Pablo Gonzalez

Libia está en ruinas


Tres años después de la llamada 'liberación' de Libia, EE.UU. cosecha los frutos de las reformas democráticas en el país norteafricano: manda a sus costas el USS Bataan, un navío anfibio de asalto con 1.000 marinos y cuatro helicópteros a bordo.

Washington "siempre estará hombro con hombro con el pueblo libio", aseguraba el presidente Barack Obama hace solo tres años, en 2011, a inicios de la campaña militar de la OTAN en el país árabe. "EE.UU., junto con la comunidad internacional, están comprometidos con el pueblo libio.



 Habéis ganado vuestra revolución", proclamó entusiasmado el mandatario estadounidense unos meses después, el 20 de octubre, en respuesta a la noticia sobre la muerte del coronel Muammar Gaddafi, y aplaudió los futuros cambios democráticos en el país. 


"La oposición libia no creará un Gobierno estable", decía RT en 2011"Los rebeldes han acabado con la seguridad y ponen en peligro a nuestras familias. Estamos asustados.

 Han venido para destrozar el país", confesó a RT un habitante de Trípoli en septiembre de 2011.

Los países occidentales optaron por hacer oídos sordos a los numerosos testimonios que presentaba RT al público día tras día y a las opiniones de aquellos expertos que advertían que apostar por la oposición era un error. 

"Cabe preguntarse cuál es la democracia que se pretende alcanzar.

En realidad, hay muy pocas oportunidades de conseguir una democracia real en cualquier país de Oriente Medio", afirmó el diplomático norteamericano retirado George Kenney en marzo de 2011 ante RT.

 Y advirtió que una intervención militar extranjera en Libia desembocaría en un conflicto de larga duración y en el consiguiente auge del terrorismo.

"La actividad de la OTAN en Libia provocará aún más agitación a nivel mundial.

En mi opinión, va a pasar lo mismo que en Irak y Afganistán", pronosticó.


"La oposición libia no será capaz de crear un nuevo Gobierno estable tras derrocar al enemigo, los rebeldes deberán afrontar las contradicciones internas", comentó a RT el embajador de Rusia ante la OTAN, Dmitri Rogozin, en medio del conflicto libio.

 "Las intervenciones otanianas, la política y la militar, en la 'primavera árabe' podrían tener como resultado un 'caliente verano árabe', con todas las circunstancias que de ello se derivan para los demás Estados de la región", volvió a insistir Rogozin a finales de 2011.

EE.UU. y sus aliados "promueven las guerras civiles en países foráneos por la simple razón que en su ignorancia total (...) están tratando de cambiar los regímenes, gran parte de los cuales ni siquiera los entienden", decía en julio de 2011 en declaraciones a RT el periodista investigador Adrian Salbuchi.

Libia está en ruinas, EE.UU. envía un navío de guerra Fue el 11 de septiembre de 2012 cuando Washington por experimentó primera vez en su propia piel cómo es la nueva democracia libia. 

El ataque contra la Embajada de EE.UU. en Bengasi se cobró la vida de cuatro estadounidenses, el embajador Chris Stevens entre ellos. En agosto de 2013, EE.UU. se vio obligado a cerrar temporalmente 19 sedes diplomáticas en Oriente Próximo y África del Norte ante los altos riesgos de atentados terroristas. En mayo de 2014, la situación no ha cambiado mucho: Washington ordenó el envío de un navío de guerra hacia las costas libias. 

"Es un paso emprendido para estar preparados para proteger al personal y las instalaciones de EE.UU. en África del Norte", explicó la portavoz del Departamento de Estado de EE.UU., Jen Psaki, en su rueda de prensa.

 "Se trata de una prudente medida preventiva para hacer frente a la inestabilidad en la región. Esto da a las unidades que están allí una flexibilidad adicional en caso de ser necesario", comentó, por su parte, un portavoz del Pentágono, el coronel Steve Warren.

El Departamento de Estado emitió además una alerta que insta a los ciudadanos estadounidenses a no viajar a Libia y recomienda a aquellos que ya están en el país abandonarlo de inmediato. 

Las medidas son una respuesta a los recientes ataques terroristas en Trípoli contra el Parlamento y la residencia del primer ministro electo.

 A tres años de la muerte del coronel Gaddafi en una revuelta amparada por Washington, la población libia sigue sumergida en una sangrienta pesadilla diaria, en medio de la lucha entre numerosas grupos armados rivales por el poder.

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