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El Ejército no puede retrasar su deber de advertir a los veteranos sometidos a experimentos médicos en la guerra fría sobre los problemas de salud que pueden tener, señala un informe recientemente publicado.

Una jueza federal dictaminó hace tres meses que el Ejército de EE.UU. debía informar de inmediato a los veteranos de los efectos potencialmente perjudiciales causados a su salud derivados de los experimentos médicos realizados durante la guerra fría, recuerda un informe publicado en Courthouse News Service, un servicio de noticias de EE.UU. para abogados y medios de comunicación. 

De acuerdo con el servicio, el "Ejército no puede retrasar más" este deber. 

El fallo defendía a los 7.800 soldados estadounidenses que afirmaron haber sido sometidos a aquellos experimentos.

 Los hechos tuvieron lugar después de la denominada 'Operación Paperclip', que se desarrolló al final de la Segunda Guerra Mundial y en la cual la CIA, sin el conocimiento ni la aprobación del Departamento de Estado, trasladó a EE.UU. a cientos de científicos nazis especializados en cohetes, armas químicas y experimentación médica. 

El Ejército y la CIA administraron entre 250 y 400 tipos de medicamentos a sus soldados. Durante los experimentos, se utilizaron agentes como anfetaminas, sarín, LSD, gas mostaza, THC (el principal constituyente psicoactivo en el cannabis) y fosgeno (arma química utilizada en las trincheras durante la Primera Guerra Mundial).

 Mediante la administración de estos y otros agentes, el Ejército esperaba descubrir nuevas maneras de controlar el comportamiento humano, hipnotizar a individuos y aumentar la resistencia de una persona ante el dolor o las torturas. 

Las pruebas comenzaron en la década de 1950 y continuaron hasta que el presidente Richard Nixon suspendió la investigación de armas químicas ofensivas en 1969. 

Los soldados firmaron formularios de consentimiento en los que aceptaban participar en dichos experimentos. 

Sin embargo, argumentaron ante el tribunal que básicamente no tenían otra opción. 

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