negros a la cuasi-esclavitud bajo los mismos hombres que habían pasado cuatro años tratando de destruir la Unión.

 Ellos propusieron la Decimocuarta Enmienda para otorgar a los hombres negros una identidad cívica que les daría derechos legales como condición para la readmisión de los Estados del Sur a la Unión.

Cuando los blancos sureños replicaron que preferían permanecer bajo el régimen militar que someterse a la igualdad negra, los congresistas del norte aprobaron el Acta de Reconstrucción Militar de 1867, que abogaba por nuevas convenciones constitucionales estatales en el sur para reescribir las constituciones estatales confiriendo derechos cívicos a los negros antes de que los estados pudieran ser readmitido en la Unión. Significativamente, el Acta de Reconstrucción Militar le permitía votar a los hombres afroamericanos.

Los blancos demócratas sureños se resistieron ante la idea de compartir derechos políticos con los hombres negros. Pero los afroamericanos y los blancos republicanos del sur, que habían apoyado a la Unión durante la guerra, reconocieron el poder de su posición. Los republicanos en todo el Sur comenzaron a organizar a los votantes negros. 

Uno de sus lugares más comunes para la organización política eran las muy poderosas iglesias negras, especialmente la Iglesia Metodista Episcopal Africana, y muchos de los primeros líderes políticos negros eran clérigos.

En un primer momento, los demócratas blancos se pusieron en contra del despertar político de los afroamericanos del sur, al simplemente negarse a inscribir a los votantes. Esto llevó al Congreso a poner a los militares a cargo del registro de votantes.

Cuando ambos, blancos y negros republicanos se registraron para votar y eligieron convenciones constitucionales moderadas, los demócratas blancos organizaron una nueva fuerza para evitar que sus oponentes políticos se apoderen de sus estados: el Ku Klux Klan. 

Antes de las elecciones de 1868, los miembros del Ku Klux Klan asesinaron a por lo menos un millar de los afroamericanos y sus aliados blancos. En Carolina del Sur, mataron al clérigo y legislador estatal afroamericano B.F. Randolph en una estación ferroviaria en pleno día.

El Congreso se mantuvo firme contra el terrorismo del Ku Klux Klan con una ley en 1871, que hacía de su intimidación política un delito federal, una distinción que posibilitó al presidente Grant detener las depredaciones del Ku Klux Klan, al imponer la ley marcial en partes del Sur y hacer que los tribunales federales, en vez de los tribunales locales, enjuiciaran a los infractores.

En los veinte años siguientes, los sureños blancos controlaron las voces políticas negras al encontrar maneras, ya sea para trabajar con los votantes negros, o silenciarlos.

Esto era imperativo, insistieron, pues los votantes negros estaban sólo interesados en la legislación sobre el bienestar social que costaría dinero de los impuestos y por lo tanto "corrompería" al gobierno de Estados Unidos.

En 1889, la amenaza de una nueva administración republicana para montar una defensa federal del voto negro dio lugar a una reconstrucción de la idea de la corrupción del gobierno. Una nueva generación de demócratas blancos se preocupaba mucho menos de la política que sobre temas sociales. Insistieron en que los hombres negros no deben votar porque si votaban, tomarían cargos políticos locales. 

Esto les daría poder de tutelaje, porque en el siglo XIX, las posiciones locales dependían de la buena voluntad de los políticos locales.

Los hombres negros se convertirían, por ejemplo, en directores de las escuelas. Allí, usarían su poder para contratar maestros para forzar a las jóvenes blancas inocentes a tener relaciones sexuales con ellos a cambio de puestos de trabajo. 

Esta permutación política ocasionó un giro muy rápido hacia la idea de que el poder político negro significaba violación generalizada. A principios del siglo XX, el linchamiento de hombres negros era casi un deber cívico de los ciudadanos blancos: solamente purgando el gobierno de voces negras podía la nación estar segura.

Cuando Roof dijo, “tengo que hacerlo, ustedes violan a nuestras mujeres y se están apoderando de nuestro país, y se tienen que ir”, él estaba repitiendo el temor al poder político negro establecido como consecuencia de la Guerra Civil, cuando los hombres estadounidenses blancos tuvieron que enfrentar la realidad de que esta nación estaba, de hecho, compuesta de muchas más mujeres y gente de color que de hombres blancos. Este hecho inspiró el terror -y el terrorismo- entre los hombres blancos a finales del siglo XIX.

Sucedió de nuevo después de 1954, cuando Brown versus Board advirtió a los estadounidenses blancos que iban a tener de nuevo a compartir su país con los afroamericanos. Entonces, como a finales del siglo XIX, los estadounidenses blancos acudieron al terrorismo contra las voces políticas negras como, por ejemplo, cuando cuatro miembros del Ku Klux Klan bombardearon la Iglesia Bautista de la Calle Dieciséis en Birmingham, Alabama, y asesinaron a cuatro niñas.

El miércoles, al parecer, nuestra historia se repitió de nuevo.

Publicado por La Cuna del Sol
USA.

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