
El presidente de Ucrania, Víktor Yanukóvich, y el exlíder de Serbia, Slobodan Milosevic, se equivocaron al volver la espalda a Occidente ya que, después de esto, ambos se convirtieron en delincuentes.
Uno murió en una cárcel de la Haya y es difícil pronosticar qué va a suceder con el otro.
Uno murió en una cárcel de la Haya y es difícil pronosticar qué va a suceder con el otro.
El pasado 12 de febrero, un diputado esloveno del Parlamento Europeo lanzó una amenaza cuando concedió una entrevista a la cadena de televisión de Bosnia y Herzegovina BHT1:
–Los que siguen el desarrollo de los acontecimientos en Ucrania, verán dentro de una o dos semanas lo que hacemos con la élite política irresponsable.
Es necesario reconocer que este político no olvida las lecciones de la historia.
Quizás no goce de mucha influencia en los círculos políticos en Bruselas, pero ya ha participado activamente en la desintegración de un país —la antigua Yugoslavia— y sabe cómo realizarlo.
¿Cuándo se agudizó la situación en Kiev? Una semana después de que el enviado del Parlamento Europeo para Serbia, Jelko Kacin, hiciera su declaración y en el mismo día que Rusia anunció su disposición de entregar a Ucrania el segundo tramo del rescate en el monto de 2000 millones de dólares.
Parece que esto dio a los opositores la señal de pasar a acciones más decisivas.
Los líderes del grupo radical que se ha convertido en la locomotora de las protestas en Ucrania, Sector de la Derecha, empezaron a movilizar a sus seguidores a través de la red social Vkontakte.
El líder del partido nacionalista Svoboda (Libertad), Oleg Tiagnibok, llamó a convocar una marcha contra Kiev.
Por mera casualidad o no, la información sobre la suscripción por Víktor Yanukóvich de un acuerdo con la oposición no la anunció el propio presidente de Ucrania ni algún otro político de este país, sino el ministro de Exteriores de Polonia, Radosław Sikorski.
La misma noche, el mandatario ucraniano abandonó Kiev y el Partido de las Regiones se deslindó de su líder.
El Partido Socialista de Serbia hizo lo mismo en su época respecto a su líder, Slobodan Milosevic, que dejó las riendas del poder sin una intervención evidente de fuerzas ajenas.
Yanukóvich dijo que le habían dado garantías de seguridad en las negociaciones.
Esto es posible, pero el canciller polaco, Radosław Sikorski, lo desmintió al día siguiente. Ahora se le amenaza a Yanukóvich con procesarle en la Corte Penal Internacional.
El nuevo presidente de Yugoslavia que ocupó este cargo tras Slobodan Milosevic le prometió también al exlíder yugoslavo no extraditarle a La Haya, ¿y qué?
Pasados unos nueve meses, fue deportado casi en secreto a la Haya, de dondo volvió en féretro.
¿Y qué pasará con Ucrania? La exprimera ministra ucraniana Yulia Timoshenko, que acaba de salir de la cárcel, dijo a los congregados en la plaza Maidán que Ucrania ingresaría en la UE y esto resolvería todos sus problemas.
Antes de soñar con tal destino, los ucranianos deberían recordar qué pasó con Serbia y cómo fue su camino hacia la UE. Tras la revolución de 2000, los políticos serbios de la antigua Yugoslavia prometieron que Serbia ingresaría en la UE hacia 2004.
Ahora estamos en 2014, pero Serbia solo está al inicio de su camino. Durante este período, Yugoslavia se disolvió y Serbia perdió un 15 % de su territorio, gracias a la ayuda de sus “amigos” de EEUU y la UE.
El Ministerio de Finanzas y el Banco Nacional de Ucrania, que vive una crisis finananciera, pidieron a sus socios internacionales, en particular, a Polonia y EEUU, otorgar a Urcania en un plazo de una o dos semanas un crédito en el monto de 35 000 millones de dólares para los próximos dos años, proponiendo celebrar una conferencia internacional de donantes.
El 29 de junio de 2001, se celebró una conferencia similar dedicada a los problemas de Yugoslavia que le destinó al país unos 1200 millones de dólares. En aquella época, el entonces primer ministro serbio, Zoran Djindjic, caracterizó aquella ayuda de modo siguiente:
–El primer tramo tuvo que ascender a unos 300 millones de euros. Pero nos dijeron que 225 millones se destinarían para pagar las deudas antiguas que quedaron de la época de Tito.
Un 65 % de este monto lo constituyeron multas, porque Milosevic se negaba a pagar deudas durante diez años. Y teníamos que satisfacernos solo con 75 millones.
Durante los trece años de su camino hacia la UE, Serbia obtuvo de Occidente 15 000 millones de dólares de inversiones, pero más de 60 000 millones de dólares huyeron del país. Serbia perdió en este camino unos 500 000 puestos de trabajo y su deuda pública creció tres veces.
Hizo todo lo que le exigía la UE y EEUU y así fue el resultado de la aplicación de la política prooccidental. Bienvenidos a nuestro “Titanic” común, los ucranianos.