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El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

Sobre el Día del Periodista


  
El brutal degollamiento del periodista del Wall Street Journal en Afganistán de parte de los crueles talibanes afganos no es sino la última expresión del riesgo que implica esta fascinante y peligrosa profesión de periodista.

El neoliberalismo y la globalización no ha dejado por fuera a los hombres y mujeres de prensa que también nos hemos visto afectados por las políticas que las grandes potencias imponen a los países pobres, alineándonos en su filas para apoyar sus grandes intereses geopolíticos.

Hace tres días, el presidente de Estados Unidos, George Walker Bush, se vio obligado a clausurar una clandestina oficina en el Pentágono  que tenía por objeto mentir y desinformar a la prensa sobre la guerra de Estados Unidos contra Afganistán, luego de su fracaso por encontrar y capturar al supuesto responsible del más brutal ataque que se recuerde contra seres humanos en los últimos años utilizando aviones de pasajeros como proyectiles contra las torres gemelas de Nueva York.

En América Latina,  el ejercicio de la profesión periodística en los últimos años 10  ha cobrado centenares de víctimas, muchas de ellas definitivas, es decir periodistas que han sido asesinados en el ejercicio de la profesión. Otros están presos, y muchos han sido injuriados, golpeados, insultados y vejados por los poderosos.

En Nicaragua los hombres y mujeres de prensa también hemos sido víctimas de esas agresiones físicas y verbales, pero habría que agregar la nunca desactualizada agresión económica contra los medios y periodistas  que no son incondicionales de los gobiernos de turno.

El castigo por la vía económica no es nuevo en la historia del periodismo actual. Desde que empecé en el ejercicio de esta profesión en 1967, todos los gobiernos han usado esta poderosa arma para amedrentar y tratar de doblegar a los periodistas, y realmente, todos hemos sido testigos de que podrán  golpear y cerrar medios de comunicación,  y dejar sin trabajo a muchos periodistas, pero nunca, nunca han  logrado silenciarnos.

En el gobierno recién pasado, 15 periodistas  se distribuían el 60 por ciento de la publicidad de la Dirección General de Ingresos, de la Alcaldía de Managua, de Iniser, del Seguro Social y de la Lotería Nacional. Eran decenas de miles de córdobas los que salían para este grupo selecto de incodicionales del gobierno.

Ese vieja práctica de comprar conciencias se espera que  cambie, para que en una nueva era, como predican alegremente, el pastel publicitario más importante, el del Estado, no se maneje con los mismos criterios torcidos e impolíticos del pasado, sino con una mentalidad distinta y democrática.

Sin necesidad de una Ley que regule el presupuesto Estatal de Publicidad, los gobiernos debieran comprender que, tomando en cuenta los indicadores  de calidad de los distintos medios de comunicación, debiera otorgarse la  publicidad sin discriminación para nadie, por muy pequeños y modestos que sean los distintos medios o espacios  informativos que existan.

No son pocos los periodistas sin trabajo. Se estima que hay cerca de 400 periodistas que están activos, pero la inmensa mayoría la están pasando difícil,. Para usar el lenguaje común, “están mordiendo el leño”.

La publicidad estatal no es del gobierno, ni de los hombres que están en el gobierno. La publicidad estatal sale del presupuesto que pagamos todos los nicaraguenses, y por tanto, debiera de distribuirse proporcionalmente entre los distintos medios de comunicación que existen en el país.

Esa presión ecómica ha llevado a los periodistas a cerrar  más de 70 pequeñas empresas especialmente en el periodismo radial,  el más afectado, y ha convertido en ambulantes a los periodistas que un día están en una emisora, y al mes o a los dos meses se van a otra porque no pueden pagar el tiempo alquilado.

Los medios escritos también se han  quejado de la política selectiva y discriminatoria que han aplicado los distintos gobiernos, y esas quejas las he escuchado también de parte de algunas emisoras de televisión nacionales.

Los periodistas nicaraguenses gozamos de libertad  para expresarnos con entera libertad. Yo quiero afirmar categóricamente que si los sandinistas hubiéramos mantenido la libertad de expresión como se ha mantenido desde 1990 hasta la fecha, es posible, casi seguro, que los señalamientos y las críticas a la gestión del gobierno sandinista no hubiera caído en saco roto y nos habría indicado los errores que estábamos cometiendo. No vale la pena llorar por el pasado, pero es una lección que hemos aprendido y tengan la plena seguridad que no vamos a olvidar. 

Una prensa libre es el mejor amigo que tiene un gobierno para saber si está haciendo bien o mal las cosas.

Sin embargo, esa libertad de expresión que disfrutamos en el ejercicio de nuestra profesión no es completa ni plena, porque los medios de comunicación están cerrando por la asfixia económica, y los periodistas están quedando sin trabajo.

Las cuatro organizaciones periodísticas que hay en el país, la Unión de Periodistas de Nicaragua, la Asociación de Periodistas de Nicaragua, el Sindicato de Periodistas de Nicaragua y la Asociación de Periodistas Parlamentarios de Nicaragua conocen muy bien de la situación grave que vive el periodismo nacional.

No llega al 20 por ciento los periodistas que están asegurados,  y para colmo, algunos dueños de medios de comunicación usan los aportes de  los periodistas al Seguro Social como capital de trabajo y no enteran la cuota patronal. El resultado es que cuando los periodistas se enferman, creyendo que tienen los beneficiios del Seguro Social, se encuentran con la desagradable e insólita noticia de que  no tienen derecho a ser atendidos en el Seguro porque la patronal no ha enterado la cuota corresponiente.

Por eso muchos, muchísimos periodistas con más de 50, óigase bien, con más de 50 años en el ejerciciio de la profesión están en una situación más que crítica. No son pocos los que han muerto en la miseria después de una larga y exitosa vida profesional. Pero hoy,  otros están en la misma situación que sus antecesores sin que haya una jubilación, una pensión de gracia, algo para ellos. 

Algunos, arrastrando y escondiendo su enfermedad, están trabajando diariamente, agravando su condición física, luchando cada día por mantener su hogar, a sus hijos, corriendo el riesgo de siempre, ejerciendo esta amaravillosa profesión que es un vicio para muchos de nosotros que no podemos sustraernos de ella porque nos sentimos realizados profesionalmente.

Periodistas  notables como Joaquín Sansón Arguello, Alejandro Tijerino Solís, Abdul Sirker, Edgard A. Castillo, el querido y famoso Koriko; Merceditas Solís que desde hace variios años se quedó viviendo en Estelí; Juan Molina Palacios, ex director de la Escuela de Periodismo;  Luis Arróliga,  Rafael Natividad Sandoval Jarquín  y Ernesto Martínez Moreno en Chinandega; Julio Quiroz, el conocido Nikita que ya casi vive en esta Asambla Nacional; Francisco de Jesús Rodríguez y José Manuel Altamirano en Jinotega; Wilfredo López Valladares,  Salvador Hernández Salazar, Francisco Pinell y  Miguel Cano Balladares en León; Henry Vargas, José Floripe y  Nadir Abraham Ismael Espinoza en Estelí; Ileana Padilla en Masaya; Francisco Flores en Matagalpa;  y Francisco Gurdián Guerrero, José Torres y la queridísima periodista Thelma Nidia Guerrero, son algunos de los periodistas que debieran gozar de los beneficios de una jubilación o de una Pensión de Gracia.

 Algunos ya están en sus camas, impotentes y doblegados por la enfermedad. Otros, siguen, sobreponiéndose a todo y con miles de dificultades. Pero ahí están.

Pero no todo ha sido angustias. Se  ha logrado hacer una Colonia, la Colonia del Perodista en Managua, y se está pensando en una segunda etapa. Pero además, hay planes para que los periodistas de León, Matagalpa, Somoto, Ocotal, Carazo, Puerto Cabezas y Bluefields, consiguiendo ellos los terrenos, algunos de los cuales ya están conseguidos,  tengan por lo menos una casa modesta y dejen de andar alquilando.

Los datos que me han proporcionado es que solamente cinco, repito, cinco periodistas son los que reciben una jubilación  del Seguro Social.

Y de los salarios, qué podemos decir?

La mayoría, la inmensa mayoría de los periodistas se buscan su propio salario, especialmente los que hacen periodismo radial. Andan vendiendo sus propios anuncios, lo que los hace blanco fácil de aquellos que otorgan los anuncios. Y no solamente les dan una miseria, sino que además, los obligan, además de transmitirles el anuncio, a que cubran sus actividades, obligándolos a que escriban o hablen a su favor.

Son rarísimas excepciones las emisoras que pagan salarios decentes a los periodistas. Y en muchos casos, aunque parezca increíble, los raros sueldos que pagan algunas emisoras, son más altos que los que se pagan en la televisión, a pesar de que todo mundo cree lo contrario.

 De cuánto estamos hablando? Estamos hablando de que en las empresas de televisión el salario promedio no es mayor a tres mil quinientos córdobas, con la sola excepción de la más fuerte estación de televisión de Nicaragua que paga no menos de 6 mil córdobas y me han dicho que tiene hasta salarios de 20 mil córdobas. Estoy hablando de salarios de periodistas.

En prensa escrita, en lo general,  la situación es mejor y más estable. Aunque no tienen salarios dispares, la brecha es más corta y los salariios oscilan entre 5 y 14 mil.Me refiero a los salarios de los reporteros.

Como vemos, la cenecienta, es la radiodifusión. Los hombres y mujeres de radio sufren más la crisis económica, porque además, obtienen menos publicidad que la televisión. La televisión en Nicaragua fácilmente acapara el 70 por ciento de la publicidad total.

Y por supuesto, las pequeñas empresas de radio que pagan su seguro social, que pagan sus impuestos, que pagan las vacaciones  de los periodistas, que cumplen con todo lo que manda la Ley, subsisten con enormes limitaciones, pues los pagos de teléfono y especialmente de luz, cada día se vuelven más infames.

En síntesis, presidente, no hay jubilación asegurada para los periodistas, una minoría tiene seguro social y muchos periodistas han muerto  y están muriendo en condiciones económicas deplorables.

He tratado, presidente, de describir lo que está pasando en nuestro periodsmo. He tratado de expresarle a Usted, a nuestrtos colegas diputados,  y en particular al pueblo nicaraguense, la situación en que se celebrará mañana Primero de Marzo el Día Nacional del Periodista.

Qué hacer, se preguntarán todos.

Hay algunas propuestas que he discutido con algunos colegas.

Podría introducirse una Ley que regule la distribución de la publicidad estatal, con  criterios que debieran discutirse con todas las organizaciones periodísticas existentes en nuestro país.

 Podría introducirse una Ley que obligue al gobierno a despartidizar los medios de comunicación del Estado, como es radio Nicaragua y el Canal 6, estableciendo en el presupuesto General de la República los fondos suficientes para los Gastos Corrientes y los Gastos de Capital  para su debido funcionamiento, estableciendo Juntas Directivas en cada una de ellas que permitan se conviertan realmente en medios al Servicio de las Instittuciones del Estado y no de ningún partido o dirigente político.

Podría, presidente, introducirse una Ley que venga a fortalecer los proyectos habitacionales en los sitios que las organizaciones periodísticas tienen planificado; también podría introducirse un proyecto de Ley en donde se haga realidad el fondo de Previsión Social a través de los dos sorteos de la Lotería Nacional que contempla la Ley Creadora del Colegio de Periodistas de Nicaragua.

Podrían introducirse esos y otros proyectos de Ley que tiendan a mejorar la situación de este gremio que cada día se profesionaliza más. Hay 7 facultades de Periodismo en nuestro país, (yo no sabía, que había tantas), y muchos se quejan de la calidad de nuestro periodismo.

Como en toda profesión o actividad, hay buenos, mediocres y malos. Hay abogados buenos y otros que no lo son. Hay médicos buenos, y oros que no lo son. Hay periodistas buenos y oros que no lo somos. Pero cada día que pasa, nos estamos profesionalizando más.  

Cada día que pasa mejoramos  nuestro nivel cultural, nuestro nivel acadámico. Nos hemos dado cuenta que si no estamos al día, si nos quedamos atrasados  con las nuevas técnicas de comunicación, no vamos a competir. Vamos mejorando  gradualmente,  y la capacitación, la superación cultural, nos permite conservar y desarrollar  lo que todos los periodistas en  este país tenemos: un gran nivel de conciencia y un gran respeto por nuestra profesión.

Quiero decirle presidente, y con estas palabras creo recoger el sentir de todo el periodismo nacional, que ya no nos dan atol con el dedo. Lo que todos los periodistas defendemos, es esta libertad de expresión que tenemos, y el derecho a ejercerla plenamente. Todos, presidente, todos los perioidistas de este paisito estamos de acuerdo en eso.

Yo sé que es difícil gobernar con libertad de expresión. Especialmente cuando se cometen tantos desatinos en la gestión gubernamental. Y peor aún, cuando después de reconocer errores, se vuelven a cometer esos mismos errores. En nada ayuda a un dirigente político agredir a la prensa, agredir a los perdiodistas. Hay que tener talento, paciencia y cordura para responder por los aciertos y por los errores. Es fácil, y  ahora es común, culpar a los medios de comunicación y a los periodistas de cuantos errores se cometen en la gestión pública.

Los hombres y mujeres que están en la gestión pública son eso: hombres y mujeres que están al servicio del público, y los medios de comunicación son ese vínculo indispensable entre el pueblo y los gobernantes. No somos los perioidistas los que decimos ex abruptos. Son los gobernantes.

 No somos los periodistas los que hacemos los actos de corrupción. Vaya, presidente, no somos los periodistas los que hacemos las cosas malas. Nosotros decimos quiénes hacen las cosas malas. Y cuáles cosas malas. Y cuándo hacen esas cosas malas. Y dónde hacen esas cosas malas. Son las preguntas básicas que nos enseñan y yo también enseñaba a mis alumnos cuando impartía cátedra en la escuela de Perodismo de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua.

Y eso lo sabemos todos los que hemos pasado por la Escuela de Periodismo. Y lo saben también los que no pasaron. Los que tienen una práctica periodística tal vez más enriquecedora que muchos que nos graduamos en la Escuela de Periodismo. Pero todos lo sabemos. 

Y sabemos que pase lo que pase, haciendo otra ves periodismo de ultratumba, cayéndonos, levntándonos nuevamente, vamos a continuar en el trabajo. Muchos de los gobernantes van a dejar su cargo. Y los periodistas vamos a continuar en nuestro trabajo. 

Los gobernantes pasan. Los periodistas quedamos. Hasta que el  Seños nos mande a llamar. Pero, presidente, ahora que tenemos mucha experiencia sobre censura periodística y censura económica, digo, ahora que conocemos esa experiencia, tenga la seguridad, nuestro pueblo debe tener la seguridad, que los periodistas nicaraguenses, en general, claro está, vamos defender nuestro derecho a ejercer nuestra profesión. Y a ejercerla con la dignidad  y la autoridad  que nos da el riesgo del insulto, de la chabacanería, de la vulgaridad.

Queremos ayudar a que el país salga adelante. Estamos conscientes de la gravedad de la situación económica. La sentimos. La vivimos. Y sabemos que no somos los únicos. También nos toca a nosoros, pero no somos los únicos. La mayoría de los nicaraguenses están en las duras, como nosoros. 

Y en esas circunstancias, vamos a ejercer esta profesión porque creemos que callándonos o con silencios cómplices, no vamos a ayudar. 

El mejor aporte constructivo que podemos hacer  a nuestros gobernantes, a  nuestro país, es defender esta libertad de expresión ante las tentaciones que puedan surgir en el camino. Informar siempre lo que ocurra, lo que es  noticia, sea bueno o malo para unos o para otros. 

Nos enorgullecemos de nuestra profesión, y no vamos a bajar la frente. 

Hombres y mujeres, especialmente nuestras colegas mujeres, nuestras periodistas,  que han sido las más agredidas, llevan con orgullo, con fe, con esperanza, sin intimidaciones de ninguna clase y con mucho profesionalismo, la conciencia de que sin un periodismo libre no hay patria libre.

Muchas gracias presidente.
  

Febrero, 28 del 2002. 

Asamblea Nacional (Nicaragua)

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