Conozca detalles sobre a quién afecta, quién es el culpable y cómo se puede solucionar.
Mañana martes primero de octubre se inicia un nuevo año fiscal en Estados Unidos y el Congreso para entonces debería haber aprobado un presupuesto para financiar las actividades del gobierno federal.
Los republicanos, que controlan la Cámara de Representantes, han optado por usar la coyuntura para forzar al menos una postergación del llamado ‘Obamacare’ o reforma al sistema de salud, que se aprobó en el 2010 y cuyos principales componentes entra en vigor a partir de esta semana.
Por su parte, los demócratas, que tienen el poder en el Senado, dicen que se trata de un chantaje y se niegan a aceptarlo.
Entre otras, porque la reforma es considerada un legado no solo para ellos sino para la presidencia de Barack Obama.
El presidente, de paso, ha dicho que usaría su poder de veto para bloquear cualquier proyecto que afecte el ‘Obamacare’.
Desde que asumieron el control de la Cámara, en enero del 2011, los republicanos han intentado aprobar en 49 ocasiones normas o ajustes para debilitar la reforma.
Todas han fracasado hasta el momento.
La última vez que algo así sucedió en EE. UU. fue en 1996, bajo el mandato de Bill Clinton.
El Congreso de entonces, también controlado por republicanos, se negó a pasar un presupuesto.
La pelea, también por la financiación de los servicios de salud, duró tres semanas y le costó a fisco 1.400 millones de dólares.
¿Qué tan inmediatos son sus efectos?
Depende. Los fondos no desaparecen de la noche a la mañana y los empleados no reciben sus pagos hasta la primera quincena de octubre.
Es decir que si se logra un acuerdo antes de que culmine esta semana, probablemente no se sentirá.
Aunque el Presidente ha dado la orden a todas las agencias para que estén listas, la mayoría de los trabajadores federales seguirán asistiendo a sus trabajos mientras en el horizonte exista la posibilidad de un arreglo.
Si la pelea continúa más allá de este fin de semana, la cosa es a otro precio. Al menos 800.000 empleados federales serán enviados sin pago a sus casas.
Eso sí, o por lo menos así sucedió durante el cierre del 96, el Congreso -una vez lleguen a una solución-podría decidir pagar retroactivamente por todos los días que se dejaron de trabajar.
¿A quiénes afectaría el cierre?
El ‘shutdown’ solo afecta a los empleados en cargos considerados no esenciales.
Es decir que policías, bomberos, militares, médicos, controladores aéreos y todos aquellos que se dedican a la seguridad nacional, seguirán trabajando.
Pero, por ejemplo, parques nacionales, museos y zoológicos cerrarán sus puertas.
Así mismo, parte del personal de la Casa Blanca, al igual que de los otros departamentos de la Administración, tendrán que cerrar sus oficinas.
En Washington, cuyo presupuesto depende del Congreso, no habrá quién recoja la basura. Y la ciudad produce más de 500 toneladas a la semana.
También es posible que se retrase el pago de las pensiones y se posterguen todas las aplicaciones para préstamos federales.
¿Qué tan grave es?
Cuando 800 mil personas dejan de recibir su cheque y tienen que amarrarse el cinturón, así sea solo un mes, toda la economía sufre pues se reduce el consumo.
Y esas no son buenas noticias para un país que apenas comienza a crecer, y de manera lenta, tras la crisis financiera del 2008.
El costo, sin embargo, no es demasiado alto. 1.400 millones (lo que se perdió en 1996) es un cifra minúscula para el tamaño de la economía estadounidense. Su efecto más negativo sería sicológico, pues podría alterar la estabilidad de los mercados.
¿De quién es la culpa y a quién culparía el público?
La reforma a la salud fue aprobada por ambas Cámaras del Congreso en el 2010, ratificada por la Corte Suprema de Justicia y refrendada por el electorado que reeligió al presidente Barack Obama el año pasado.
Si bien un buena parte del público rechaza apartes del ‘Obamacare’ (casi el 50 por ciento), pocos entienden el accionar de los republicanos.
Pese a tener el control de solo una de las Cámaras del Congreso, están forzando el cierre de todo el gobierno solo porque no poseen la mayoría para derrotar al ‘Obamacare’ por las vías regulares.
Además, y eso hay que aclararlo, el mismo partido está dividido.
Gran parte del actual problema lo han causado los miembros del llamado Tea Party, segmento nacionalista de los republicanos que ha ganado influencia en años recientes y enemigos acérrimos de la reforma a la salud pues, insisten, encarecerá la prestación de servicios.
De acuerdo con una encuesta reciente de la CNN, una mayoría, el 51 por ciento de la población, responsabiliza a los republicanos por la crisis actual.
Pero eso podría cambiar dependiendo del curso que tome el debate en los próximos días.
La reacción del público es crítica, pues hay elecciones legislativas en el 2014 y todos, demócratas y republicanos, saben que con esto se están jugando su puesto.
¿Cuándo puede acabar la disputa?
Quizá nunca o al menos no durante la presidencia de Obama.
El presupuesto que está en discusión es por solo tres meses.
Es decir que en diciembre los republicanos lo intentarán de nuevo, como lo han hecho una y otra vez en estos tres años que llevan controlando la Cámara.
Probablemente mucho antes, pues en solo dos semanas se viene una nueva batalla de más alto calibre.
De acuerdo con el Departamento del Tesoro, a partir del 17 de octubre el país no tendrá cómo pagar sus obligaciones financieras si no se amplía el techo de la deuda estadounidense, que ya llega a los 16.669 billones de dólares.
Y es el Congreso, por supuesto, el que debe autorizarlo.
Los republicanos sostienen que lo harán pero siempre y cuando se apruebe en simultánea una moratoria de un año para el ‘Obamacare’, la eliminación de regulaciones para empresas, una reforma al código de impuestos y la aprobación de un oleoducto que va desde Canadá hasta Texas, entre otras perlas.
Obama ha dicho que bajo ningún pretexto negociará con la salud económica del país.
Es decir se avecina un nuevo choque de trenes con, quizás, peores consecuencias.
Aunque Washington opera a déficit el resto del planeta, compra deuda estadounidense pues la consideran una inversión segura.
Pero si el país deja de pagar sus obligaciones podría desatarse una venta masiva de bonos del Tesoro, que caerían en valor, causando un terremoto en los mercados internacionales.
Así mismo, las tasas de intereses para préstamos de vivienda, desarrollo de empresas y tarjetas de crédito se dispararían, lo cual frenaría el gasto y desaceleraría el crecimiento económico.
Tras una disputa semejante en el 2011, la agencia calificadora Moodys le bajó a EE. UU. su nota de crédito solo por la posibilidad de que incumpliera con sus obligaciones financieras.
Y una anécdota
En noviembre de 1995, cuando Bill Clinton era presidente, se presentó otro cierre del gobierno, que solo duró una semana.
Fue durante esos días cuando Clinton conoció a Mónica Lewinsky, una joven que hacia prácticas en la Casa Blanca y que tuvo acceso al presidente dado que muchos de los empleados federales fueron enviados a sus casas.
A partir de entonces Lewinsky y Clinton, ya se sabe, sostuvieron un ‘affaire’ que casi le cuesta la Oficina Oval.
SERGIO GÓMEZ MASERI
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
WASHINGTON