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¡La extrema derecha en el poder en Bélgica!


Laurette Onkelinx, jefe de la oposición socialista, no admite la presencia de Jan Jambon y Théo Francken en el Gobierno de Charles Michel.

Los graves encontronazos entre la oposición socialista francófona y la nueva mayoría denominada «sueca», formada por tres partidos flamencos –los nacionalistas de la NVA (Nueva Alianza Flamenca), los cristianos del CD&V, los liberales «thatcherianos» del Open VLD- y un solo partido francófono, el del primer ministro Charles Michel, el MR –Movimiento Reformador, derecha liberal- han hecho aparecer en el Gobierno a dos ministros próximos a la extrema derecha flamenca, ambos pertenecientes a la NVA: el viceprimer ministro y ministro del Interior Jan Jambon y el secretario de Estado para la Migración Théo Francken.

¿Quiénes son estos dos personajes?

Jan Jambon es el número 2 de la NVA, primer partido de Flandes y de Bélgica con 33 escaños en la Cámara de Representantes. Universitario, nacido en 1960 en Genk, ciudad del Limburgo belga en el noroeste de Bélgica, dirigió el club de reflexión independentista flamenco In de Warande, un círculo fundado por el VVB (Vlaamse Economische Verbond), asociación patronal similar al Medef francés. El VEV se convirtió en el VOKA en enero de 2004 y representa a unas 17.000 empresas que totalizan el 66% del PIB flamenco. Es decir, su poder.



Jan Jambon, además de su proximidad a la gran patronal tiene simpatías en los círculos nazis flamencos. Pronunciando un discurso en el Sint Maartensfonds, el club de los antiguos SS flamencos.

Jambon también es director del Vlaams Volksbeweging (Movimiento Popular Flamenco), asociación nacionalista flamenca e independentista que no ha dudado en utilizar la violencia en las manifestaciones contra los francófonos en la frontera lingüística y en la periferia de Bruselas. 

En 2006, Jambon dejó el VVB para entrar en el partido nacionalista e independentista NVA, dirigido por el joven militante Bart De Wever. Se convirtió en diputado en 2007 y acaba de ser nombrado viceprimer ministro y ministro del Interior en el Gobierno federal belga.

Jan Jambon recibió violentas críticas en todos los medios democráticos por su participación en 2001 en el cincuentenario del Sint Maartensfonds, donde pronunció un discurso. Esta asociación es el club de los antiguos SS de la legión «Vlandern», que combatió en el Frente del Este contra la URSS. Recientemente Jambon reiteró su simpatía hacia el colaboracionismocon los nazis en una entrevista en el diario católico La Libre Belgique, donde declaraba que los colaboracionistas tenían razones para actuar de esa forma en aquella época.

Théo Francken nació en 1978 en Lubbeek, en la provincia del Brabant flamenco. Estudió pedagogía en la universidad flamenca de Lovaina. Desde muy joven milita en la NVA. 

Ha sido jefe de gabinete adjunto del ministro de la NVA Geert Bourgeoisen el Gobierno flamenco de 2009 a 2010 y se convirtió en diputado del distrito de Lovaina en 2010. Ha sido nombrado Secretario de Estado de Asilo y Migración y de la Simplificación Administrativa.

Sin duda Francken forma parte de la rama más extremista del nacionalismo flamenco. No ha dudado en enviar desde hace meses mensajes electrónicos racistas y homófobos considerando, por ejemplo, que la inmigración marroquí y turca es un «excedente».

 Habla de «sucios estúpidos marroquíes», etc. Por otra parte, inmediatamente después de su toma de posesión participó en la ceremonia del nonagésimo aniversario del veterano del Frente del Este Bob Maes, exsenador por el Volksunie (partido nacionalista flamenco que precedió al NVA) y sobre todo fundador de la milicia neonazi VMO (Vlaamse Militanten Orde, Orden Militante Flamenca) que de 1960 a 1980 causó violencias en las ciudades de Les Fourons, en la frontera lingüística, donde perpetró agresiones racistas. Finalmente fue prohibida por el Gobierno y sus líderes severamente condenados y encarcelados.

El nacionalismo flamenco tiene una poderosa rama fascista en el Gobierno

Si leemos la trayectoria de estos dos personajes, sin llegar al síndrome de Godwin, podemos afirmar que como poco son simpatizantes fascistas, nostálgicos del III Reich. ¿Cómo han podido llegar a los más altos niveles del poder político belga?

Hay que hablar de la naturaleza del movimiento nacionalista flamenco, que se remonta a los principios de la historia de la Bélgica independiente. 

La burguesía belga que obtuvo la separación de los Países Bajos en 1931 era francófona.

 La población flamenca, compuesta esencialmente de campesinos y miembros del naciente proletariado, se hallaba sometida a dicha burguesía y al clero católico

Los pocos intelectuales que practicabanla lengua flamenca fundaron el Movimiento Flamenco, que reivindicaba la introducción de la lengua flamenca en la administración, en la justicia y en la enseñanza en Flandes. Poco a poco hicieron progresar la lengua flamenca en el país, sobre todo en Flandes.

Así, el movimiento pasó de la cultura a la política. Se situó esencialmente en el movimiento de la iglesia católica, pero los escritores socialistas, como Auguste Vermeylen, se unieron al Movimiento Flamenco que se convirtió en territorial. 

Su principal reivindicación, a finales del siglo XIX, era la «flamenquización» de la universidad de Gante con el fin de formar una élite flamenca.

Así nació el nacionalismo flamenco. Se dividía en dos ramas: una deseaba incrementar la influencia política flamenca en el marco belga, la otra pregonaba la separación y la independencia de Flandes.

El nacionalismo flamenco hacia el fascismo

Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Alemania invadió Bélgica excepto el extremo oeste del Flandes oriental, el frente del Yser. 

La parte radical –denominada los «activistas»- del movimiento nacionalista flamenco se unió a la flamenpolitiek de los alemanes, que concedieron la autonomía a Flandes y a la Valonia, dividiendo Bélgica en dos. 

En el frente nació también el Movimiento Frontista, que quería dar más peso a los combatientes flamencos del ejército belga.

 Al final de la guerra los patriotas belgas, sobre todo los francófonos, experimentaron un fuerte resentimiento contra los flamencos en general, lo que no solo fue injusto sino que además hizo crecer las tensiones en la época de entreguerras.

Por lo tanto el movimiento flamenco estaba dividido en dos ramas, la más poderosa la del partido católico con los standen, es decir, las asociaciones sociales, culturales y profesionales cristianas como el sindicato cristiano, y el Boerenbond, federación de los campesinos flamencos que controlaba la producción agrícola en Flandes.

Un poderoso partido nacionalista flamenco abiertamente fascista fue fundado en 1933 por Staf De Clerq, apodado «el Hitler flamenco», el VNV (Vlaamse Nationale Verbond o Liga Nacional Flamenca).

 Este partido obtuvo 16 escaños en la Cámara en las elecciones de 1936, mientras que el Movimiento Rexista de Degrelle obtuvo 21.

 El fascismo hizo una entrada estrepitosa en la política belga, lo que condujo a un Gobierno de unión nacional de los tres partidos tradicionales (católicos, liberales y socialistas).

Staf De Clercq en una reunión de la du VNV en 1934

Aunque el rexismo en Valonia fue fugaz tras las fanfarronadas de Degrelle, que no dudó en alinearse abiertamente con Hitler antes de la guerra, la VNV mantuvo una gran influencia y obtuvo el 17% de los votos en las elecciones de 1940, justo antes de la ofensiva alemana. 

El nacionalismo flamenco ya tenía un fuerte componente fascista.

El colaboracionismo en Flandes confirma el peso de los nacionalistas fascistas del VNV y la legión SS Vlandern suministró el contingente extranjero más importante a la Waffen SS. Sin embargo no hay que pasar por alto el peso de la resistencia en la tierra flamenca, que fue más importante que en Valonia.

El affaire real marcó el inicio de la división de Bélgica

Después de la liberación, la represión llevó a numerosos nacionalistas colaboracionistas ante los tribunales. El movimiento flamenco, desprestigiado por su actitud durante la ocupación, se reconstituyó rápidamente. 

Su primera reivindicación fue la amnistía de los condenados por colaboracionismo.

 En efecto, los nacionalistas consiguieron popularizar la idea de que la represión había sido mucho más severa en Flandes que en Valonia y que las condenas a los nacionalistas eran injustas porque estos pensaban que la Alemania nazi concedería la independencia a Flandes.

Leopoldo III firma su abdicación en julio de 1950 en favor de su hijo Balduino, de 20 años.

El asunto real dio un impulso adicional a los nacionalistas.

 El rey Leopoldo III tuvo una actitud más que ambigua durante la ocupación, la izquierda y la mayoría de los valones consideraban que debía abdicar mientras que en Flandes la iglesia y los nacionalistas se oponían a la abdicación.

 El Gobierno católico, minoritario en la época, cometió el error de organizar en 1950 una consulta popular que demostró que la mayoría de los valones estaban contra el rey frente a una gran mayoría de flamencos que estaban a favor. 

El resultado de la consulta dio una mayoría favorable a Leopoldo III en el conjunto del país y estuvo a punto de provocar una guerra civil. Hubo revueltas en la región de Lieja, donde los gendarmes mataron a dos obreros. La izquierda socialista y comunista amenazó con organizar una marcha sobre Bruselas para obligar a Leopoldo III a abdicar.

El rey acabó abdicando en su hijo Balduino. Las cosas se calmaron, pero el país ya estaba dividido, aunque oficialmente no querían admitirlo y el movimiento obrero deseaba mantener la unidad de lucha de los flamencos y los valones.

Las tribulaciones de los nacionalistas flamencos

El nacionalismo flamenco se reforzó tras la crisis real. En diciembre de 1954 se fundó la Volksunie (Unión del Pueblo), partido nacionalista flamenco que agrupaba a los cristianos flamencos y a los antiguos del VNV. El partido caló con rapidez. 

Obtuvo 5 diputados y 2 senadores en 1961 y 21 diputados y 19 senadores en 1974. Un sector moderado de la Volksunie (VU) consiguió que se optara por el federalismo en lugar del separatismo. Gobernó de 1977 a 1981 y posteriormente de 1988 a 1991. Pero esa actitud moderada no complacía a todo el mundo.

En 1977, una escisión de la extrema derecha de la VU vio nacer el Vlaams Volkspartij del antiguo colaborador Lode Claes, que se unió al año siguiente al Vlaams Nationale Partij de Karel Dillen, antiguo fundador del grupo ultranacionalista y abiertamente fascista Were Di . 

Los dos partidos se fusionaron y formaron el partido neonazi Vlaams Blok (Bloque Flamenco). Dillen fue el primer diputado del distrito de Amberes en las elecciones de 1978.

Karel Dillen, el fundador del Vlaams Blok, con Le Pen

La Volksunie, por su parte, conoció una nueva división que conllevó su disolución en 2001: el ala derecha dirigida por Geert Bourgeois fundó la NVA (Nieuwe Vlaamse Alliantie , Nueva Alianza Flamenca) y el ala izquierda Spirit fue absorbida después por el partido socialista flamenco. En 2004 la NVA se presentó con los cristianos flamencos dirigidos entonces por Yves Leterme, quien ganó las elecciones regionales y entró con fuerza en el Gobierno flamenco.

El líder de la NVA era un joven político todavía desconocido, Bart De Wever, nacido en Amberes en diciembre de 1970. Desde su infancia se sumergió en el nacionalismo flamenco. 

En la universidad de Lovaina, donde realizó sus estudios de historia, se inscribió en la federación de los estudiantes liberales flamencos, lo que sin duda explica su adhesión a las tesis ultraliberales.

 De Wever entró en la política y en 1996 fue elegido consejero comunal de la ciudad de Berchem, cerca de Amberes. En 2001 fundó la NVA con Geert Bourgeois.

La irresistible ascensión de la NVA

En las elecciones de junio de 2007, Bart De Wever fue elegido diputado del distrito de Amberes. 

El cartel CD&V–NVAse convirtió en la fracción política más importante de la Cámara de Representantes.

 Tras una serie de peripecias Leterme consiguió formar un Gobierno en 2008 con cinco partidos, entre ellos los socialistas. Bart de Wever decidió agrupar a la oposición y el cartel estalló.


Bart De Wever sabe hacerse popular y demuestra un gran sentido estratégico

Desde entonces, la NVA no ha dejado de crecer en popularidad, tanto en las elecciones regionales como en las legislativas federales. 

En el escrutinio del 13 de junio de 2010 la NVA obtuvo 17 escaños en la Cámara y se convirtió en el primer partido no solo de Flandes, sino de todo el país. 

Del lado francófono sur el PS se convirtió en la primera formación. Fue el principio de la crisis de 541 días.

De Wever maniobró con fuerza y se negó a entrar en el Gobierno presidido por el dirigente socialista francófono Elio Di Rupo, empujándole a romper las negociaciones. 

La trayectoria política de De Wever acumula victoria tras victoria, conquistó la alcaldía de Amberes en las elecciones comunales de 2012, que estaba desde había decenios en manos de los socialistas flamencos.

Bart De Wever y la extrema derecha

Hay un incidente significativo. Durante las negociaciones Di Rupo abrió una puerta a la amnistía de los antiguos colaboracionistas flamencos. Frente a la indignación de la parte francófona, y también de un amplio sector de las filas flamencas, la idea se abandonó rápidamente.

Por otra parte sabemos que Bart de Wever frecuentó al líder de la extrema derecha francesa Jean-Marie Le Pen en 1996. Según la web deResistanceS el 8 de agosto de 2007:


«La foto de Jean-Marie Le Pen con Bart de Weber data de 1996. Se tomó tras una conferencia organizada en Amberes por el Vlaams-nationale Debat Club, un círculo de reflexión ideológica favorable en particular a acabar con el “cordón sanitario” que aislaba a la extrema derecha en el tablero político. 

Vinculado directamente con el Vlaams Blok / Belang (VB), este club preconiza la unidad de todas las corrientes de la derecha en una sola fuerza política y con ese objetivo organiza conferencias y debates».

Bart De Wever y Jean-Marie Le Pen en Amberes en 1996. Una fotografía que molesta al líder de la NVA

También está comprobado que ese «club de debate» está muy próximo al Vlaams Blok, convertido después en el Vlaams Belang. 

Por lo tanto es difícil admitir que Bart De Wever estuviera allí únicamente para «informarse»… Además ahora sabemos que el número dos de la NVA, Jan Jambon, también asistió a una conferencia de Le Pen en Amberes. ¡Decididamente el jefe del Frente Nacional parece apreciar la metrópoli belga!

Entonces, ¿extrema derecha o no? Es difícil considerar que el jefe nacionalista flamenco sea un «demócrata» aunque no deje de repetir en los medios de comunicación que es un ferviente partidario de la democracia.

Otro elemento inquietante apareció después de las elecciones del 25 de mayo de 2014. Hubo una transferencia masiva de votos de la formación neonazi Vlaams Belang al NVA, lo que explica en gran parte su éxito.

Además las actitudes de Jambon y Francken no son demasiado sorprendentes. Ambos personajes se hallan claramente en la dirección de la NVA, y la duplicidad de Bart de Wever, que se da un barniz democrático, no hace más que confirmar la «tendencia» de este partido.

Lo más sorprendente es la actitud de sus adversarios. Paul Magnette, el presidente provisional del PS durante el gobierno de Di Rupo, recuerda a la NVA en un libro entrevista sobre la cuestión nacional que escribió en 2013:


«El nacionalismo en realidad es una envoltura vacía que se puede rellenar de diversas maneras. 

Hay que diferenciar entre un nacionalismo xenófobo, del que Vlaams Belang es un ejemplo y con el cual nos negamos a hablar, y un nacionalismo que no es racista ni antieuropeo, como el de la NVA, con el que el PS quiere hablar. 

Nos gustaría asociar a la NVA a una democracia de compromiso porque el sueño de cualquier partido nacionalista es permanecer en el exterior. 

Nos gustaría obligarles a ejercer el poder porque hay una gran diferencia entre redactar un programa de partido en el cual se afirma querer suprimir el Senado y disminuir el número de miembros en las Cámaras para hacer economías y elaborar un presupuesto. Se descubre entonces que esas ideas no son tan buenas».

Bueno, ¡ya están en el poder y esto empieza bien!

¡La extrema derecha en el poder en Bélgica!

Movidos por una voluntad procedente de los medios financieros y patronales, los liberales tanto flamencos del Open VLD como los francófonos del MR expresan su firme intención de romper con los socialistas y provocar las clásicas reformas neoliberales que están de moda: desmantelamiento de la seguridad social, privatización de los servicios públicos y desregulación.

Para hacerlo es imposible formar un tripartito a nivel federal (liberales, socialistas y cristianos). La NVA, al ser imprescindible, se impone como primer partido en Flandes.

Veamos los resultados. El Gobierno del liberal francófono Charles Michel está compuesto por tres partidos flamencos –el CD&V cristiano, el Open VLD liberal y la NVA nacionalista y principal formación- y de un partido francófono, los liberales de MR.

Hay motivos de preocupación. La NVA controla los puestos claves: Interior con Jan Jambon, Economía, Función Pública, Defensa, Política Científica y Asilo y Migración con Théo Francken.

No tardaremos en ver restricciones de las libertades –Jean Jambon quiere que el ejército intervenga en las misiones de mantenimiento del orden- ¡Un futuro prometedor!

La colusión de la extrema derecha con la patronal

La patronal aprueba el programa del Gobierno de Michel. Quiere incluso que vaya más lejos en las medidas antisociales, ¿hay algo más normal?

Sin embargo existe un elemento muy inquietante: como recordábamos con respecto a Jan Jambon, hay una colusión evidente entre la patronal flamenca de la VOKA, la rama principal de la FEB (Federación de las Empresas Belgas, equivalente al Medef) y los elementos más extremistas de la NVA como Jan Jambon, viceprimer ministro y ministro del Interior, que dispone así de toda la información sobre los trabajos del Gobierno y controla el mantenimiento del orden, además de Théo Francken, que no dudará en ejercer una política restrictiva y represiva respecto a los inmigrantes y los refugiados, que de esta forma quedarán a merced de la explotación más salvaje.

Y un elemento más: la actitud de la dirección de la cadena de grandes superficies Delhaize es sintomática.

 Además de una reestructuración que destruirá 2.500 puestos de trabajo y el cierre de una veintena de centros, los patronos quieren efectuar una retención de 90 euros mensuales de los salarios de todos los trabajadores y revisar a la baja el baremo de las subidas por antigüedad.

 Esas medidas no concertadas son ilegales. 

Es evidente que la llegada al poder de la derecha ultraliberal no es extraña: no tendrá ningún interés en defender la legalidad social.

 Y si las cosas llevan a un conflicto abierto pueden recurrir a Jambon para que envíe a sus «muchachos».

Por lo tanto el peligro es mayor. 

La respuesta deberá ser firme, rápida y estratégica. Los gritos y el guirigay no sirven para nada.

La lucha contra la extrema derecha y para el restablecimiento de la democracia, y sobre todo del derecho a la dignidad, debe ser inamovible, pero dictada por la inteligencia de una estrategia a elaborar en la unidad de aquellos para quienes los principios de la libertad y la igualdad son inalienables.

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