Pablo Gonzalez

El golpe fascista en Indonesia y la enseñanza que extraen los comunistas (1966)



Les dejo este documento de "Hoxha" al respecto de lo ocurrido al Partido Comunista Indonesio... 
 
En se sentido considero oportuno aclarar un par de cuestiona al respecto de la entrada anterior - Indonesia y las masacres de 1965: “Matamos a todos los comunistas”- relacionada con el tema, sencillamente puede interpretarse que de algún modo estamos suavizando nuestra postura respecto al revisionismo; así:

1. Toda muerte "prematura" es en sí misma un infortunio para el conjunto de la humanidad...

2. El PC Indonesio tenía dos facciones, la mayoritaria maoísta y una minoritaria y minorizada marxista-leninista; cuando la primera se hizo con el control del partido permitió o facilitó la entrada de elementos burgueses dentro del partido dando por buena las teorías de la unidad con la burguesía del maoísmo; esto debilitó absolutamente las filas del partido y de hecho fueron el vehículo de entrada de los que promulgaban la "vía pacífica" jruschovista. (En base a testimonio de un camarada militante de ese partido.)

3. Esa debilidad teórica y programática, además de la marginalización del proletariado consiente, de la facción marxista-leninista, es el punto de partida del genocidio sufrido por el PC indonesio...

Eso sí, reiterar que los comunistas somos ese pilar que ha decidido mantenerse en pie aun cuando todos los demás hayan decidido derrumbarse..., y no es por heroísmo, ni por vanidades; sencillamente es la esencia misma de nuestras convicciones...

El documento:

Por Enver Hoxha

La tragedia que están viviendo el pueblo y los comunistas indonesios debe turbar la conciencia de todos los hombres progresistas. Los fascistas indonesios, apoyados directa e indirectamente por los imperialistas norteamericanos y los revisionistas jruschovistas, repiten, en una escala aún mayor, lo que hicieron los nazis en otro tiempo después de tomar el poder. 
 
Debe detenérseles la mano. Es preciso que todos los hombres honestos, todos los revolucionarios, todos los antifascistas levanten la voz para protestar enérgicamente contra la masacre de los comunistas y de los hombres progresistas en Indonesia. Esto es hoy para todos la exigencia más elemental, porque es un verdadero crimen permitir que los más rabiosos reaccionarios asesinen impunemente a centenares de miles de inocentes –probablemente ninguna guerra, a excepción de las guerras mundiales, ha causado tantas víctimas–.

El pueblo y los comunistas albaneses expresan su solidaridad internacionalista a los comunistas indonesios, víctimas del terror fascista. Estamos convencidos de que el Partido Comunista de Indonesia, independientemente de las grandes pérdidas que ha sufrido, responderá a los fascistas con una resuelta lucha revolucionaria hasta aplastar totalmente a la reacción. Es evidente ahora que en la oposición al fascismo y al terror existe sólo un camino para los comunistas y los patriotas indonesios: responder a la violencia contrarrevolucionaria con la violencia revolucionaria, con la lucha armada de los obreros y los campesinos en defensa de la libertad y la democracia.

La evolución de los acontecimientos en Indonesia es una triste realidad para los comunistas y para todos los revolucionarios. Pero a pesar de ello, lo ocurrido en Indonesia representa una gran experiencia que debe ser atentamente estudiada, y de la que deben extraerse valiosas enseñanzas. La revolución no se desarrolla jamás en línea recta. Avanza a través de victorias y de derrotas. Los revolucionarios, los marxistas-leninistas, tienen el deber de consolidar las victorias así como de aprender de los fracasos temporales, sacando las conclusiones necesarias de manera que la revolución se eleve a un nivel superior y se desarrolle con más fuerza. La experiencia de una revolución es útil no solamente para los revolucionarios y los comunistas de un país, sino para todos los revolucionarios, para todos los marxistas-leninistas del mundo. Por ello, además de los comunistas indonesios todos los revolucionarios y los comunistas de diversos países deben sacar de los acontecimientos de Indonesia las debidas enseñanzas. Esto es de importancia primordial.

El Partido Comunista de Indonesia creció y se desarrolló como partido marxista-leninista, en una dura lucha de clase contra los enemigos del interior y del exterior. Después de los duros golpes que recibió de la reacción en 1927 y en 1948, cuando fueron masacrados miles de comunistas y toda la dirección del partido, el Partido Comunista de Indonesia, gracias a su lucha y a sus esfuerzos, logró recobrarse hasta el punto de llegar a ser una fuerza que por el número de sus miembros, representaba el más grande partido comunista de los países capitalistas. No cabe duda de que incluso tras las graves pérdidas que está sufriendo, con su lucha valerosa, consecuente y revolucionaria marxista-leninista, poco a poco, recobrará de nuevo sus fuerzas. Nosotros, los comunistas albaneses, estamos firmemente convencidos de que los comunistas indonesios analizarán cuidadosamente el trabajo realizado hasta el presente, descubrirán los errores, los defectos y las deficiencias que se han manifestado en el trabajo del partido, extraerán las conclusiones necesarias de manera que en el futuro el PC de Indonesia pueda dirigir con éxito al pueblo indonesio por la senda de la revolución. Mejor que ellos mismos, nadie puede hacerlo.

Los acontecimientos de Indonesia no son un fenómeno aislado. Constituyen el eslabón de una cadena, un elemento integrante de la ofensiva de la reacción internacional contra el movimiento comunista y la lucha de liberación de los pueblos. Están enlazados con la actividad agresiva del imperialismo norteamericano en Viet Nam y en otros países, con las sangrientas intervenciones de los imperialistas en la República Dominicana y en toda América Latina, tienen que ver con la organización de golpes de Estado contrarrevolucionarios en algunos nuevos países de África, con la actividad subversiva y escisionista que vienen desarrollando desde hace tiempo los revisionistas jruschovistas en el seno del movimiento comunista internacional, con el sabotaje de la lucha de liberación nacional de los pueblos, con su activo apoyo al imperialismo norteamericano y a todos los diversos reaccionarios.

Por esta razón, los revolucionarios y los comunistas de los diferentes países deben detenerse seriamente ante estos fenómenos, analizarlos cuidadosamente y extraer las debidas enseñanzas, de modo que la lucha revolucionaria avance constantemente de victoria en victoria.

El valor de las «libertades democráticas» en un estado burgués y el modo de aprovecharlas

La burguesía y, junto a ella, los revisionistas modernos, hablan y hacen cálculos sobre las llamadas «libertades democráticas». En efecto, en cada Estado burgués denominado democrático, existen algunas «libertades» democráticas» relativas. Decimos relativas, porque no rebasan jamás el límite de la concepción burguesa de la «libertad» y de la «democracia», porque llegan precisamente hasta el punto de no perjudicar los intereses vitales de la burguesía en el poder.

Naturalmente, la clase obrera y los hombres progresistas aprovechan estas condiciones para organizarse, para difundir sus concepciones y su ideología, y preparar el derrocamiento de las clases explotadoras y la toma del poder.

Después de la Segunda Guerra Mundial, en muchos países capitalistas de Europa, como resultado de la victoria sobre el fascismo y del papel desempeñado por los partidos comunistas en la lucha antifascista, estos partidos llegaron incluso a participar en el gobierno –por ejemplo en Francia, en Italia, en Finlandia, etc.–., y hasta tener un gran número de diputados en el parlamento, importantes cargos en el aparato del Estado, e inclusive en el ejército, etc.

Asimismo, en diferentes períodos durante estos últimos 15 años, se crearon condiciones favorables para él partido de la clase obrera y las fuerzas progresistas en algunos países del Medio Oriente, como Irán e Irak, y de América Latina, como Guatemala, Brasil, Ecuador, Venezuela y otros. En Indonesia precisamente se creó una situación bastante favorable. El Partido Comunista de Indonesia creció con rapidez, formaba parte del gobierno y ejercía una gran influencia en la política interior y exterior del país, etc.

Pero, también en las condiciones de las «libertades democráticas», se desarrolla una aguda lucha de clases, una lucha a vida o muerte, entre la revolución y la reacción, entre el proletariado y la burguesía. Si el proletariado y su partido se esfuerzan por consolidar sus posiciones por su parte, la reacción y la burguesía no duermen. Por el contrario, valiéndose del aparato estatal burgués, de la policía y las fuerzas armadas, practicando la corrupción y la subversión, alimentando el oportunismo y las ilusiones reformistas y pacifistas en el seno de la clase obrera, etc. se preparan seriamente para consolidar sus posiciones y desbaratar a las fuerzas revolucionarias.

El desarrollo de los acontecimientos tras la Segunda Guerra Mundial muestra que en el marco de las «libertades democráticas», la burguesía ha actuado enérgicamente y en diferentes formas para liquidar el movimiento revolucionario de la clase obrera.

Después que la burguesía y la reacción lograron consolidar sus posiciones, expulsaron a los comunistas del gobierno, de los puestos importantes en el aparato del Estado y del ejército, como sucedió en Italia, Francia y Finlandia. 
 
En Inglaterra, Austria y otros países, ni siquiera se toleró la presencia de los comunistas en el parlamento, mientras que en Grecia fueron encarcelados y combatidos por la fuerza de las armas.

Cuando la burguesía y la reacción constatan que su poder está amenazado por la fuerza y el prestigio crecientes del partido comunista y del movimiento revolucionario de las masas, juegan su última carta: ponen en acción a las fuerzas armadas, organizan pogromos para aplastar y liquidar al movimiento revolucionario y a los partidos comunistas, como sucedió en Irán e Irak, y, recientemente, con los trágicos acontecimientos de Indonesia. 
 
En tales casos la reacción y la burguesía de un país dado han aprovechado directamente también la ayuda de la reacción mundial, incluso el apoyo de sus fuerzas armadas como ha ocurrido en la República Dominicana y otros lugares.

¿Qué conclusiones se pueden sacar de esta experiencia histórica?

Primero, que las llamadas «libertad burguesa» y «libertad democrática» en los países capitalistas no son como para permitir a los partidos comunistas y a los grupos revolucionarios alcanzar sus objetivos. 
 
De ningún modo. La burguesía y la reacción toleran la actividad de los revolucionarios mientras no constituya un peligro para el poder de clase de la burguesía. Cuando este poder está en peligro, o cuando la reacción encuentra el momento propicio, sofoca las libertades democráticas, recurre a todos los medios, sin ningún escrúpulo moral ni político para destruir a las fuerzas revolucionarias. 
 
En todos los países en que se ha permitido a los partidos comunistas militar abiertamente, la burguesía y la reacción aprovechan esa situación para conocer toda la actividad, las personas, los métodos de trabajo y de lucha de los partidos marxista-leninistas y de los revolucionarlos. 
 
Por eso, los comunistas y sus partidos auténticamente marxistas-leninistas cometerían un error fatal si tuvieran confianza en las «libertades» burguesas que les proporciona la coyuntura, si hicieran todo abiertamente y no guardaran el secreto de su organización y de sus planes. 
 
Los comunistas deben aprovechar las condiciones del trabajo legal, incluso para desarrollar un amplio trabajo propagandístico y organizativo, pero, al mismo tiempo, deben estar preparados para el trabajo clandestino.

Segundo, las ilusiones oportunistas sobre la «vía pacífica» para la toma del poder son un bluff y representan un gran peligro para el movimiento revolucionario.
 
 En apariencia, el Partido Comunista de Indonesia parecía tener el terreno más favorable para alcanzar su objetivo siguiendo esta vía.
 
 No obstante, los comunistas indonesios habían declarado más de una vez que no se forjaban ilusiones sobre la «vía pacífica». En su saludo al congreso del PC de Nueva Zelanda, la delegación del Comité Central del PC de Indonesia confirmaba que «los acontecimientos de Indonesia han demostrado una vez más que no existe ninguna clase dominante, ni fuerza reaccionaria que permita a las fuerzas revolucionarias conquistar la victoria por la «vía pacífica». 
 
Los comunistas extraen de los trágicos acontecimientos de Indonesia la enseñanza de que no es suficiente desechar las ilusiones oportunistas sobre la «vía pacífica» y reconocer que la única vía para la toma del poder es la vía revolucionaria de la lucha armada.
 
 El partido del proletariado, los marxistas-leninistas y todo revolucionario deben tomar medidas efectivas para preparar la revolución, comenzando por la educación de los comunistas y de las masas en el espíritu militante revolucionario y llegando hasta su preparación concreta para hacer frente a la violencia contrarrevolucionaria de la reacción con la lucha armada revolucionaria de las masas populares.

Tercero, independientemente de las condiciones y de las posiciones favorables que puede disfrutar en un determinado momento, el partido de la clase obrera no debe relajar un solo instante la vigilancia revolucionaria, sobrestimar sus fuerzas y las de sus aliados y subestimar la fuerza del adversario, de la burguesía y la reacción. 
 
El Partido Comunista de Indonesia gozaba de una gran influencia en el país, pero parece que sobrestimó en particular la fuerza política de Sukarno y del sector de la burguesía que le apoyaba, y tuvo demasiada confianza en esta fuerza. 
 
Al mismo tiempo, parece que subestimó la fuerza de la reacción, en particular de la reacción en el ejército, Al parecer los camaradas indonesios pensaban que el que tenía a Sukarno de su parte, tenía la llave de Indonesia, sin analizar debidamente en qué consistía la fuerza de Sukarno y hasta qué punto esta fuerza era real, particularmente entre el pueblo.
 
 Los recientes acontecimientos de Indonesia demostraron claramente que el prestigio y la autoridad de Sukarno no se apoyaban en una base social, económica y política sólida. Los generales reaccionarios lograron neutralizar a Sukarno, e incluso, mientras les convenía, le explotaron para sus fines contrarrevolucionarios.

Cuarto, el partido marxista-leninista y todos los auténticos revolucionarios deben seguir consecuente y resueltamente una línea revolucionaria y luchar audazmente contra el oportunismo y su más sórdida manifestación del revisionismo moderno, tanto el jruschovista como el titoista.
 
 Los oportunistas y los revisionistas modernos han hecho de la lucha por las «libertades» burguesas su bandera y han renunciado a la revolución, preconizan la «vía pacífica» como la única vía para la toma del poder. 
 
Precisamente la línea oportunista y revisionista, la influencia de los revisionistas jruschovistas, etc. han transformado a numerosos partidos comunistas que en el pasado constituían una gran fuerza revolucionaria, en partidos de las reformas sociales, en apéndices y furgones de cola de la burguesía reaccionaria. 
 
Esto sucedió con los partidos comunistas de Italia, de Francia, de Finlandia, de Inglaterra, de Austria y otros. 
 
La aplicación de la línea oportunista del XXº Congreso de los jruschovistas condujo a la catástrofe y a la liquidación al Partido Comunista de Irak, al antiguo Partido Comunista del Brasil, al Partido Comunista de Argelia, etc.
 
 El Partido Comunista de Indonesia se opone al revisionismo moderno. Los últimos acontecimientos de Indonesia y el papel de zapa que los revisionistas jruschovistas jugaron allí, demuestran que un verdadero partido revolucionario, fiel al marxismo-leninismo, decidido a llevar audazmente adelante la revolución, debe mantener una actitud bien definida frente al oportunismo, al revisionismo jruschovista y titoista. 
 
No basta solidarizarse con la lucha de los marxistas-leninistas contra el revisionismo, es preciso también que el partido luche de manera intransigente y abierta contra la traición revisionista, porque únicamente así pueden los comunistas educarse en un espíritu revolucionario y puede ser preservado el partido de todo peligro de revisionismo. 
 
Sin combatir resuelta y consecuentemente contra el oportunismo y el revisionismo jruschovista, no se puede combatir al imperialismo, no se puede combatir a la reacción, no se puede impulsar la causa de la revolución y el socialismo.

Los comunistas y las alianzas con las fuerzas progresistas

La experiencia histórica demuestra que, en su lucha revolucionaria, los comunistas se han aliado y se alían con diferentes fuerzas progresistas. 
 
Porque particularmente cuando se trata de las revoluciones democráticas o de la liberación nacional del yugo imperialista y colonial, no sólo los auténticos comunistas y revolucionarios, sino también otras amplias capas de la población, desde los obreros y los campesinos hasta la burguesía nacional y otras personas progresistas, están interesados en la realización de estos objetivos.
 
Sería erróneo, sectario y nocivo para la revolución que no se unieran, en aras de su triunfo todos aquellos que son susceptibles de ser unidos. 
 
Y los comunistas y los auténticos revolucionarios, como los luchadores más audaces y los representantes más fieles de las amplias masas populares, están siempre interesados en la unión de todos los que aspiran a hacer avanzar la revolución.

Los acontecimientos de Indonesia constituyen asimismo una importante enseñanza con respecto a las alianzas. En Indonesia existía desde tiempo atrás la NASAKOM, que representaba la alianza de las fuerzas nacionalistas, religiosas y comunistas. El PC de Indonesia hizo bien en participar en la NASAKOM. 
 
A través de ella; consolidó sus propias posiciones y las de la clase obrera en toda la vida del país. 
 
Pero, como demostraron los acontecimientos, no se llevó a cabo en ella un trabajo organizativo y revolucionario sano, se toleró una euforia funesta y se ensalzó en exceso a la propia NASAKOM, la unidad de las tres fuerzas que la constituían y la «libertad de acción». 
 
El hecho es que al primer embate toda la fortaleza de la NASAKOM se vino abajo. La NASAKOM no fue un dique suficientemente fuerte para hacer frente a la ola de la contrarrevolución.

Por eso, los comunistas y los revolucionarios jamás deben contentarse en su lucha con la conclusión formal de las alianzas. No deben entusiasmarse con las declaraciones sobre la «vitalidad» de estas alianzas, sino que deben actuar de manera que éstas sirvan lo mejor posible a la revolución.

Es indispensable por tanto que, en los diferentes frentes populares, democráticos, nacionales y de liberación nacional, los auténticos partidos marxistas-leninistas, con su trabajo y su lucha, se ganen la confianza de sus aliados, se coloquen a la cabeza de esos frentes y los dirijan efectivamente.
 
 La dirección del partido marxista-leninista, su acertada línea revolucionaria en interés de las amplias masas unidas en el frente, son la garantía de la fuerza y la vitalidad de los frentes mismos y de su gran papel en el logro de los objetivos de la revolución. 
 
Se ha comprobado más de una vez que, cuando estos frentes están dirigidos por otras fuerzas sociales o partidos políticos, no son estables, no aplican una línea revolucionaria consecuente, son utilizados frecuentemente con fines contrarrevolucionarios Y estallan como pompas de jabón al primer choque con la reacción.

Siguiendo la línea de la unidad con todos los que pueden ser unidos en un frente, los partidos marxistas-leninistas, en oposición a los puntos de vista de los revisionistas modernos, deben no sólo salvaguardar su independencia y su función dirigente, sino al mismo tiempo combatir las vacilaciones de sus distintos aliados, sus tendencias reaccionarias y sus tentativas de dividir los frentes y de dedicarse a chalaneos con las fuerzas de la reacción. 
 
La línea de la unidad y de la lucha contribuye al fortalecimiento de los frentes, a su depuración de los elementos reaccionarios y contrarrevolucionarios, a la consolidación de la cohesión y del espíritu revolucionario, a la obtención de una unidad más elevada y asentada sobre una base más sólida. 
 
Aplicar únicamente la línea de la unidad y renunciar a la lucha conduce a una unidad falsa formal y permite a los elementos y fuerzas reaccionarias socavarla y liquidarla fácilmente, asestando así un rudo golpe a la propia causa de la revolución.

En las alianzas con diferentes capas y fuerzas sociales para la realización de tales o cuales objetivos en las diferentes etapas de la revolución, es importante que los comunistas jamás olviden su objetivo final, o sea el triunfo del socialismo:

«Es necesario saber unir la lucha por la democracia con la lucha por la revolución socialista, subordinando la primera a la segunda. 
 
Aquí reside toda la dificultad, esta es toda la esencia. No olvidar lo principal –la revolución socialista–; ponerla en primer plano, subordinando a la revolución socialista todas las exigencias democráticas, coordinándolas con ella, haciendo que dependan de ella». (1) (V. I. Lenin. Obras, t. XXXV, págs. 260-261, ed. en albanés)

En sus alianzas con otras fuerzas sociales los comunistas son sinceros, luchan resueltamente por la aplicación de los programas de los frentes únicos, pero, al mismo tiempo no ocultan en absoluto sus ideales y, después de la realización de las tareas democráticas nacionales, están decididos a no quedarse a medio camino, sino a impulsar la revolución hasta el triunfo del socialismo y el comunismo.

La actividad de nuestro Partido durante la Lucha de Liberación Nacional, los acuerdos; las discusiones con los elementos progresistas, e incluso con las fracciones de la burguesía reaccionaria, nos enseñaron a orientarnos correctamente y con éxito en este laberinto.
 
 La experiencia así adquirida en la lucha le ha sido y le es extraordinariamente útil a nuestro Partido en la aplicación de su correcta política con las masas trabajadoras, le ayuda en su política interior y en la orientación de su política exterior, en el estudio y solución de las contradicciones, tanto dentro como fuera del país, como en el movimiento comunista internacional.

Fortalecer la unidad internacional de los marxistas-leninistas

El proletariado mundial, los partidos marxista-leninistas y todos los verdaderos revolucionarios están empeñados en una encarnizada lucha contra el imperialismo, contra la burguesía reaccionaria, contra los revisionistas modernos, contra su ideología. 
 
Es una lucha a vida o muerte, una lucha de gran importancia mundial. La lucha entre nosotros y los enemigos es una encarnizada e implacable lucha de clases, ni el enemigo nos perdona ni nosotros a él. 
 
El desarrollo de esta lucha de clases no se presenta del mismo modo en todas partes, no solamente por su intensidad, sino también por sus formas, por su dinamismo, por la concepción del mundo de las fuerzas participantes en la lucha, por las coyunturas, por los zigzags, por el avance de la revolución, por las retiradas temporales, por el vigor de su ofensiva y por muchos otros factores, objetivos y subjetivos.

A los partidos comunistas y obreros marxista-leninistas les incumbe como tarea importante e indispensable, tener en cuenta todos estos elementos, analizarlos científicamente a través del prisma del marxismo-leninismo creador, aplicándolo no como un dogma, sino como una teoría revolucionaria viva y en acción, preservando siempre la pureza de los principios fundamentales, las leyes generales del desarrollo y de la revolución, sin ocultar bajo la consigna de unas supuestas «condiciones reales del país» o de las «coyunturas especiales del tiempo o del momento», el oportunismo de derecha o el sectarismo nocivo.

Los recientes acontecimientos, el brutal ataque de los imperialistas, los revisionistas jruschovistas y de los diferentes reaccionarios contra el socialismo, contra la lucha de liberación de los pueblos, contra los partidos comunistas y revolucionarios de diversos países muestran que la unidad internacionalista marxista-leninista, es, como en toda circunstancia, pero hoy más que nunca, indispensable.
 
 Quién no comprende esta gran verdad, no comprende el gran lema de Marx: «¡Proletarios de todos los países, uníos!». 
 
El marxismo-leninismo nos enseña que todos los revolucionarios deben unirse contra los enemigos del proletariado y de los pueblos, contra los capitalistas, los imperialistas y sus aliados, contra la burguesía reaccionaria, contra las variantes de su ideología, una de las cuales es actualmente el revisionismo moderno, encabezado por el soviético.

Los enemigos del proletariado y del marxismo-leninismo han dirigido todo el rigor de sus ataques contra la unidad internacional marxista-leninista. Para ello han empleado todos los medios a su disposición y coordinan toda su actividad.
 
 Así actúa hoy el imperialismo mundial, encabezado por el norteamericano; así actúa el revisionismo moderno, con el jruschovista a la cabeza; así actúan todos los reaccionarios del mundo. En efecto, la unidad de los marxistas-leninistas del mundo es mortal para ellos, mientras que para nosotros es providencial.

Los traidores al marxismo-leninismo, los revisionistas jruschovistas, los titoistas y sus lacayos han trabajado con arreglo a un plan bien definido para obstaculizar la unidad de los marxistas-leninistas y, en general, para desacreditar la necesidad objetiva de esta unidad.
 
 En primer lugar, en función de sus objetivos de traición, atacaron toda idea de organización internacional de los comunistas. 
 
Los revisionistas necesitaban de esto para rehabilitar a los traidores y a la traición trotskista, y en particular para desacreditar la idea de la unidad marxista-leninista internacionalista, que ha representado y representa para ellos el más grande peligro. 
 
Los revisionistas soviéticos han seguido la línea de denigrar todo lo sano, todo lo que sea marxista-leninista con el fin de reconstruir una nueva unidad sobre bases revisionistas y bajo el dictado jruschovista. 
 
Naturalmente esto es construir un castillo sobre arena, ya que no puede existir ninguna verdadera unidad al margen del marxismo-leninismo. 
 
Las prédicas de los revisionistas jruschovistas sobre la «unidad» son enteramente contrarias a la idea de la unidad marxista-leninista y se llevan a cabo para obstaculizar su realización. Los revisionistas jruschovistas predican esa clase de «unidad» para combatir la auténtica unidad marxista-leninista, por la cual nosotros, marxista-leninistas, luchamos y lucharemos hasta el fin, alcanzándola con toda seguridad.
 
 Los revisionistas hablan de su «unidad», pero en el seno de esta «unidad» cada día más se desarrollan numerosas formas e ideas desintegradoras, centrífugas, que conducirán a la degeneración abierta de los pseudo marxistas, cualesquiera que sean las máscaras con que se encubran. La lucha heroica y consecuente de los marxistas-leninistas arrancará muchas máscaras. 
 
Si no es hoy, en un futuro próximo serán indudablemente desenmascaradas las maquinaciones de quienes quieren jugar el papel de centristas (2) (Alusión al Partido Comunista de Rumania, al Partido Comunista del Japón y al Partido del Trabajo de Corea), de quienes de palabra defienden los principios, pero de hecho los deforman al socaire de la «independencia», de las «condiciones específicas», y todo para disimular su alejamiento progresivo del marxismo-leninismo y de la unidad internacionalista de los marxista-leninistas en el mundo. 
 
Es necesario que los marxistas-leninistas refuercen su unidad sin prestar atención a las calumnias y las consideraciones de los revisionistas. Respecto a las formas de organización que debe tomar esta unidad, es preciso meditarlas y concretarlas.

Los revisionistas jruschovistas arman un gran escándalo en torno a la tesis de la independencia de los partidos comunistas y obreros y de su acción de acuerdo con las condiciones concretas de cada país. Esta tesis es, en efecto, una tesis leninista, que los marxistas-leninistas somos los únicos en respetar consecuentemente. 
 
Pero los revisionistas modernos se esfuerzan por especular con la llamada independencia de los partidos. 
 
Esto sólo lo admiten de palabra, porque, en realidad, los revisionistas jruschovistas pretenden que todo el movimiento comunista dependa de ellos. 
 
Ellos conciben la independencia disociada del internacionalismo, de manera que los marxistas-leninistas no tengan una línea común acerca de las cuestiones fundamentales, como son la actitud frente al imperialismo y los renegados del marxismo-leninismo, el respeto de las leyes generales de la revolución y la construcción socialistas, etc. 
 
Respetando rigurosamente la independencia de cada partido en la determinación de su propia línea y política, los marxistas-leninistas deben, al mismo tiempo, someterse a los principios del internacionalismo proletario, a las leyes generales de la revolución y la construcción socialista, deben elaborar una línea y una posición comunes sobre las cuestiones fundamentales, sobre todo en lo que concierne a la lucha contra el imperialismo y a la lucha en defensa de la pureza del marxismo-leninismo frente al revisionismo moderno.

Los acontecimientos de Indonesia y la ofensiva conjunta de los imperialistas y los revisionistas jruschovistas contra los pueblos, contra el marxismo-leninismo y el socialismo, demuestran que debemos reforzar la unidad internacional de los marxistas-leninistas.
 
 Es necesario que todos los comunistas revolucionarios, todos los partidos marxistas-leninistas auténticos superen con coraje y sin vacilación y eliminen definitivamente todos los obstáculos que los revisionistas modernos han puesto en nuestro camino hacia la unidad marxista-leninista. 
 
Se nos acusará de crear nuevos organismos internacionales, nos harán un honor con ello.

Los marxistas-leninistas del mundo forman un bloque de acero. 
 
Este bloque aterroriza a los imperialistas y revisionistas, por ello se esfuerzan por combatirnos a todo precio, por lograr que los marxista-leninistas se desorienten con sus consignas acerca de las cuales hablamos más arriba.

Se esfuerzan en vano: la consigna leninista «¡Proletarios de todo el mundo y pueblos oprimidos, uníos!», triunfará.


Artículo publicado en «Zëri i popullit»
el 11 de mayo de 1966
 
http://bitacoradeunnicaraguense.blogspot.com/2013/10/el-golpe-fascista-en-indonesia-y-la.html

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