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Nicaragua: Más exámenes parciales a la vista

Con visión cortoplacista, el Fondo Monetario Internacional (FMI) previó que no es necesaria la suscripción de un quinto programa económico trienal con Nicaragua, después de haber supervisado los actuales desequilibrios financieros externos (la balanza de pagos) e internos (el presupuesto nacional) de un país, y haber corroborado la solidez de la política monetaria contractiva, en un momento económico internacional muy complicado. 
 
Por eso, el diálogo entre las autoridades gubernamentales y la misión técnica encabezada por Przemek Gajdeczka resultó monótono, diría aburrido, con la aprobación ya esperada de otro examen parcial de la macroeconomía nacional. 
 
Sin embargo, el país no aprobó el examen final, como lo diera a entender el presidente del Banco Central de Nicaragua (BCN), Alberto Guevara, al expresar que “Nicaragua se graduó hoy ante el FMI”.

Con base en los datos oficiales del BCN de 2012 y del Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE) de octubre-diciembre de 2012, veamos algunos ejemplos de los desequilibrios macroeconómicos –que en 6 meses no se corrigen-, unos ya reducidos y otros persistentes, así como de algunas tareas que no se han concluido por falta de apoyo del FMI, para un país aún muy endeudado en términos de producción como es Nicaragua:

El saldo de la deuda pública interna y externa, es igual a 51.5% del Producto Interno Bruto (PIB).

El 40% del saldo de la deuda pública externa está pendiente de reestructuración con varios países que no son miembros del Club de París en la Iniciativa HIPC, donde aún no nos hemos graduado.

El pago de intereses y amortizaciones de la deuda pública interna y externa es igual al 46.3% del total de impuestos recaudados por el Gobierno Central.

El déficit comercial de la balanza de pagos (exportaciones FOB menos importaciones FOB) es igual 25.1% del PIB.

En porcentajes de la población económicamente activa (PEA), el 54.3% tiene problemas de empleo, debido a que el 49.3% está subempleado y el 5.1% está desempleado abierto.

El 76.2% de los ocupados trabaja en empresas que no tienen registros contables.

El 19.6% de la PEA recibe servicios de la seguridad social.

El servidor público no debería alegrarse como un graduado universitario sino como un graduado de educación media, mucho menos debería reflejar muestras de complacencia con los resultados de esta visita de la misión técnica del FMI, porque la estabilidad macroeconómica continúa siendo frágil. 
 
Siempre con base en datos oficiales, a finales de 2012 se observó un nivel de reservas internacionales brutas oficiales equivalente a 2.4 veces el saldo de la base monetaria (la condicionalidad es 2.2 veces), un déficit fiscal de 0.7% del PIB, una tasa de inflación anual de 6.6% y una tasa de crecimiento económico de 5.2%, que es insuficiente para reducir en 1 punto porcentual la tasa de subutilización laboral que se aproximó al 30% de la PEA, es decir, 978 mil personas de un total de 3 millones 261 mil personas económicamente activas no generaron ingresos el año pasado. 
 
Cabe reconocer que estos avances han sido posibles por la alianza estratégica gubernamental-empresarial-sindical que emprendió la administración pública hace seis años, la cual ha sido clave para el desempeño económico del país y que se consolidaría si incluyera efectivamente a los representantes de los propietarios de micro empresas y pequeñas empresas.

Nicaragua, con un ingreso per cápita promedio anual que se aproximará a 1 mil 800 dólares en este año y que es igual al 41% de su promedio centroamericano, no tiene capacidad de pago en el mercado financiero internacional, o sea, nuestro país aún no puede colocar Bonos del Tesoro Nacional en la Eurozona o en Estados Unidos, porque no encontraría acreedores a pesar que se han minimizado los riesgos económicos y financieros de nuestro país.

Al no haber condicionalidades macroeconómicas y de reforma estructural cruzadas con el FMI, no habrá préstamos concesionales del FMI y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para Nicaragua por 315 millones de dólares en los próximos tres años, para apoyar tanto a las reservas internacionales del BCN como al presupuesto nacional. 
 
En otras palabras, toda la cooperación oficial que reciba el sector público en el futuro, como desde hace dos años, estará atada a proyectos y programas especificados en el presupuesto nacional -en 2012 esta cooperación sumó 484 millones de dólares y fue igual al 4.6% del PIB-.

Pero esto no debería asustarnos, siempre y cuando se mantenga la asistencia financiera de Venezuela que se registra como una deuda privada externa y, además, protege la posición de las reservas internacionales al financiar el 50% de la factura petrolera, la cual se cancela en un plazo de 23 años. 
 
En 2012, el monto del préstamo venezolano muy concesional fue 551 millones de dólares e igual a 5.2% del PIB, el cual excluye el flujo de inversión extranjera directa proveniente de dicho país. Przemek Gajdeczka muy complacientemente ha expresado que Nicaragua no necesita un nuevo programa económico trienal con el FMI.
 
 ¿La razón de esa complacencia? Un país ayuda más que el resto del mundo al sector público de Nicaragua.

Además, el FMI está muy preocupado por la existencia de graves problemas económicos al otro lado del Atlántico -no se ha eliminado la recesión económica ni se ha reducido la alta tasa de desempleo en varios países de la Eurozona, especialmente Grecia, España e Italia-, y el crecimiento económico de Estados Unidos no es dinámico por la persistencia de una tasa de desempleo que supera en un poco más de dos puntos porcentuales su nivel estructural de 5.0%.

En el contexto de largo plazo es necesario contar con un programa económico trienal suscrito con el FMI, porque fortalecería la confianza inversionista y se podría financiar concesionalmente la política de reformas estructurales ya prevista en nuestra economía, tales como la reforma del fondo de pensiones de seguridad social (para evitar la quiebra técnica financiera del INSS en 2018), la reforma del gasto público (para elevar la participación de la inversión pública y la productividad laboral en el sector gubernamental), la reforma del régimen cambiario (para resolver el grave desequilibrio comercial externo de 25% del PIB), la reforma de la educación (primaria y técnica para incrementar la productividad de la economía y el salario real), la reforma de la formalización del mercado laboral (para reducir su principal problema estructural, como lo es el subempleo) y la reforma financiera (para restablecer la banca estatal de fomento, transferir crédito y tecnología a la mayoría de los productores que no son sujetos de crédito en la banca convencional y financiar el gasto de inversión real).

A Nicaragua aún le falta mucho trecho para graduarse con honores en el manejo de la política económica. Ya estamos alfabetizados económicamente, pero el ahora llamado “asesor de confianza” vendrá a visitarnos cada septiembre para hacer cumplir el mandato del Artículo IV y evitar el riesgo de un posible creciente analfabetismo funcional. 
 
Ahora podemos decir que el acompañamiento no sólo existe en las contiendas electorales de nuestro país, sino también en el desarrollo económico y la reducción de la pobreza de Nicaragua.  
 

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