Poroshenko se reunió ayer con Jodorkovski para aclarar como sobreviven los oligarcas en la cárcel...
Imaginémonos algo tan poco probable, como que lleguen finalmente a celebrarse las elecciones presidenciales del 25 de mayo.
Supongamos que la participación es del 35% del electorado, en su mayoría de las regiones de la Ucrania occidental y central. Resulta elegido Petro Poroshenko.
¿Reconocería el este y sur de Ucrania a ese presidente? Estoy más que convencido de que no.
¿Qué pasaría después de las elecciones?
El gas estaría a 485$. Ucrania no puede hacer frente a la deuda contraída, cuando se le vendía a 268$. Eslovaquia y Hungría tampoco van a regalar sus reservas de gas ruso.
La Unión Europea tampoco va a correr con el gasto.
Ellos también están en crisis.
El volumen de intercambio comercial con Rusia se ha reducido un 25% en los últimos dos meses.
Y eso que es su principal fuente de ingresos.
Con ese curso invariable hacia la Unión Europea, donde por cierto, nadie espera a Ucrania, ni su ingreso en la Zona de Libre Comercio, Rusia cerraría por completo sus fronteras para los productos ucranianos.
Eso significaría el paro de la mayoría de las empresas y el crecimiento masivo del desempleo.
Las arcas están vacías.
Nadie concede créditos.
Solo están soltando migajas para financiar las “operaciones de castigo”. El FMI no se va a apresurar con la concesión de créditos, puesto que con la coyuntura actual, no habrá luego a quien pedirle que los devuelva.
Como resultado, las elecciones presidenciales, lejos de resolver ningún problema, lo que hacen es agudizar la crisis.
Quedan meses contados para la quiebra técnica y la completa desintegración de Ucrania.
Solo Rusia puede salvar la situación, la federalización, la modificación de la Constitución y unas nuevas elecciones presidenciales y parlamentarias.
Comentario aparecido en la cuenta de VK Antimaidán