México se encuentra en los primeros lugares de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en términos de desigualdad y de concentración de riquezas, de acuerdo con el último informe que publicó la organización.
Así, cerca del 10% de los mexicanos más ricos acapararon en 2013 el 36.7% de los ingresos en efectivo en el país, mientras que 40% de los mexicanos más pobres apenas recibieron 12.5% de los ingresos nacionales. Sólo Chile superó a México en términos de concentración de riquezas ese año.
Según la OCDE, la desigualdad se agravó en México en los años recientes. Si bien a mitad de los años ochenta 10% de los más ricos ingresaba 22 veces más que el 10% más pobre, en 2012 este proporción se disparó a 30.6 veces.
Asimismo, entre 2010 y 2012 el ingreso de los hogares más pobres se redujo en 3%, mientras que él de los más ricos se incrementó en 7%.
La crisis financiera no explica del todo esa disminución del poder adquisitivo de los más pobres, subrayó la OCDE, al observar que el ingreso promedio de 10% de los mexicanos más pobres en 2010 era inferior al de 1984.
Sin embargo, con 21.4% de su población considerada como “pobre” en 2013 –una tasa un punto mayor respecto de 2011–, México se colocó en el primer lugar de la lista de 40 países, muy por encima del promedio de la organización, el cual se elevó a 11.2% en 2013.
La tasa de pobres en México se dispara según los sectores más vulnerables de la población: según las cifras de la OCDE, 25.8% de los menores de edad mexicanos eran pobres en 2013 –sólo Turquía tuvo una estadística peor, con 28.4%–, mientras que 31.2% de los adultos mayores de 65 años eran pobres ese año.
“La pensión social para combatir la pobreza durante la vejez (el programa 65 y Más) provee un ingreso a quienes no están cubiertos por una pensión, pero el nivel de ingreso se encuentra muy por debajo de la línea de pobreza extrema”, señaló la OCDE. Cada dos meses, los beneficiarios de 65 y Más reciben mil 50 pesos.
La población activa mexicana resultó la más pobre de la OCDE: 18.6% de los adultos de entre 25 y 65 años se consideraba pobre en 2013 –el doble del promedio de la organización—, y 19% de los trabajadores mexicanos ingresaron salarios de miseria, igualmente el doble que el promedio de la OCDE.
“Debido a la amplia informalidad en el mercado laboral, más de la mitad del empleo total es informal y a la ausencia de seguro de desempleo, el riesgo de recibir un bajo salario es alto en México”, planteó la organización, al añadir que “lo anterior incrementa los riesgos de pobreza y la dispersión de ingresos, y limita las capacidades del gobierno de recolectar impuestos para luego redistribuirlos”.
De acuerdo con las cifras de la OCDE, México sólo gastó 8% de su Producto Interno Bruto (PIB) en educación y salud en 2012, dos sectores esenciales para reducir las brechas de desigualdad.
Por otro lado, la recolección y redistribución de impuestos sólo redujeron la desigualdad en 4% en México, muy por debajo del promedio de la OCDE, cuyos integrantes reducen la brecha de desigualdad en 26% al redistribuir el dinero de los más adinerados.
Se agravan las desigualdades
En su amplio informe, titulado “Juntos en ello: Por qué menos desigualdades benefician a todos”, los economistas de la OCDE señalaron que las desigualdades se agravaron en todos los países miembros de la organización durante las últimas tres décadas, marcadas por la creciente globalización y los cambios tecnológicos.
El 10% de los más ricos, más adaptados a este “nuevo” entorno económico, ingresa hoy en día 9.6 veces más que el 10% más pobre.
La OCDE insistió en que este agravamiento se produjo “en malos tiempos económicos como en buenos tiempos económicos”, y afirmó que “el incremento de la desigualdad está tan profundamente incrustada en nuestras estructuras económicas que será difícil revertirlo”.
En varias ocasiones en el reporte los economistas citaron a su homólogo francés Thomas Piketty, quien analizó las desigualdades en ingresos y en riqueza en el mundo, y sus consecuencias negativas sobre el crecimiento económico y la cohesión social en el libro que publicó el año pasado, El capital en el siglo XXI, el cual se convirtió en un best seller.
“El propósito de esa publicación consiste en proveer la evidencia del porqué un cambio es urgentemente requerido y del cómo implementarlo”, planteó el documento, al afirmar que “si la parte de abajo se derrita, todo se derrita”.
La OCDE afirmó en el informe que desde el surgimiento de los movimientos sociales tipo Occupy Wall Street, la atención internacional se enfocó en el 1% de los ricos más ricos del mundo, pero se desinteresó del 40% de los más pobres, quienes no vieron los beneficios del crecimiento económico.
“Cuando un grupo tan amplio de población gana tan poco del crecimiento económico, el tejido social se deshilacha y la confianza en las instituciones se debilita”, añadió.
La OCDE urgió a los estados a enfocar sus esfuerzos hacia la participación de las mujeres en la vida económica –y tender hacia la igualdad de salarios, ya que en 2013 ingresaban en promedio 15% menos que los hombres por un trabajo similar–, en promover empleos de “buena calidad”, incrementar las inversiones en el saber-hacer y la educación y mejorar la recolección de impuestos.
RNV/Nodal