La cuarta parte de la población paraguaya sufre de hambre física por su condición de pobreza extrema, de acuerdo con un estudio hecho por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y divulgado hoy aquí.
El análisis sitúa en un millón 635 mil pobladores el total de personas que no pueden comer regularmente, lo cual significa un crecimiento de 8,7 por ciento en relación a estadísticas anteriores de la propia Organización de Naciones Unidas.
Más allá de que los cálculos totales sitúan en casi la mitad de la población el estado de pobreza, la actual cifra se refiere específicamente a la porción de ciudadanos más agudamente afectada.
Como parte principal de ella están indígenas y campesinos según surge del reporte de la FAO y ello fue subrayado dramáticamente por una representante indígena en el propio Congreso de la República ante diputados y senadores.
Celsa Mendoza, delegada de una comunidad rural situada en la región oriental del país, planteó muy concretamente que la etnia a la cual pertenece está golpeada fuertemente por el hambre.
No hay nada en el campo, ya no hay nada para nosotros, a veces viene el frío, otras veces la sequía, se llevan todo y se hace más difícil conseguir comida, aseguró en su intervención.
Por su parte, Jorge Meza, representante de la instancia de la ONU en Paraguay, puntualizó que el país, a pesar de tener recursos y alta producción de alimentos, la característica es el difícil acceso a ellos de quienes constituyen los sectores más vulnerables.
Una de las consecuencias ocasionadas por esta situación es, por supuesto, la desnutrición que afecta especialmente a niños y mujeres de poblaciones rurales por la falta de tierras aptas para la siembra en una nación donde florecen el latifundismo y la deforestación.
Entre las alternativas planteadas para reducir los índices de hambre desde FAO-Paraguay cuenta lograr la eficiencia de programas de alimentación en instituciones educativas, así como la adecuada nutrición
El análisis sitúa en un millón 635 mil pobladores el total de personas que no pueden comer regularmente, lo cual significa un crecimiento de 8,7 por ciento en relación a estadísticas anteriores de la propia Organización de Naciones Unidas.
Más allá de que los cálculos totales sitúan en casi la mitad de la población el estado de pobreza, la actual cifra se refiere específicamente a la porción de ciudadanos más agudamente afectada.
Como parte principal de ella están indígenas y campesinos según surge del reporte de la FAO y ello fue subrayado dramáticamente por una representante indígena en el propio Congreso de la República ante diputados y senadores.
Celsa Mendoza, delegada de una comunidad rural situada en la región oriental del país, planteó muy concretamente que la etnia a la cual pertenece está golpeada fuertemente por el hambre.
No hay nada en el campo, ya no hay nada para nosotros, a veces viene el frío, otras veces la sequía, se llevan todo y se hace más difícil conseguir comida, aseguró en su intervención.
Por su parte, Jorge Meza, representante de la instancia de la ONU en Paraguay, puntualizó que el país, a pesar de tener recursos y alta producción de alimentos, la característica es el difícil acceso a ellos de quienes constituyen los sectores más vulnerables.
Una de las consecuencias ocasionadas por esta situación es, por supuesto, la desnutrición que afecta especialmente a niños y mujeres de poblaciones rurales por la falta de tierras aptas para la siembra en una nación donde florecen el latifundismo y la deforestación.
Entre las alternativas planteadas para reducir los índices de hambre desde FAO-Paraguay cuenta lograr la eficiencia de programas de alimentación en instituciones educativas, así como la adecuada nutrición
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