La ciencia ha escarbado suficiente sobre los efectos del alcohol en consumidores habituales. Ha dicho que las consecuencias del alcoholismo a largo plazo pueden ir desde diversos tipos de cáncer hasta depresión. Pero, ¿qué consecuencias tiene ingerirlo ocasionalmente? ¿Sólo los fines de semana como suelen hacerlo muchos jóvenes?
Un estudio de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), en colaboración con la Universidad Autónoma de Nayarit (México), hizo el análisis y concluyó que consumir sólo los fines de semana puede afectar el ADN. La investigación estuvo dirigida por Adela Rendón, quien como profesora de bioquímica clínica en el Instituto Politécnico Nacional en México se encontró con la escena reiterada de estudiantes que llegaban a clase los lunes a primera hora con enormes dificultades para concentrase y con un malestar generalizado. La causa: haber ingerido alcohol el fin de semana previo.
Esos mismos estudiantes serían parte luego de un grupo de investigación que tendría como fin analizar “el daño oxidativo producido por el consumo de bebidas alcohólicas en personas jóvenes”, como explicó el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC).
Primero se comprobó, a través de exámenes de sangre, que quienes serían el objeto de estudio no tenían otras adicciones o padecían enfermedades que pudieran alterar los resultados. Se trataba de personas entre los 18 y los 23 años que consumían, en promedio, 118 gramos, lo que se traduciría, por ejemplo, en litro y medio de cerveza.
¿Cómo se llegó a la conclusión de que el abuso de alcohol los fines de semana puede afectar el ADN? La profesora Rendón explicó que se midió la actividad de la enzima alcohol deshidrogenasa, que permitiría descubrir el efecto del alcohol en los lípidos que forman la membrana de las células y en el material genético de estas, es decir, en el ADN.
Primero encontraron que quienes bebían tenían dos veces más daño oxidativo que el grupo que no consumía alcohol. Esto significa que tenían un desequilibrio causado por un exceso de especies reactivas, lo que lleva al daño celular y al envejecimiento.
Pero fueron más allá y decidieron continuar con una prueba para evaluar si el ADN también se veía afectado. Extrajeron el núcleo de las células linfocíticas de la sangre y lo sometieron a electroforesis, una técnica para la separación de moléculas. El resultado: el 44% de las células de los jóvenes consumidores durante los fines de semana presentaron un daño, en comparación con quienes no tienen este hábito que sólo tuvieron daños en el 8% de las células. “El grupo expuesto tenía 5,3 veces más células dañadas”.
La sorpresa para la investigadora es que presumían que “no debía haber daño alguno, porque llevan muy poco tiempo consumiendo alcohol y no han estado expuestos de forma crónica”.
El siguiente capítulo de esta investigación será encontrar la vía por la cual el alcohol llega a alterar el ADN. “Cuando hablamos de alcoholismo juvenil nos referimos a jóvenes que beben alcohol sin llegar a ser adictos. Este es un alcoholismo social, pero que a la larga causa daño, y hay que tener conciencia de eso”, aseguró Rendón.
La Organización Mundial de la Salud estima que el alcohol causa 2,5 millones de muertes al año en el mundo, y de ellos 320.000 son jóvenes entre los 19 y 25 años.