“A, B, C…”, entona el profesor Nechemia mientras escribe lentamente sobre la pizarra.
“Estas son las primeras letras del alfabeto latino”, explica. Los treinta alumnos de secundaria escuchan con admiración al maestro; esta es laprimera vez que estudian unas letras distintas a las del hebreo.
Uno de ellos levanta la mano y pregunta sobre su pronunciación.
Los jóvenes de esta Yeshiva ultraortodoxa de Jerusalén Oeste, ataviados con traje oscuro, kipá negra sobre la coronilla y peinados con el clásico bucle, repiten al unísono los nuevos fonemas de las “letras inglesas”.
Los adolescentes jaredí (ultraortodoxos) apenas conocen las que en Israelse clasifican como “materias seculares”.
Desde los primeros años en el colegio (Yeshivas heider), su formación se basa en asignaturas estrictamente religiosas, en largas jornadas de eternas discusiones sobre aspectos del Talmud. En la Beit Midrash, la “biblioteca” donde se reinterpreta la aplicación de los versos a la vida diaria, memorizan repetidamente el saber difundido por la Torá.
La educación primaria jaredí apenas incluye una hora semanal de matemáticas y ciencias. Una vez en el instituto (Yeshiva ketana), los alumnos se meten de lleno en el estudio de los libros sagrados y nunca más vuelven a instruirse en las materias, como ellos dicen, “propias del mundo terrenal”.
La educación jaredí supone una amenaza para el futuro de Israel. Una enseñanza con enormes fisuras que hoy en día instruye al 20% de los menores de 18 años. Medio millón de menores desconoce los niveles más básicos de matemáticas“Cuando los chicos llegan aquí no saben estudiar,nunca han realizado un examen, ni deberes, no han adquirido ningún método”, explica a El Confidencial el profesor Nechemia, responsable del plan de estudios de la Yeshiva Hochmei Lev, un centro de secundaria ultrarreligioso quepretende integrar a los jóvenes jaredíes en “en el mundo real”. Así, han incluido en su plan de estudios materias como matemáticas, inglés y ciencias, las exigidas por el Ministerio de Educación para recibir financiación del Estado.
“Los ultraortodoxos estudiamos los textos de un modo artístico, no utilizamos apuntes, ni programa. Todo se basa en charlas con el rabino”, dice el profesor mientras los pequeños entran y salen de las aulas sin ningún tipo de orden ni disciplina.
“Por eso es tan complicado empezar con estas mentes desde cero”, espeta.
Niños ultraortodoxos durante el ritual Tashlich en una Yeshiva de Bnei Brak, cerca de Tel Aviv (Reuters).
Una educación “ultra”, una amenaza para Israel
La educación jaredí supone una amenaza para el futuro del Estado de Israel. Una enseñanza con enormes fisuras que hoy en día instruye casi al 20% de los menores de 18 años.
Las materias “obligatorias” en primaria, matemáticas, inglés y hebreo no se imparten en todas las Yeshivas. Según datos ofrecidos en 2011 por la Knesset (Parlamento israelí), solo el 57% de ellas enseñaron estas tres asignaturas. Casi medio millón de menores desconoce los niveles más básicos de matemáticas o de lengua pero son expertos en leyes religiosas judaicas y en los libros que integran la Biblia y el Talmud.
El currículum de secundaria es todavía más independiente y menos de la mitad de los centros enseñan materias seculares.‘Cuando los chicos llegan aquí no saben estudiar, nunca han realizado un examen, ni deberes, no han adquirido ningún método’, explica el profesor Nechemia
Durante los últimos años, el Gobierno ha destinado una buena parte del presupuesto estatal a las escuelas jaredíes. En 2012, la partida ascendió a 1.700 millones de shekels (349 millones de euros) para las escuelas de primaria.
A cambio, los centros se comprometieron a impartir las tres asignaturas obligatorias. Sin embargo, la escasa supervisión por parte del Ministerio de Educación y la falta de datos oficiales dieron muestra de una vaga aplicación.
Prueba de ello fueron los desastrosos resultados de los exámenes Meitzav, una prueba general para los alumnos de entre 11 y 14 años en las materias no religiosas. En las pocas Yeshivas que se ofrecieron a realizarlos en el año 2012, el 44% de los estudiantes no superaron el 10% de las preguntas.
El incumplimiento de los programas concertados es habitual, como en la Yeshiva Hochmei Lev, en la que el director reconoce no impartir la asignatura de programación de la que hacen gala en su página web. Como consecuencia, según el periodista Sever Plotzker, solo un décimo de los “niños observantes” es apto para graduarse en secundaria y un 6% reúne las condiciones para dar el salto a la universidad.
Estudiantes ultraortodoxos rezan en una clase en la Kehilot Yaacov Torah School, en Ramot, Jerusalén (Reuters).
2030: un cuarto de los estudiantes israelíes
Al terminar las clases, el pequeño Jonatan sale de la Yeshiva Hochmei Lev hacia la calle principal, el camino por el que vuelve a casa junto a su madre.
Su familia vive en uno de los “guetos” de la comunidad, el barrio de Bayit Vegan, en Jerusalén Oeste.
La familia Weissmen se mantiene con los subsidios proporcionados por el Estado y, como el 88% de los jaredíes, vive bajo el umbral de la pobrezaComo el resto de las mujeres que caminan por la vía principal, la madre de Jonatan viste falda larga y camisa oscura y cubre su cabello con una peluca aprobada previamente por los preceptos rabínicos.
Su padre, ataviado con un sombrero negro de ala y un traje viejo raído, dedica sus días al estudio de la Torá. En casa solo entran los ingresos que trae su esposa, quien trabaja unas horas en una fábrica que expide certificados kosher.
Pero la familia Weissmen se mantiene fundamentalmente con los subsidios proporcionados por el Estado y, como el 88% de los jaredíes israelíes, viven bajo el umbral de la pobreza.
Jonatan representa una buena parte del futuro israelí, de la comunidad que aumenta con mayor rapidez en el país.
Su tasa de crecimiento poblacional es del 6%, frente al 1,8% del resto de los israelíes. Esto es lo que alarma desde hace años a la clase política, que ha emprendido un plan para adaptarlos a la vida moderna.
Un plan que incluye su progresivaparticipación en el ejército, la reducción de los auxilios económicos y suincorporación al mundo laboral.
Las estadísticas indican que en el año 2030 los 800.000 ultraortodoxos que hay en la actualidad pasarán a ser casi dos millones y medio. La media de edad no supera los 16 años por lo que, en 2030, según la Oficina Central de Estadísticas israelí, un cuarto de los colegiales serán “niños de Yeshiva”, formados con una educación cuyo nivel es lamentable.
Un ultraortodoxo descansa en su habitación en la Yeshiva Mir de Jerusalén (Reuters).El Talmud y el éxito profesional
Sin embargo, el poder de “las escuelas de la Torá” es muy influyente en el Estado de Israel. Las grandes familias judías de cualquier parte del mundodonan enormes sumas de dinero para que los jaredíes de “la tierra santa” mantengan su observancia religiosa. Importantes rabinos y figuras relevantes de la comunidad defienden el imprescindible saber descubierto en el Talmud y se niegan a aceptar la intromisión secular en su camino divino.
Frente al Muro de las Lamentaciones de Jerusalén se ubica la Yeshiva Aish Harotah, un centro de “reconversión” donde cientos de jóvenes del mundo secular redirigen su vida hacia la observancia religiosa. Es una Yeshiva de educación superior “atípica”, como la describe uno de sus profesores, el rabino Zvi Klor. “El estudio de la Torá requiere un esfuerzo intelectual enorme”, explica a El Confidencial, “estudiamos códigos escritos, un legado pasado de generación a generación a través del estudio”.
Según algunos rabinos, este tipo de estudio desarrolla una gran capacidad analítica. ‘Aprendemos a aprender’, explica Yitzik, quien ha triunfado en el mundo empresarialEste judío de origen argentino es de aquellos que defienden este sistema de educación, una corriente rabínica en Israel que se resiste a reformar la educación ultrarreligiosa básica.
“Durante horas tratamos de resolver los problemas de la aplicación del Talmud a la vida diaria”, cuenta. Según algunos rabinos, este tipo de estudio desarrolla las grandes habilidades lingüísticas del hebreo y una gran capacidad analítica, además de aptitudes espirituales. “Se pretende llegar al origen del tema, al origen de la cuestión”, cuenta Zvi, quien asegura que en las Yeshivas hay un alto nivel de conocimiento.
Otras importantes figuras ultraortodoxas ligan el éxito profesional al saber aprendido en los libros sagrados. “Aprendemos a aprender”, explica a El Confidencial Yitzik Crombie, un judío observante que ha triunfado en el mundo empresarial. “Desde los trece años pasaba trece horas diarias en la Yeshiva, sentado en una misma silla estudiando sobre una sola cuestión”, cuenta. Crombie cree que la metodología jaredí le ha dotado de constancia y ha formado su mente analítica esencial para triunfar en el mercado.
“No necesitamos el conocimiento de una mejor educación”, dice, “si cuando terminamos la Yeshiva queremos adquirir formación profesional podemos hacer los cursos preuniversitarios de seis meses. Pero la base que te proporciona el Talmud no te la ofrece ningún otro tipo de escuela en el mundo”, asegura el rabino.